•Único•

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Para Tao ya es común ver robots con el aspecto de un humano caminando y transitando las calles con toda normalidad, de hecho, ya no les tiene temor y a dejado de pensar en que estas criaturas hechas con tuercas, piezas y metal, creadas para mejorar la economía -según la empresa que los creo- dominarán el mundo cuando menos lo esperen los humanos, bueno, esa idea se la ha dejado clara un robot del cual comenzó a desarrollar sentimientos.

Con un suspiro tembloroso, cubrió su rostro con ambas manos, con el estrés a flor de piel y la sensación de que iba a explotar en cualquier momento, pero soltó una risita entre dientes cuando pensó en los robots, claro, quizá solo ellos podrían llegar a explotar de esa manera.

— Zi, es hora. Nos dejó libres, mañana acabaremos.

«¡Gracias dios!» gritó para si mismo, soltando otro suspiro, de alivio ésta vez y tomando las llaves de su hogar para ir y votarse en la cama a dormir una vez que llegase.

— ¿Irás en auto?— preguntó Chanyeol, su compañero de trabajo, abriendo la puerta de cristal de su oficina para salir y abrirle paso a su amigo.

— Si, no deseo caminar justo ahora— su voz fue ronca y con un tono de cansancio muy notorio.

— Entonces nos veremos después. Espero verte mañana.

Un cabeceo por parte del chino bastó para que Chanyeol partiera del lugar, dejándole solo a el y a su estrés levemente aliviado.

Un gemido de frustración se le escapó al colocarse de pie y sentir su espalda crujir sin compasión.
Casi arrastrando los pies salió, cerrando la oficina y corriendo al elevador para salir del edificio.

Luego de subir a su auto y batallar con sus pesados párpados, se encaminó a su cálido hogar.
No lo notó, sus párpados estaban casi pegados cuando sintió un golpe en la parte delantera y freno tan tenso y con el temor de perder el control y más de que con aquel golpe pudo haber terminado con alguien.

No puede ser, se dijo a sí mismo, saliendo a zancadas largas para encontrarse con un robot en el suelo, inconciente y una abertura en la mejilla izquierda. El resto se hallaba bien.
Con los nervios burbujeando y la sensación de querer vomitar debido al temor, acarició el rostro del robot con delicadeza, inclinándose sobre sus rodillas
— ¿Estás bien, verdad?.

Aquel susurró casi inaudible no causó nada en la máquina, lo que provocó más sensaciones negativas en su interior.
No podía estar pasando, su dinero apenas era suficiente para una comida decente, y una multa -de gran cantidad- no le haría bien, estaba seguro que iría a parar a una cárcel por no poder pagar. 

"YiFan" leyó en un gafet que colgaba de su blanquecino cuello, seguro era parte de su trabajo o algo parecido, pero no tenía tiempo para pensar ello.
— YiFan — llamó con total inseguridad, no recibiendo respuesta.

Entonces, una idea algo descabellada le llegó a la cabeza; lo llevaría a su hogar y lo ocultaría, si éste dejaba de funcionar, al menos nadie se habría enterado.

Observó alrededor, era tarde, por lo que por las oscuras calles no circulaba nadie. Un gran alivio le llenó de repente.

Con delicadeza y rapidez, cargó el inmóvil y pesado cuerpo del robot, con cuidado abrió la puerta y le metió recostado en el asiento trasero del auto.

Se adentró en su automóvil y aceleró a su hogar, no sabiendo si era correcto, solo sintiendo algo en el pecho, como ligeras plumas cosquilleando su interior cada que dirigía una mirada atrás para corroborar que la máquina hubiera despertado.

Al llegar y llevar a YiFan a su hogar, le recostó en su cama, a su lado, solo para poder tener el conocimiento a la mañana siguiente de que si despertó.

Artificial Love •KrisTao one shot•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora