Capítulo 2: Perdidos (1/2)

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- Me presento, soldados... soy el Coronel Halsson & estoy encargado de ustedes & de esta área...-en su mano derecha sostenía una varilla, la azotaba continuamente en su guante izquierdo de cuero negro- pero no se preocupen, no les cambiaré los pañales como de seguro sus mamis hacían... yo les enseñaré a dejar de usarlos, pero deben seguir mis órdenes al pie de la letra. ¿Entendido? -preguntó con la voz más aguda.

- Sí, señor. -respondimos casi al unísono.

- Muy bien... primero, quién no se sienta lo suficientemente capacitado para esta tarea, vayanse de una vez. -ordenó en seguida.

Me decepcionó tanto ver como 10 personas se marcharon de la fila. 3 de ellas, mujeres.

El Coronel resoplo con decepción, levantó la quijada mirándonos a todos.

-Bien... hora de empezar, les aclaro que si en casita eran los niños consentidos, aquí serán más inútiles que una hormiga si no ponen su empeño. -aclaró Halsson.

Por alguna razón, rio bajo.

-¿Puede contarme el chiste, señorita?-se dirigió a mirándome fijamente. Ja, ese jueguito de intimidación no sirve conmigo, tarado.

-Con gusto, Coronel Halsson, es algo absurdo estar solo hablando aquí, en vez de realizarse la prueba... ¿Qué acaso lo contrataron como alentador? -incliné mi cabeza risueña. Una risueña sin risa.

- Es algo impaciente, ¿no es así? -se acerca a mí.

-La palabra correcta, sería exasperada.

El Coronel me observa, rie ante eso. Posa la punta de su varilla de cuero color caqui en mi mentón. Levanta mi mirada, haciendo que me tope con sus intensos ojos fríos.

-Por su lengua, será la primera en recoger su cinta para definir su equipo.

Fruncí el cenño con visible disgusto. Avanzo & saco una varillita de madera con la punta color azul. El Coronel me entrega un listón del mismo color con esa sonrisa molesta. Si pudiera, le dispararía en la cara para borrarle esa absurda sonrisa.

Los minutos pasaron & todos ya tenían sus listones atados en alguna parte del cuerpo; piernas, brazos, muñecas, cuello o frente. En mi opinión, es mejor el brazo. Até el mío a mi brazo izquierdo.

-Esta prueba cosiste en vivir o morir. Se le aplicara un dispositivo GPS para poder ubicarlos. -explicó brevemente el Coronel.

-¿Ubicarnos, señor? -preguntó Thomas con instriga - ¿a donde nos llevarán?

-Eso, mi querido soldado, es sorpresa -sonrió mostrando sus firmes & blancos dientes-. Reagrúpense & esperen su señal de partida. -no dijo nada más & se retiró.

Me quedé quieta en mi lugar, tratando de descifrar al lugar donde nos llevarían. ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué tenía de especial?

Una voz me saca de mis pensamientos.

-Eh, disculpa, ¿tú también eres azul, cierto? -me preguntó el ojiperla que estaba a mi lado hace unos momentos con una sonrisa radiante. Torpe.

-No. El listón que traigo es rojo. -le digo con sarcasmo pero frialdad en mis palabras. Por esa razón no tengo amigos.

El chico rie ante mi "chiste". No lo dije para que riera.

-Hola, mi nombre es Ronald Smith y, también soy azul -alzó su listón atado a su muñeca con el mismo gesto de felicidad-. Creo que somos equipo.

-No me digas- .frunzo el ceño, nuevamente sarcástica. ¿Que tengo que hacer para que me dejen en paz?

Ronald se mantuvo a mi lado con esa sonrisita de -no mato ni a una mosca- poco a poco los otros tres llegaron con nostros y unos hombres vestidos de blanco con máscaras de gas nos hicieron una señal para que los siguieramos.

Por alguna razón, esto no me gustaba en absoluto. Ronald, John, Patick, Thomas y yo caminamos casi al par. En mi opinión, era buen comienzo, ya que de ahora en adelante nos debemos apoyar como uno solo.

Llegamos al sitio señalado para los "azules. Todo transcurrió demasiado rápido. Cuando reaccionamos nos encontrábamos en capsulas de vidrio, los cinco en una misma sala. ¿Como carajos llegué aquí? Observo a mis compañeros, todos excepto Ronald están dormidos. Nos miramos por unos momentos y como si nos hubiéramos comunicado mentalmente asentimos. Pensamos lo mismo. No nos sacarán hasta que todos estén despiertos.

Pasó un largo tiempo para que los otros tres fueran despertando. En el momento que John abrió los ojos -al ser el ultimo- las capsulas desaparecieron volviendose en miles de pixeles que se desintegraron al tocar el suelo.

- ¡Al fin! -exclamó Patrick mientras se estiraba- ya me sentía como momia.

-En unas horas desearas volver a sentirte así. -mis palabras fluyen sin mi consentimiento. Aunque ni yo quisiera admitirlo, tengo razón.

-Me han comentado que allá afuera te hacen sentir como hormiga. -comentó John.

-Sí. Pequeño y vulnerable. -aclaré un poco más su comentario.

Los cuatro asintieron.

-Pero, ¿que hacemos aquí? ¿Es parte de la prueba? -preguntó exasperado Thomas.

-No estoy segura, pero manténganse alerta. -sugiero con cautela.

En estos momentos, somos totalmente vulnerables ante ellos.

Ecos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora