Capítulo 8: El renacimiento.

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Chara abría los ojos, parecía ser todo un desgarrador sueño que prácticamente no parecía tener fin. El fallecimiento de su hermano adoptivo no terminaba de comprender su fatídico entendimiento, las cosas no debieron terminar así. Espera.. ¿Terminar? No, nada había terminado, era todo lo contrario; su día a día apenas comenzaba en ese mismo momento, ya estaba cansada de sufrir y ser una inútil en su cama.

¿Cómo había pasado? Desde la pérdida de aquel importante príncipe que era su hermano habían pasado casi cuatro años de la nada, todo ese tiempo intentaba asimilarlo pero cada vez pensaba que podría haber hecho algo más por él, volvía al ciclo sin fin de culparse así misma por lo ocurrido. Si tan solo no hubiera tomado esas pastillas para dormir de su madre, si ella no se hubiera rendido a la tristeza por esas semanas en que recordaba lo que hizo mal, quizá todo sería diferente si no habría creado esa broma.

Se levantó de la cama para después dirigirse al tocador y mirar su pálido rostro a través del espejo, su semblante yacía malgastado y reseco. Su mano pálida y temblorosa tocó su reflejo. Por primera vez en su vida despreció tanto verse así misma, ella fue la razón de... No, detuvo sus pensamientos, esa era la misma negatividad que creó toda esa situación desde el principio.

Ahora fue a su ropero con paso lento, para su sorpresa no estaba la ropa que solía usar, dejando ver al fondo una caja donde se encontraban las cosas del personaje tan añorado, estaba cansada de evitarla esta vez sería diferente, haría lo que no había pasado por su cabeza desde que se sumió en el nubarrón que la hizo tomar una terrible decisión, "Salvar a los monstruos" Pero... ¿Cómo lo haría? Ella no tenía la menor idea, pero había algo que sí mantenía en mente, a su hermano.

Se cambió de vestimenta, estaba decidida a por fin conocer a cada uno de los habitantes del lugar llamado "Hogar".
Para ella, cada paso que daba era un pensamiento importante y un poco de determinación que crecía en su ser. Su margen era bastante desastroso, pero su mente estaba componiendose lentamente.

Chara llegó a la cocina, la habitación tenía un aura de vacío aunque sus padres adoptivos estuvieran sentados en sus respectivos lugares de siempre. Se sentó y con el desayuno ya servido comenzó a degustar su sabor.
Recordó entonces que el sazón de su madre ya no era el mismo, recordaba que siempre le traía calidez en cada bocado y ahora eso solamente se había ido en un recuerdo. Era más que obvio, el dolor de la muerte de un hijo no se comparaba con nada en el mundo.

La castaña soltó la cuchara y se levantó de su asiento harta del silencio incómodo que se había generado ya desde hace un buen rato.
— ¡Madre, padre! Ya sé que me he disculpado antes, que me he sentido mal... ¡Que he sido una carga pesada! Pero déjenme decirles... Qué aprendí mi lección. No de la mejor manera, pero ya he sido reprendida por la dura carga de la culpa que pesará en mi cada vez que recuerdo nuestra pérdida. Sin embargo... ¡Yo, Chara Dreemurr le devolveré la esperanza a este nuestro reino! Tomo la responsabilidad como la próxima heredera y así ustedes podrán descansar de tanta carga. — Su voz quebrada quería tomar fuerza, pero solamente salía una voz débil de sus labios dejándola algo temblorosa.

Toriel miró con ternura a su pequeña y Asgore colocó su pesada mano en el hombro de la muchacha.

— Ha sido duro para todos, Chara. No dejes que la culpa te siga dañando. - Mencionó la autoridad masculina. - Serás capacitada apartir de hoy, porque todos necesitamos vivir y pasar de página, no olvidando a Adriel, si no vivir con su recuerdo pero felices, así él lo hubiera querido. Terminemos de desayunar, pues yo te enseñaré lo que debes de saber para que tengas la experiencia suficiente y puedas liberar a este reino. — Respondía ante el vamos de muchacha mientras le dedicaba una expresión paciente.

La castaña logró dibujar una tímida sonrisa en sus labios, una que costó forma todos esos años.
No obstante, Asgore no había terminado en su habla, continuaría hablando a continuación.
— Solamente tendrás una condición, hoy es tu cumpleaños, celebramos el mismo día que caíste aquí. Tu madre y yo sentíamos que habíamos olvidado celebrarte luego que ya no tuvieras ganas ni de comer pastel después de la muerte de Asriel, así que te teníamos una sorpresa hoy. Pero gracias a que haz despertado, puedes tomar esta oportunidad para renacer.

Tal y como lo mencionó, ambos terminaron de degustar sus alimentos y con una tierna despedida de Toriel marcharon de su hogar. El rostro de Chara comenzaba a iluminarse muy levemente, habían niños jugando y riendo, de alguna manera le había traído una paz y melancolía a su corazón. ¿Cómo no había visto eso antes? Era cierto, ella había dejado de salir del castillo desde hace mucho tiempo, por lo que no era extraño que casi todos los habitantes del undergound eran desconocidos para ella, salvo algunos pocos que llegaban al castillo y hablaban con sus padres por asuntos del trabajo, según ella había escuchado.

Ahí, en medio de Snowdin donde siempre se acomodaba el árbol de navidad habían carpas y puestos de comida. Las mesas estaban bien acomodadas con manteles coloridos, habían carteles y globos, pues la princesa estaba cumpliendo 14 años de edad.

La tímida sonrisa que antes tenía, lentamente estaba tomando fuerza y sus ojos lentamente parecían querer tener brillo. Los monstruos no la veían con odio, todos sabían lo que había pasado, como Asriel se había hecho polvo con el suelo y como ella logró sobrevivir por eso. Al contrario, todos la veían con amor, con ternura, estaba felices porque ella haya querido salir a conocer a todos, todo el mundo sabía lo difícil que había sido para la muchacha vivir en carne propia la muerte de un ser querido.
Justo en esos momentos, unos pequeños niños se acercaron y le dejaron en sus manos unas cuantas tarjetas de felicitaciones por su cumpleaños, la esperanza de todos estaba caminando nuevamente entre ellos.
Chara se sintió tranquila, era como si esas miradas llenas de esperanza la estuvieran arrastrando lejos de esa gran caída del abismo de la cual le estaba dificultando salir, ahora recordaba porqué el rey había llamado a todo el Underground "Hogar", era porque apenas las miradas de los monstruos llenas de alegría, sueños y demás, se posaban en alguien, éste podría sentir la buena vibra que tendría, esa pequeña experiencia le recordaba mucho a su hermano y lo mucho que él soñaba sacar a los monstruos de ahí y hacer que tanto humanos y ellos se llevaran bien.

Miró las tarjetas mientras continuaba con la caminata, hasta que chocó contra algo que pensó sería un poste, pues la dureza no era normal. Levantó su mirada y se percató de un esqueleto alto y sonriente, ésta le pidió una disculpa para después continuar con su camino, cosa que no pudo al ser detenida.
— ¡Oh, tú debes ser Chara! ¡La hija pequeña de Asgore! Wowie, pero ya no estás tan pequeña como aquella foto que vi alguna vez ¡Haz crecido mucho! Tenía muchas ganas de conocerte, el humano que cayó y sobrevivió. ¡Yo soy Papyrus! Si gustas puedes ser mi fan, aunque yo podría ser tu fan también ¿Ambos podríamos ser fan uno del otro? ¿Así funciona la amistad? ¡No importa, deja que te presente a Sans! Hemos estado esperando por años para poder conocerte. Tú padre, Asgore, nos iba a presentar hace mucho tiempo. Pero no entiendo porqué no se pudo, siempre que pregunto nadie me quiere contestar. —

Chara se quedó sin habla, solo dejó que él alegre esqueleto la condujera mientras él le tomaba del brazo hacia quién sabe dónde, pero era lo menos que podía hacer ¿Verdad? Era la manera de hacer amigos ¿No era así, Asriel? Esa alegría que el esqueleto traía consigo le hacía sentir bien, no podía menospreciar la invitación del contrario, incluso cuando no entendía mucho de lo que éste decía.

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Después de mucho tiempo hay actualización, perdón raza, simplemente no sabía que escribir.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2019 ⏰

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