Capítulo XIX

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Otra persona en su situación estaría completamente nervioso. Bien, él lo estaba, pero no por las razones de las que estaría cualquier otra persona. Hombre o mujer. Gretel no se había movido ni un solo milímetro, presionando su nariz contra la de él y con sus manos apoyadas sobre los muslos del chico. Y si era sincero, él tampoco se había movido desde que se había dejado caer en el suelo, apoyado contra la pared. Así que Gretel parecía tenerlo acorralado, disfrutando su victoria con una perversa sonrisa ladeada, como si supiera el final de ese evento y le pareciera increíblemente hilarante y cruel en un balance perfecto. Arnold ni siquiera podía razonar correctamente, pensando que en cualquier momento ella iba a morderle la nariz y arrancársela de tajo. Y eso como mínimo. Sinceramente, le tenía profundos respetos a Lila, a Will y a cualquier otra pareja que hubiese tenido la alemana, porque para él era absurda la idea el sentir atracción por una trampa de osos bañada en veneno y con la autonomía suficiente para decidir atacarlo mientras dormía.

Esa sería la descripción que él pondría en el diccionario debajo de "Gretel von Bismarck"

Claro, Gretel era linda, tal vez atractiva para algunos. En definitiva, tenía su encanto, uno particular y muy suyo, pero todo eso estaba nublado atrás de sus actos tan crueles y sus actitudes tremendamente perversas.

- ¿Qué hacen? –la voz de Lila los tomó por sorpresa y Gretel se apartó hasta quedar sentada.

La bendita, angelical y oportuna pelirroja había llegado justo a tiempo. Arnold respiró hondo, agradecido al sentir que sus pulmones se llenaban de vida.

- Lo torturaba. –explicó la alemana, sentada en el suelo- ¿O pensaste que iba a besarlo?

- Aunque posiblemente eso asustaría a Arnold tanto o más que otra cosa... -medió Lila, sin ninguna intención de sonar grosera- Realmente pensé que estabas siendo, simplemente, cruel con él.

- Me conoces tan bien... -Gretel sonrió y extendió sus manos hacia la chica.

- Y sabes que eso no está bien. –regañó Lila, ayudándola a levantarse- No puedes asustar a Arnold, es parte de tu familia y a la familia no se la aterra ¿Recuerdas?

- ¿Ya terminaste de hablar con Helga? –preguntó Arnold, porque se dio cuenta que necesitaba decir algo, lo que fuese.

- Si... -la chica suspiró pesadamente, mirando el suelo- Me agrada Jaimie...

- Yo no la...

- Gretel. –regañó Arnold, levantándose- Vamos a tener esta conversación, quieras o no. –observó a Lila- ¿Quieres...?

- Preferiría quedarme. –admitió la pelirroja y observó por todos lados, hasta agarrar una gran sábana y usando el lado limpio, la puso sobre un viejo escritorio y se sentó ahí- Me vendría bien un refuerzo.

- Bien. –Arnold señaló el puesto junto a Lila- Tú puedes sentarte ahí, Gretel.

- Cuando te dije que aquí existieron aulas... no me refería a que retomaras el rol de enseñanza. –se quejó la alemana, pero se sentó junto a su novia- ¿Esto es sobre Jaimie...?

- Esto es sobre Will. –cortó el chico- Y tu actitud con él.

- ¿Qué actitud?

- ¿Recuerdas lo que le hiciste a Charity cuando te diste cuenta que estaba coqueteando con él...?

- ¡Ni siquiera la toqué! –se defendió la chica.

- ¡Gretel! –regañó Lila, sin poder creerlo- Le lanzaste a Gerald sobre la cabeza ¡Pusiste sobre su cara partes... privadas de un chico para que se asfixiara!

Cacería «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora