09.- LA VERDAD QUE SANGRA

158 18 1
                                    

La luz del amanecer se filtraba por los bordes de la cortina borgoña, contrastando de forma casi dolorosa con la oscuridad perenne de la habitación, por lo que el movimiento fue demasiado evidente cuando Yixing quiso hacer una entrada sigilosa y meterse a la cama arrastrando con su cuerpo la tela, abriendo el paso de la tenue luz del día directo hacia el rostro del menor.

—La gente común se está levantando a esta hora —comentó con la voz ronca, intentando esconder el rostro en la almohada, era demasiado temprano aún.

—La gente común con trabajos comunes, no yo —sintió una mano fría meterse por entre las sábanas y escarbar entre los pliegues de su pijama, hasta que encontró la piel tibia de su vientre, que se erizó en seguida.

—Mierda, déjame dormir —golpeó la mano del mayor y se envolvió con las mantas para usarla de barrera entre su cuerpo y el ajeno, Lay, por su parte, rió por lo bajó y lo abrazó en su fase de capullo—. ¿Por qué estás tan contento?

Lo había escuchado teclear durante gran parte de la noche y después hablar en coreano por teléfono, no se molestó en preguntar con quién hablaba, pero no había esperado que acabara de tan buen humor.

Por el momento, ellos estaban estancados en su investigación, ya habían cubierto gran parte de su trabajo y solo faltaba que Kun diera el siguiente paso. Alrededor del menor, todo parecía estar en calma, demasiado para su gusto y el de Lay. En otras palabras, estaban disfrutando de unas irreales vacaciones de invierno.

—Hablé con Choi JunSeo.

Bueno, él estaba de vacaciones mientras Yixing seguía contactándose con personas que podrían ayudarlos, incluso si aún no podía comprender cómo.

—¿Por qué?

—Porque fui un idiota y no lo vi antes —lo que era bastante increíble, considerando que Lay era un trabajólico jodidamente bueno en lo que hacía—. ¿Recuerdas cuando Kun viajó a Mokpo con su padre?

¿Cómo podía olvidarlo? Por motivos de tiempo, apenas habían alcanzado a verlo en el viaje de vuelta, así que tenían pocas pistas sobre lo que ahí había pasado, pero recordaba perfectamente las imágenes que él mismo había capturado del rostro macilento y cansado del menor. Estaba seguro de que no había sido un viaje de placer.

—Ayer, en las noticias de Corea, estaban hablando sobre la caída de la compañía de JunSeo, la que comenzó con el fallido matrimonio de su hermano menor, JunHong, y ya no tiene vuelta atrás.

Con un gruñido, SeHun descubrió su rostro y se desenvolvió un poco de las mantas, su cabeza no podía hacer las conexiones que había hecho la cabeza china de Lay, pero esperaba que este fuera pronto al grano.

—¿Qué tiene que...? ¿La compañía Choi tenía negocios con los Nakamoto?

—Casi, pero no —odiaba cuando Lay sonaba como niño con juguete nuevo a esas horas de la mañana, pero se alegraba de que eso lo motivara y mejorara su ánimo—. Si el enlace se hubiera concretado, probablemente hubieran acabado teniendo negocios en común, pero por el momento, los Nakamoto solo trabajaban con el grupo Kim. En ese viaje a Mokpo fueron al matrimonio de Choi JunHong, lo sé porque JunSeo consiguió la lista de invitados.

—Lay, estoy seguro de que me quieres llevar a algún lugar, pero no comprendo a dónde específicamente —el chino rió nuevamente y lo tomó por las mejillas, provocándole estremecimientos con sus manos gélidas.

—Ya sé cómo llegar a Kun, no solo a la empresa de los Nakamoto y a su padre.

Poco a poco y realmente lento, SeHun reconoció la dirección de los desvaríos matutinos de Lay y no estaba seguro de si quería acompañarlo en esa travesía.

Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora