El universo de Sword Art Online y sus personajes no me pertenecen, sino a Reki Kawahara y al estudio A-1 Pictures.
Yo únicamente los utilizo con fines de entretener.
Kiriasuweek Día Uno: Aincrad (AU).
Cualquier cosa que Kirito pudiera decir en el momento preciso, terminaría diciéndolo unas horas después. Por conveniencia, por distraído, o simplemente por darle un cabreo a la vicecomandante. La razón en sí es desconocida.
Algo a lo que había de acostumbrarse ciertamente la mujer en cuestión. Algo más, de hecho. Porque la vicecomandante de los Knights of Blood ya tenía una larga, larga lista de cosas que odiaba del espadachín negro quien, si no tuviera la habilidad con la espada que todos sabían poseía, muy probablemente ya hubiera sido pateado bien lejos de las líneas del frente.
Claro que Kirito, con la actitud despreocupada siempre revoloteando a su alrededor era totalmente inconsciente de la furia que se le quedaba atorada en los puños a Asuna al menos en esos primeros tiempos. Ya luego, comprendería los límites de la peligrosa tormenta que se volvía esa mujer cuando algo la enfadaba de verdad. Casi siempre por una tontería ocasionada por él mismo.
Pero tenía sus cosas buenas también.
Más o menos.
Probablemente esa relación no podría empeorar.
Ahora lo veía, a Kirito, con el rostro enfurruñado y bastante frustrado mientras aceptaba la invitación de party que ella, casi amenazándolo amablemente le había sugerido. Asuna empezaba a conocerlo lo suficiente como para entender que, a pesar de su carácter solitario y a veces sarcástico, las cosas que le ocultaba generalmente eran parte de heridas pasadas aún sin cicatrizar. No insistió en el tema, no obstante acarició sus dedos levemente desde el otro lado de la mesa, invitándole a decirle, sin presionarle esta vez, lo que pasaba por sus solitarios pensamientos.
—¿Hay algo que quieras decirme, Kirito-kun? — vale, tal vez hubo un poco de presión en eso. Bastó ver como los ojos oscuros de él encendieron su brillo por unos segundos, deteniendo por instantes los latidos del corazón de ella. A pesar de lo fuerte que podría verse, Asuna le temía al rechazo.
Por ello, simplemente atravesó con niveles y puntos de habilidad cualquier cosa que pudiera rechazarla o retrasarla. Resultó porque Aincrad, este mundo, estaba hecho precisamente de esa ley, quien sobrepasaba a todas las demás: "Hazte más fuerte que todo lo que tengas a tu alrededor".
Sin embargo, todo eso perdía funcionalidad cuando Kirito no le devolvía la mirada y enfocaba su vista en cualquier esquina de la habitación, huyendo de la conversación.
Asuna apartó lentamente sus manos, casi entrelazadas, mientas la sonrisa inherente en sus labios cuando bromeaba con él desaparecía tan rápido como el aire se congelaba la habitación. Sabía que las cosas que Kirito no le decía le dolían tanto como una herida abierta. Por la conexión que, aunque quisiera negarla, tenía con el espadachín, sentía que se hacía añicos también al hundir el dedo en la llaga. Pensó que tal vez debería terminar la tertulia por hoy y, al estar segura de que Kirito dormía, disolver el equipo recién creado.
Estaba huyendo, lo sabía, pero nada podría ser peor que sus propios sentimientos aniquilándose entre sí.
—Entonces, nos vemos en la reunión del jefe de piso, ¿está bien? —ella le regaló una de sus sonrisas calurosas desde la puerta, esperando que él se despidiera con una broma pesada y pudieran pasar página, que ella misma pudiera hacerlo por fin.
Lo que no sucedió.
Le pareció verlo murmurar, debatiéndose consigo mismo sobre algo que Asuna desconocía. No obstante, luego de unos helados segundos, simplemente asintió con un movimiento de cabeza mientras alzaba vagamente la mano en señal de despedida.
Asuna, vestida con su pijama observaba la luna desde su ventana, habían pasado dos horas y trece minutos desde que Kirito se había ido. 2 horas y diez minutos desde que, la pantalla emergente de "Disolver grupo" era el único sonido viviente en la habitación. Ella se sentía un poco dolida, a decir verdad, por el camino que habían tomado las cosas en estos últimos días. Probablemente era mejor que siguiera así, Asuna no se sentía mal del todo, por alguna extraña razón su corazón palpitaba de alegría por una razón desconocida.
—Entonces, ¿así es como todo terminará?
Cerró la ventana emergente conteniendo la respiración, presionando Cancelar. Seguido suspiró resignada. Entonces lo vio.
No a Kirito. El ícono de un mensaje parpadeando, de él. Hace dos horas y diez minutos, se le aceleró el corazón en ese instante, al leer el mensaje que constaba tan sólo de una palabra:
—"Ábreme"
Casi poseída por un demonio, atravesó las distancias entre su habitación y la puerta de su hogar con una velocidad que hacía honor a su sobrenombre, cuando la abrió lo primero que sus ojos vieron fueron los suyos, un mar completamente negro en sincera calma. Asuna no pudo contener las lágrimas que sin su permiso resbalaron por sus mejillas. Conocía bien a ese idiota espadachín lo suficiente como para comprender que hace más de dos horas él había estado parado ahí, esperándola.
El mar negro en completa calma se volvió una tormenta de pensamientos desconocidos cuando Asuna apareció, no obstante, era demasiado tarde para echarse para atrás.
—Te estaba esperando —no fue la mejor forma de empezar, y quiso abofetearse por ello. Asuna se limpiaba las lágrimas mientras el comenzaba su monólogo. Conocía muy bien a esa idiota esgrimista para darse cuenta de que en el transcurso del tiempo que a él la había tomado armarse de valor se había montado un circo en su cabeza.
Asuna comprendió el significado detrás de esas simples palabras. Sintió escalofríos cuando Kirito tomó sus manos y disminuyó peligrosamente el espacio que quedaba entre sus rostros. Lo que vino después, Asuna probablemente no lo olvidaría nunca.
—Cásate conmigo.
Notas de Autor.
¡Hey!
Iniciamos la Kiriasuweek con... algo que no sé si es angst o romance, tal vez una mezcla de ambos, saben cómo soy (¿?)
Esta es mi OTP sobre todas las demás, la primera, y voy a amarla siempre que haya sangre en mis venas. Las palabras solo salen con este par, me encantan, los amo.
¡Nos leemos en las historias!
Escuchando Llegaste tú — Jesse & Joy.