Tenía 15 años cuando conoció a Carlos, un chico tres años mayor que había llegado a su clase después de repetir en varias ocasiones. Aunque no fue hasta mediados de curso que tuvo su primer contacto con el. El chico ya mayor de edad se había ausentado de clase después de la primera hora, cosa que no fue nada nuevo para ninguno de sus compañeros, quienes ya lo habían terminado asimilando como algo normal.
Lora se encaminaba al baño en mitad de clase cuando sintió que alguien le llamaba a sus espaldas. Carlos se acercaba a ella a pasos agigantados, las chapas de su chaleco vaquero tintineaban a cada paso y su larga melena ondeaba a su pos.
- Chiquita guardarme esto un segundo porfa ahora lo cojo. Su tono era afable aunque cargado con cierto nerviosismo, y antes de ser consciente de lo que ocurría le agarro la mano y depositó en ella una pequeña bolsa plástica. - Cuídalo, ahora vuelvo. Le guiñó el ojo con complicidad y antes de que su perplejidad le dejase articular palabra, él ya corría escaleras abajo como alma que lleva el diablo. Observó la bolsa. El plástico dejaba vislumbrar unos bultos verdosos, Lora no había tenido contacto alguno con las drogas, aunque reconoció de inmediato lo que era. Hierba.
Poco después de que saliese del baño llegó Carlos con la misma prisa que antes, sin mediar palabra esta le devolvió la bolsa y se dispuso a regresar a clase. cuando vio desde el rabillo del ojo una pieza metálica cayendo al suelo con un leve tintineo. Una chapa. Se dispuso a cogerla para devolvérsela a su dueño, pero este ya había desaparecido nuevamente.
Pantera. Eso ponía en el pequeño trozo de plástico. Cosa que llamó inmediatamente la atención de lora. Al martes siguiente cuando por fin Carlos volvió a clase le entregó la chapa, este apenas fue consciente del hecho y no le dio la mayor importancia. Pero aquello había supuesto algo muy importante para lora. Antes de aquel día ella escuchaba lo que sonaba en la radio y algunas cosas que había en el mp3 que robaba a su hermana mayor, Britney Spears o los backstreet boys. Aquel día descubrió que aquella música no creaba en ella aquel revoltijo de emociones que le revolvían la tripa y le hacían sentirse entera. hacia poco su mejor amiga alma se habia mudado a otra ciudad y la soledad la embargaba con frecuencia y en el metal encontró su consuelo. No volvió a hablar con carlos hasta un par de meses después, una mañana que llegó demasiado tarde a clase pues había perdido el bus, y se sorprendió al darse cuenta que aquella norma que habían establecido hacía unas semanas ya se estaba cumpiendo, todo aquel que llegase mas de 10 minutos tarde no podría entrar, ya que se cerrarán las puertas del instituto. Se sentó en las escaleras frente a la puerta y encendió el mp3; hacía poco había conseguido uno propio y con ayuda de su tío había metido música nueva. - vaya no te creía alguien capaz de llegar siquiera cinco minutos tarde. la voz se le hizo desconocida, aunque a los segundos la identificó junto a su dueño que se encontraba a su lado. carlos se sentó a su lado con una sonrisa socarrona y alzando los brazos desperezándose. La chica se quitó los cascos con pocas ganas y le dedicó una pequeña sonrisa a su compañero. - Cosa del bus. contestó. la musica seguia sonando y los primeros acordes de una canción de whitesnake salio a través de ellos. El que había estado mirando al infinito unos segundos se giró extrañado. - baia baia, jovenzuela con buen gusto, no me imaginaba que ninguno de clase tuviese buen gusto, me equivocaba por lo que veo. Dijo bastante perplejo. - Soy una caja de sorpresas. contestó sonriente. Estuvieron un rato en silencio ambos hasta que carlos interrumpió.- Quieres un pitillo lora? esta negó con la cabeza alegando que no fumaba. De igual manera este saco dos cigarros de la caja y colocando uno entre los labios entrego el otro a lora que intentó rechazarlo pero al final lo cogió. - para todo hay una primera vez. le giño el ojo. - Es que no se como fumar. admitió algo cortada la chica, causando carcajadas a su compañero. - Imitame, nadie nace sabiendo fumar bonita. El humo llegó a la garganta de lora provocando la tos y risa a carlos a su vez por lo ridículo de la situación ella rió junto a él. En ese momento se forjó una extraña amistad, un pequeño círculo al cual se irían uniendo miembros nuevos
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Las lagrimas de cristal
Teen FictionLora es una joven asombrosa, con muchas virtudes y fuerza de voluntad, con una historia intrigante divertida y dura, sobre la amistad y la superación.