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Es sólo un corte de cabello

Kidou, luego de convertirse en entrenador de Teikoku bajo la atenta mirada del Quinto Sector, decide deshacerse de sus rastas de manera adecuada, en una peluquería. Sin embargo, no espera encontrarse allí con su antiguo rival.

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Kidou ha estado parado frente al edificio durante diez minutos completos ahora. Se balanceaba de un lado a otro sobre sus pies mientras trataba de moverse.

"Vamos, es solo un corte de pelo, ¡no seas tan estúpido!" Murmuró para sí mismo. Kidou ha estado usando rastas desde que podía recordar. Pero hoy, ya que había sido elegido como el nuevo entrenador de Teikoku, decidió hacer algunos cambios. Él ya dejó las gafas extrañas en la escuela secundaria, y las cambió por lentes de colores en lugar de eso, pero no sintió que eso fuera suficiente. Sentía que hacer una renovación importante lo ayudaría a sobrevivir las cosas que estaba a punto de hacer. Porque estaba a punto de aplastar a una gran cantidad de equipos mientras fingía obedecer al Quinto Sector, y no podía hacerlo como lo era antes.

Él suspiró. "¡No seas tan maldito cobarde!" Murmuró. "¡No es gran cosa!" Finalmente dejó de mecerse de un lado a otro y dio un paso adelante. Abrió la puerta de la peluquería y entró en el edificio.

Lo primero que le golpeó fue el olor. La cantidad de laca en el aire era casi sofocante y la visión de Kidou se empañó por un minuto a pesar de que llevaba gafas. El lugar era grande. Había decidido venir aquí, porque era el peluquero más cercano a su casa, pero ahora comenzó a lamentar su decisión. Hasta ahora, Kidou cuidaba su cabello completamente solo. Nunca visitó a un peluquero; estaba demasiado orgulloso para rechazar un desafío como mantener sus rastas.

"Pero las grandes causas requieren grandes sacrificios", pensó Kidou mientras miraba alrededor. Parecía que Kidou había llegado en las horas pico ya que todos los asientos ya estaban ocupados, excepto uno. Junto a él, dos hombres estaban profundamente comprometidos en una conversación, demasiado profundamente como para advertir la entrada del nuevo cliente. Uno era un hombre bajo pero delgado, con cabello rubio recogido y tres perforaciones en la oreja izquierda. Llevaba un delantal con el logotipo de la compañía de peluquería, por lo que Kidou asumió que era uno de los peluqueros que trabajaban aquí. El otro fue probablemente el cliente. Claramente, él necesitaba un corte de pelo, Kidou podía decir, a pesar de que estaba de espaldas a él. El cabello del hombre era solo un infierno de un desastre. Era marrón, grueso y largo, llegando a su hombro, atado en una cola de caballo suelta en un intento por regular lo que Kidou solo podía describir como una melena. Sin embargo, fue inútil porque el cabello del hombre se extendía en todas las direcciones de la brújula. Llevaba una chaqueta deportiva verde y blanca y se veía un poco desaliñado, Kidou tuvo que admitirlo.

Finalmente, el peluquero rubio notó a Kidou y le dio un golpe en el hombro a su compañero. Kidou podía escucharlo susurrar algo sobre "no poder lidiar con otros horrores hoy y tenía que tomarse un descanso" cuando pasó junto a Kidou y salió de la tienda.

Qué grosero, pensó Kidou mientras observaba al rubio irse. Volvió la mirada hacia el otro hombre. Los ojos turquesa se encontraron con las gafas verdes mientras la sangre se congelaba en las venas de Kidou. No puede ser, pensó mientras observaba al otro hombre. Es posible...?

"¡Fudou!" Kidou sabía que sonaba un reproche, pero estaba demasiado sorprendido como para preocuparse. ¡Casi no pudo reconocer al hombre, aunque estaba parado justo frente a él! ¡Oh, ha cambiado tanto! Y no solo en las apariencias. Ya no era el niño malo que conocía en aquel entonces. Él ha crecido, Kidou podría decir. No mantuvo la cabeza baja, como solía hacerlo, y su postura era mucho más firme. Irradiaba confianza, pero esta confianza era diferente de la que Kidou conocía en la FFI. Esta confianza no fue agresiva ni condescendiente; Era más tranquilo y silencioso. Era realmente diferente a Fudou, pero Kidou no lo había visto desde la FFI y no podía culparlo por cambiar. Estaba a punto de cambiar, él mismo, después de todo.