Capítulo 4

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___ : - N-No señor, por favor

Director : - Tengo pensado enviarla con un grupo de gente que la dé un ejemplo a seguir. Gente responsable y puntual - El hombre sentado en frente de mí toqueteó el borde de su mesa con el bolígrafo que manejaba en su mano derecha. Se echó hacia atrás, relajándose contra el respaldo de su silla, como si mi sufrimiento y mi tensión le agradasen.

Ufff... al menos no me despedirían.

___ : - Gracias señor, muchas gracias señor. - Si algo le gustaba al señor director de BigHit era que todos comiésemos de su mano. No es que fuéramos unos lameculos pero él quería vernos a su merced. Yo creo que si pudiera, nos ataría por el cuello a la pata de su mesa y nos azotaría cuando hiciésemos algo que a sus ojos fuese erróneo.  El director era la viva imagen de la maldad.

Director : - Más te vale... porque quizás estés con otro grupo de chicas mañana.

___ : - ¡No por favor! - Me arrodillé, postrando mis rodillas en la moqueta. Odiaba esto. Odiaba sentirme inferior a todo el mundo. Odiaba al puto director que me estaba haciendo esto. Y odiaba a Suga por hacerme llegar tarde. - ¡Se lo ruego! ¡Estamos a punto de debutar! ¡Y... y estoy cómoda con mis compañeras!

Director : - Solo de prueba mujer... solo de prueba. - Agitó su mano con una humildad fingida. Que asco de hombre. Me puse en pié y sacudí el polvo de mis vaqueros. - Tómalo como un curso de aprendizaje que te doy... porque soy muy buen director... ¿a que sí?

___ : - Muchas gracias señor, sí, señor. - Chirrié mis dientes y le corté el cuello en mi mente. Estúpido engreído, que incluso soltaba farsas como camiones por la boca.

Director : - Y ahora vete, que tengo mucho trabajo que hacer. Y tenéis que grabar un MV mañana. - Me despedí inclinándome y juntando las palmas de mis manos.


Llegué al dance practice un poco antes del fin del descanso, por lo que la alarma de fin de comida no había sonado aún. Senté mi pesado y adormilado cuerpo en el parqué de madera clara que recubría todo el suelo de la sala. Observé detenidamente mi diminuto reflejo en el espejo. Ese espejo... cuanto lo odiaba... aunque básicamente amaba pasar tiempo con él. Se podría decir que me había criado entre espejos.

Cherry : - ¡___! - Mi mejor amiga abrió la pesada puerta a duras penas y se acercaba corriendo hacia mí con los brazos listos para abarcarme en ellos. Me volví a imaginar a Yoongi abrazándome la noche del puente. - Dime que no te han despedido, por favor.

___ : - De momento no

Cherry : - ¡Qué bien!

___ : - Dije de momento. Se le veía disgustado.

Cherry : - ¿A quién, al dire? Ese hombre siempre tiene la cara igual, parce una pasa. - Recordé entonces al chico de las galletas de pasas y ron. Le debía un agradecimiento. Uno grande.

Poco después, llegó Hama, otra de mis compañeras de grupo. Hama era una chica japonesa, de tez muy blanca y ojos grandes y negros. Era extremadamente delgada, sus brazos colgaban inertes a ambos lados de su cuerpo, y sus piernas parecían frágiles como un cristal. Su carácter era igual a su aspecto, frío y distante. No hablaba con casi nadie y su alma era territorio cerrado con una llave perdida.

Hama : - Nos debes una explicación. - Me dijo sin siquiera mirarme, dejando sus cosas muy próximas a las mías.

Al rato, las puertas volvieron a abrirse, y dejaron pasar a la última componente del grupo, Olivia. Como bien se adivina con solo escuchar su nombre, Olivia no era coreana. Ni siquiera asiática. Olivia era Argentina, lo averiguamos el día que la conocimos, porque le hablaba en argentino por el móvil. Un español precioso con toques de eses alargadas y ches cortas y fuertes. No entendí una mierda de la conversación pero me quedó en claro que Olivia era extranjera. Su piel era morena rozando la negrura, y sus ojos brillaban un color verdoso. No era la más delgada del grupo, tenía carnecita. Ella decía que; "estaba un poco rellenita"

El chico de las galletasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora