Diez.

5.2K 400 68
                                    

Para el momento en el que comenzó la tercera prueba, Harry ya había perdido toda esperanza de que Percy apareciera. 
Siendo completamente honesto, diez minutos antes de que comenzara la prueba, aún había tenido esa esperanza. 

Había mirado para todos lados, entre la multitud, entre los campeones y en cualquier lugar que se le pudiera ocurrir, apenas escuchando la voz de Moody que se encontraba a su lado dándole algún tipo de instrucción. 

Pero Percy no apareció, había desaparecido hace mucho y todos dudaban que alguna vez regresara, lo único que les quedaba era esperar y saber que es lo que había pasado con ella. 

Entonces, sonó el primer cañonazo, señalando que era su turno para entrar en el laberinto, cosa que no tardó en hacer. 
Su mente divagó la mayor parte del tiempo, sus instintos controlaban su cuerpo mientras su mente entraba en un tipo de ahorro de energía solo enfocándose verdaderamente cuando sentía algo amenazante aproximarse, como Krum que apareció listo para triturarlo. 

De verdad deseaba que Percy estuviera ahí con él.

Cuando se encontró con Cedric atrapado, lo libero rápidamente, había escuchado que mientras pasaban sin escuchar sobre Percy, al Hufflepuff le iba afectando más su desaparición. 

Encontraron la copa y corrieron juntos hacia ella, cuando la alcanzaron, decidieron tomarla juntos. 
Una sensación familiar los invadió a ambos, el viaje duró menos de un par de segundos y cuando volvieron a tocar el suelo ambos notaron que se encontraban en un cementerio, Harry no tardó mucho en reconocerlo como el lugar que aparecía frecuentemente en sus pesadillas. 

—¿Dónde estamos? —preguntó Cedric, mientras miraba alrededor, encontrando la copa a unos metros de ellos se dirigió hacia ella, con una sonrisa al entender lo que había pasado—. Es un traslador, ¡Harry, la copa es un traslador!

Pero mientras que Cedric parecía feliz por su descubrimiento, el de lentes parecía al borde de un ataque de pánico.

—Yo ya había estado aquí, en un sueño —le notificó Harry a Cedric, mirando las lápidas a su alrededor, inconscientemente buscando alguna señal de que tal vez se trataba de otro sueño. Hasta que leyó el nombre en la lápida a su lado: "Tom Riddle"—. ¡Cedric, tenemos que regresar con la copa ahora mismo!

—¿De qué hablas? —le preguntó Cedric, mientras seguía paseando por el lugar, deteniéndose al lado de un caldero enorme. Parecía por fin ser consciente del peligro que los acechaba. 

Antes de que Harry pudiera continuar, alguien nuevo apareció en su campo de visión, una figura conocida, alguien que había conocido hace un año, pero antes de que pudiera avisarle a Cedric sobre el peligro o siquiera correr hacia la copa, un dolor comenzó a invadirlo, originándose en su cicatriz en forma de rayo y penetrando a su cráneo. 

En el caldero en medio de las lápidas, el fuego bajo el cobró vida al tiempo en el que Harry caía de rodillas a un lado, Cedric se acercó preocupado pero Harry lo rechazó y como pudo musitó unas palabras, intentando salvar a su amigo.

—¡Vuelve con la copa! —soltó entre dientes el de lentes. 

Acostumbrándose poco a poco al dolor en su cabeza, Harry alzó la vista, encontrándose con Colagusano llevando en sus brazos un bulto que él ya se temía qué (o quién) era. 

—¿Quién eres? ¿Qué quieres? —preguntó Cedric, tomando su varita y apuntando hacia Colagusano y Voldemort, que ya se acercaban a donde ellos estaban. 

—Mata al intruso —fue la instrucción que soltó Voldemort. 

Avada Kedabra! 

Harry Potter y la Hija de Poseidón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora