XVI

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—¿necesitas algo?—Preguntó uno de los guardias al guiarme a uno de los cuantos búnkers que tenían en la sede de Apollon.

—Sí, que me dejen ir. Pero supongo que eso no van a hacerlo así que...—

—Creo que estás al tanto de nuestra situación aquí, no es como si de verdad tenemos ganas de secuestrarte ¿sabes?—suspiré.

—Si, bueno... supongo que a Apollon le importa una mierda la opinión de gente como nosotros...—lo miré—. Al menos a ti no te usarán como rana disecada.—

—Seh... para mi es un cuello explosivo.—sonreí—. Avisa si necesitas algo.—asentí vagamente mientras caminaba hacia la mesa circular en el centro del cuarto.

A pesar de que este podría ser mi final, no tenía ni una pizca de nervios en el cuerpo. El miedo y la desesperación fueron desapareciendo durante el viaje hasta aquí, después de todo, la persona más importante para mi estaba a una distancia bastante lejos de este maldito lugar... Noah estaba a salvo.

—Bueno... supongo que seré como Ellie, sólo que no hay un Joel para que venga a rescatarme...—

Tomé una de las tantas frutas sobre la fuente en el centro de la mesa y cuando estaba por darle una mordida, la puerta se abrió, dejando ver a la persona más despreciable del mundo a mi parecer.

—Vaya, señor Andersen. Se ve aún más mierda que la última vez.—finalmente comí un poco de fruta.

—Me han dicho que viniste aquí por voluntad propia...—

—Bueno, no es tan así...—lo miré inexpresiva—. Ellos iban a matar a mis amigos y capturar a Rasmus, Si lo desea, puede llamar "voluntad propia" a sacrificarme por ellos...—

—Rasmus... ¿está bien?—

—No está aquí, supongo que eso es algo bueno.—

—Sé que estás molesta...—

—Nah ¿por qué lo estaría? Engañó a mis padres y a mi van a torturarme hasta morir...—

—Tienes una boca muy suelta...—me encogí de hombros.

—Es un don... dígame algo ¿esto tardará mucho? No me gustaría perder esta paz interna que tengo antes de que comiencen a cortarme.—el hombre suspiró.

—En la mañana comenzarán los exámenes, por ahora necesito que descanses.—

—¿tendré una especie de última comida o algo así? Porque me gustaría pedir pollo al horno con patatas.—

—... veré qué puedo hacer.—

El hombre se retiró, dejándome nuevamente sola.
Aunque parecía despreocupada, poco a poco ese miedo comenzaba a renacer en mi interior.
Me recosté sobre una pequeña cama del lugar, y aunque no tenía sueño, cerré los ojos e intenté relajarme.

Era imposible.

Unas cuantas horas después, una mujer entró al cuarto y dejó la cena sobre la mesa.

—Vaya, Andersen cumplió su promesa.—solté desganada mientras observaba a la mujer.

—Y estuvo difícil, no es tan sencillo conseguir estas cosas. Disfrútalo...—se retiró sin decir nada más.

—Sí, claro. Como si estuviera de vacaciones...—

Me senté a comer y, por primera vez en mi vida, comí mi plato favorito sin ganas.
Al terminar, fui al baño y luego volví a acostarme. Esta vez, ya sentía un poco más el cansancio, por lo que no tardé en quedarme dormida.

•○•

Una leve presión en el brazo me hizo despertar.

—¿Qué...?—abrí los ojos con pereza.

—Ya es hora.—un hombre de bata me miró seriamente.

Sin rechistar me levanté y lo seguí.
Me guió hasta un pequeño cuarto de cristal, que de no ser por una simple camilla y una pequeña mesita de metal, estaría completamente vacía.

—Supongo que debo recostarme aquí...—me senté en la camilla—. ¿Qué van a hacerme ahora?—

—Comenzaremos con una muestra de sangre.—

—... me suena a que me dejarán seca.—me recosté.

El tipo me conectó a unas extrañas máquinas durante horas, o tal vez fueron minutos, había perdido total noción del tiempo.
Cuando comenzaba a sentir que no tenía fuerzas para nada, me pareció escuchar unas alarmas a lo lejos.

—¿Qué... pasa?—solté con dificultad.

—Debe ser un error, ya vuelvo.—el médico salió rápidamente del cuarto.

—Seh... Tómese su tiempo...—cerré levemente los ojos.

Apenas unos minutos después, escuché la puerta abrirse.

—Doc, creo que estoy por morir. Si no es mucha molestia ¿puedo sacarme esto y, ya sabe, recuperar un poco de vida?—solté con dificultad aún con los ojos cerrados.

—¿Qué te parece si mejor nos vamos a casa?—abrí los ojos rápidamente al escuchar esa voz.

—Rasmus... ni siquiera tenemos casa...—el chico sonrió mientras se acercaba a la camilla y comenzaba a desconectarme todos los cables.

—Bueno, sólo ven conmigo y todo estará bien.—

—No puedo pararme, estoy muy débil...—

—No hay problema...—El chico me alzó en brazos.

—Mi príncipe azul al rescate...—

Rasmus besó mi frente antes de comenzar a trotar fuera del lugar.

Me alegra saber que sí vinieron por mi... lástima que llegaron después de que me dejaran más seca que una pasita de uva.

 lástima que llegaron después de que me dejaran más seca que una pasita de uva

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~° Under The Rain (Rasmus y tu) The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora