Nací en una familia que, bueno, no era realmente una familia.
Quizás debería empezar antes de mi nacimiento para hacer esto bien; sí, eso haré.
Mis padres se conocieron en una discoteca cuando eran jóvenes, lo suficiente para que mi madre creyese en el amor a primera vista. Así que, sí, mi madre vio a un chico de pantalones ajustados y de cintura alta que ni siquiera sabía bailar bien y se enamoró, al menos eso es lo que me han contado.
Mi progenitora decidió hacer una llamada con número oculto, finjió que era una empresa que hacía pequeños "tests" por así decir y le fue preguntando a mi padre sus gustos.
Una forma discreta e inteligente en mi opinión.
Poco después gracias a los nuevos conocimientos de mi madre él también se enamoró.
Sí, definitivamente una romántica historia, incluso, durante su noviazgo él la visitaba con enormes ramos de flores.
Pero unos años después se casaron.
Ahí es cuándo comenzó el inicio del final, un completo desastre, la hermosa y romántica historia de amor se fue a pique.
El amor se fue convirtiendo en algo peor, no sabría decir qué (sobre todo porque yo no estuve ahí).
En un momento dado, cuándo mi joven madre encontró un empleo adecuado, de hecho magnifíco... llegué yo, bueno un intento de "yo" porque en ese momento sólo tenía unas semanas.
Ese test de embarazo (pese a que no lo admita) arruino muchas de las posibilidades de mi madre en la vida, entre ellas su maravilloso trabajo. No le renovaron el contrato.
Y ahí estaba yo, una cosita del tamaño de una uña del meñique no buscada pero aún así querida; un pequeño resquicio del amor de mis padres. Un intento (repito NO buscado) de reavivar la llama.
Lo que es el destino.
Y nací yo. Una cosita arrugada dándole la bienvenida a un mundo desconocido, en ocasiones horrible y a veces maravilloso.
Teníamos un gato y una perrita y en las fotos parecíamos felices, aunque claro, es fácil que un bebé esté feliz, tan fácil cómo finjir una sonrisa ante la cámara.
A mí me gusta pensar que éramos felices de verdad, que les hice realmente felices.
Pero el cuento de hadas duro poco. Dos años para ser exactos.
Cuándo yo tenía dos años mis padres se separaron. Y no fue una ruptura fácil precisamente. Mi padre le fue infiel a mi madre, es decir la dejó por otra y por supuesto hubo muchos rencores por esto que a su vez generaron más rencores de ambas partes.
Y ahí estaba yo, en medio de esos problemas, un bebé de dos añitos.
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La historia de mi vida
Nonfiksi《Una historia como la tuya. Una vida. Alegrías y tristezas... Una historia como todas... o no...》 ●Basado en hechos reales●