【III】

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—Jisoo, ven necesitamos de tu presencia.

—Ya voy tía —respondo mientras estrujó la carta entre mis manos.

—No tardes, el tren de tú prima no tardará en partir —dice mi tía con cierta tristeza.

Pero como no iba a estar triste si su única hija se marchaba hacia España, aunque a lo que debería temerle es a la desolación que inunda las calles, igualmente todo el continente vivía en incertidumbre.

En los últimos días, solo en mi pensamiento aparecía el rostro de Jennie, aquel rostro con el que despertaba al lado suyo, siempre escuchando "no despiertes, quédate".

Esta ciudad no pudo traerme más que dolores e inseguridades, volviéndome en ciertas ocasiones adicta al vino y otras bebidas, pero solo aumentaban el dolor y junto con ello la necesidad de querer aliviarlo más, hasta que la vida me abandonase.

Solía vestirse demasiado bien, era toda una experta en ello y en muchas otras cosas, como lo fue para quitarme mi corazón y exprimirlo entre sus besos, aquellos que ahora atormentan todas mis noches.

Había veces, que sentía como una mano suave recorría mi cintura, pero solo era un sentimiento fantasma, que se fue anidando en mi mente.

Todas las noches sentía el vacío en la sabana, sentía la desesperación de regresar y decirle que olvidemos todo, como si nunca habría pasado lo de la carta, como si todo el mundo dejará de tomar importancia, ya que seríamos nuestro propio mundo.

Los días de lluvia, solía sentarme a un lado de la ventana para contemplar tan hermoso día, era la única vez que podía sentir que alguien más se sentía igual que yo, que el cielo lloraba junto conmigo.

Mi prima solo me miraba en aquel lúgubre rostro que transmitía y exasperada obsesión de ver el reloj de pared, sabiendo que ella ya no volvería a tocar la puerta, no volverían a ser las 1600 horas, aunque en mi corazón siempre lo eran.

- Jisoo, ves aquel reloj todo empolvado que está encima de la cabecera.

—Sí lo veo, ¿Qué pasa?

—Ves cómo la manija grande marca el número IV y la pequeña el XII.

—Claro que la veo Jenn, ¿Sucede algo con la hora?

—Claro que sí tontita, siempre te iré a ver a la misma hora —respondió y rió, mientras acercaba su mano a mi hombro.

—¿De verdad? —pregunto, sorprendida.

—Obvio, nunca he roto alguna promesa, que me acuerde.

—Entonces siempre esperaré las 1600 horas.

—Es una promesa —acerco su dedo meñique junto al mío y lo apretó.

—No tienes otra salida, ahora para ambas las 1600 horas significaran nuestro amor en nuestro corazón —respondió con una suave risa.

"Las 1600 horas", donde quedó tu promesa, dónde.

Unas lágrimas se deslizan por mi mejilla derecha, acerco mi hombro para secar todo rastro de tristeza.

La carta, había quedado tan arrugada como las demás, no quedaba más que solo tristeza en ellas.

Mi viaje a Berlín fue demasiado breve, quizás por qué nunca logré acostumbrarme a tan atareada vida, y mucho menos a lo que se estaba viviendo que era una completa muestra de inmoralidad y un olor a arsénico frecuente en todas las mañanas, salir a beber algo se me hacía complicado, en primera instancia no sabía ni porque iba, quizás intentaba encontrar a Jennie, quién no había hecho más que darme noticias de su viaje a la ciudad del naciente revolucionario.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora