Segunda vuelta

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Ella seguía mirando la luna salir cada noche, continuaba sonriendo ante la lluvia y viviendo como si el mañana no existiera. Fue en una cálida tempestad primaveral donde conoció a Cristopher. Él era un chico dulce y cariñoso como pocos.

"Cuidado", le advirtió Cristopher cuando casi la arrolla una bicicleta.

"Gracias", respondió azorada, levantando la vista del libro. "No lo había escuchado venir."

"No pasa nada", respondió con una tímida sonrisa. "¿Estás bien?"

Ella lo miró y vio en esos preciosos ojos grises el recuerdo de otros, tal vez eso o la indudable dulzura de ese chico perdido fue lo que la atrajo.

Se sorprendió de lo rápido que se enamoró de él. No era un amor turbulento lleno de subidas y bajadas; era más bien un mar tranquilo, un cálido atardecer, el suave viento de poniente.

Él, en cambio, se iba encerrando cada vez más en su juego de peones, gobernando desde su alta y distante torre de mármol. Veía la lluvia caer incesante y hasta eso le parecía trivial. Del vacío agujero en su pecho solo salían recuerdos amargos, sonrisas dulces y besos al despertar.

"Tenías razón, Emma", murmuró, mirando la triste luna que aparecía entre un claro de nubes. "Hay veces en que hasta los mejores momentos dejan un mal sabor en el paladar."

Giró, observando la enorme habitación. Solo la cama rompía el inmaculado vacío de la sala. Se acercó lentamente, dejándose caer sobre ella.

Ella estaba tumbada en otra cama, abrazada cálidamente por otros brazos cuyos ojos le recordaban a otra persona. Se giró y miró la dulce y aniñada cara de Cristopher, no pudo evitar gemir. ¿Acaso su fantasma siempre la atormentaría? Ahora tenía la oportunidad perfecta para empezar de nuevo. El negro vacío en su pecho estaba disminuyendo, pero sabía que solo él podría hacerlo desaparecer por completo.

¿Por qué se había ido? ¿Por él? ¿Le tenía tanto miedo? ¿Acaso no le daba todo lo que necesitaba? ¿No era feliz?

Recordó sus amargas palabras, saladas por las lágrimas que surcaban sus mejillas. "Necesito poder volar, extender las alas hasta que rocen el amanecer. Necesito sentir el sol como Ícaro, necesito poder despegar. Yo te amo, pero no puedo vivir en una jaula; una preciosa y dorada jaula, pero jaula al fin y al cabo."

¿Acaso era así como élla lo veía? ¿Como un carcelero? Se pasó el brazo por encima de los ojos y se sumió en un turbulento sueño.

La primavera dio paso al verano y este al otoño, y sin darse cuenta, el tiempo siguió su curso y esos sentimientos volvieron a quedar renegados en algún cajón de la memoria, siempre presentes pero cada vez más débiles. Ya no amaba, solo manipulaba. Ella ya no estaba sola, confundiendo gratitud con amor. Pero el destino es más cruel que el tiempo o la distancia.

Era una salida tardía de invierno cuando ella cayó derrotada. Su última esperanza de vivir una vida plena quedó truncada por un desafortunado accidente. Él la volvería a encontrar, pero el vacío sería tan grande que quizás ni siquiera el podria repararlo.

Fuego Cruzado [COMPLETO][REEDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora