❥ Capítulo 56

1.2K 71 1
                                    

- Ú L T I M O S    C A P Í T U L O S -


—No llamas, no escribes... No me puedo creer que te fueras así —le dijo, mientras sonreía para indicarle que sólo bromeaba.

—Sí, fue un poco repentino. Mike, éste es Agustín; cariño, éste es Mike y...

—Ana —dijo la joven, a la vez que le tendía la mano. Carolina tiró de la manga de Agustín.

—Es la mensajera que me entregó todas tus misivas —le explicó y observó cómo los ojos de Ana se abrían como platos.

—¿Tú eres el tipo? —preguntó la joven—. Tío, gracias por las propinas. Me has pagado esto.

Extendió el brazo para enseñarles un tatuaje recién hecho, una línea de texto en cursiva que le recorría la parte inferior de su antebrazo: La mente tiene su propio lugar y puede hacer del infierno un cielo y del cielo un infierno.

—Es una cita de Milton de El paraíso perdido —comentó la chica con orgullo.

—¿Sabes?, te juzgué mal —le confesó Mike a Carolina—. Debes de ser realmente cojonuda para que te despidan después de llevar sólo tres meses en el puesto.

Ella no tuvo ni idea de cómo responder a eso, aunque Ana asintió vigorosamente para mostrar su acuerdo.

—Carolina... —dijo Agustín a la vez que le apretaba la mano. Cuando ella levantó la vista, él le guiñó un ojo.

Un hombre de pelo plateado, bajo, pero de aspecto distinguido atravesaba la sala en dirección a ellos.

En cuanto Agustín lo vio, su rostro se iluminó.

—Qué alegría verte, Gordon —lo saludó—. Quiero presentarte a mi novia, Carolina Kopelioff.

Ella sonrió ante sus palabras. El hombre le estrechó la mano.

—Carolina, éste es Gordon Mortimer, el editor de Taschen.

Ella conocía Taschen, probablemente la mayor editorial del mundo de libros de diseño, arte y fotografía. Agustín tenía una considerable colección de ellos en su apartamento: Dalí, Helmet Newton, David LaChapelle, Roy Lichtenstein.

—Agustín, vi tu exposición en Manning-Deere. Un trabajo fabuloso. He estado hablando con tu agente y me ha dado largas. Pero me encantaría hacer un libro contigo. ¿Te lo ha comentado?

Él asintió.

—Sí... y me siento halagado. Me encantaría trabajar contigo, pero no estoy seguro de que las fotos de Astrid Lindall sean el material adecuado para mi primer libro.

—¿Tienes otra cosa en mente?

—Podría ser.

—Almorcemos juntos la próxima semana. —El hombre sonrió a Carolina y estrechó la mano de Agustín —. Estoy impaciente por seguir hablando del tema.

Cuando estuvo segura de que no podría oírlo, ella se volvió hacia Agustín.

—Eso es tan emocionante... —dijo—. Quisiera hablar contigo más tarde.

Empezaron a moverse entre los invitados y como un animal en la jungla,

Carolina sintió más que vio que Sloan la observaba. Se volvió lo justo para verla. Su antigua jefa estaba con un hombre de aspecto blando que la rodeaba con el brazo y Caro supuso que sería su prometido, Harrison.

Carolina se encontró con su mirada y, aunque apartó la vista rápidamente, el daño estaba hecho. Pudo interpretar claramente lo que decían sus ojos: «Lárgate de mi fiesta, puta».

❥ La Bibliotecaria • Aguslina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora