Último deseo (Crepusculo)

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Capítulo 11: "Compartiendo tiempo con Quil. Una casa, una llave y una razón "

El mes que creí que volvería para ver a la pancita de vexy, llegó, y no se como hacer aquello antes de morir en el intento. En estos días me pasado tanto en mansión de los Cullen como en la reserva, claro hubieron días en que me quedaba dormida y agotada en la casa de Quil, dónde me recibían bien, pero siempre con aquella mirada de tristeza. Me estaba ahogando en ello, todos sabían tanto como yo que mis días se restaban muy rápido.

Mi cabello me lo había rapado, ya que me frustraba quedar con cabello en la cama o que se me metieran pelos en mi nariz o boca. Se estarán preguntando, ¿que tal es tener un lobo y licántropo enamorado de ti?

Siento como una sonrisa se formula en mis labios. Estar con Quil es la gloria más pura,  su calidez me resguarda en las noches, siempre se filtra a mi habitación, aunque a veces Rosalie lo eche a patadas. Sus caricias hacen que mi piel se herice, sus mimos tiernos y cariñosos hacen que día a día mi corazón se enamore profundo de él. Siempre había creído que la imprimacion solo era cosa de lobos, que por estar muriendo no sentiría mucho enlace con él, pero siento que esta unión es más que un hecho visible que el amor verdadero y a primera vista existe.

Salgo levemente de entre mis pensamiento al sentir un roce de algo humedo y peludo en mi rostro. Volteo para observar que es, notando como un enorme lobo gris me observa, sin marcha atras le planto un beso en el hocico, viendo como aquello lo relaja, ya que sus orejas se agachan.

—Te amo Quil... Gracias por estar conmigo.

Siento como el gran lobo se estremece ante tales palabras y me lame el cuello y cara, logrando que me estremezca riendo divertida.

—Oye no, no quiero tener baba de lobo en mi~ —canturreo alejándome un poco, aunque ya fuese tarde.

Pero el lobo insiste y me sigue lamiendo tanto hasta conseguir tumbarme lentamente en el suelo de la playa,  si, estaba observando como todas las semanas desde que llegué a la Reserva, el mar de la Push. Era sencillamente hermoso y tranquilizante. Así me encantaba pasar mis último días, con el amor de mi vida, y la naturaleza.

『Quil Ateara』

Desde que me puse al tanto de la condición de mi impronta las cosas han sido duras de tragar, era destrozador observar como ella seguía alegrandose a mi lado a pesar de que ya muchas cosas había empezado a ya no poder hacer. A veces me preguntaba como se mantenía en pie. Pero cada vez que las quimios aue tomaba en el hospita,  con la esperanza de alargar mas su tiempo conmigo, hacía que se la viera mas débil. Pero nunca me lo demostraba,  la mayoría de las veces ocultaba sus emociones hasta tal grado que tuve que infiltrarme en su habitación en las noches para saber que en esos momentos se rompía en llanto e impotencia. Me dolía el corazon sentirla así. Ella se culpaba muchas veces por causarme daño en los dias anteriores.

Ya que hubieron ocasiones que estaba de guardia por órdenes de Sam, el alfa, y me tocaba dejarla para cumplir con mis obligaciones pero a mitad del camino,  de haberme alejado la capacidad de respirar se me hacía imposible, era mas pesado, y dolía al respirar. Cuando intenté llegar a la reserva me desmayé al sentir un dolor tremendo en la cabeza, gracias a Dios, Emily estaba cerca y llamó a Sam,  quién preocupado me observaba.

Luego de aquel día descubrimos qye cuando me alejo demasiado de mi impronta, todos sus síntomas que por las enfermedades que padece me afectan con mas fuerza, al tal grado de desfallecer, pero esto me causó dudas, ¿por qué me afectaba más a mi que a ella? Se supone que mi gen lobuno me cura de cualquier daño. Pero parecía ser nulo aquella habilidades de sanación. Y más aun una duda más había en mi... ¿cómo ella lobraba soportar todo este sufrimiento que era capaz de tumbarte y desear que acabe por siempre y de una este dolor?