En una tribu lejana mujeres y hombres se reunían en torno al fuego para cantar, reír y reconciliarse con su ser interior. No se trata de ningún rito, no compartían ninguna religión, no hablaban de política mucho menos de compasión.
Solo se unían como seres vivos en busca de un poco de calor. Entre ellos no existía jerarquías impuestas por un ser superior, ellos reconocían el paso del tiempo como única forma de evolución.
Cierto día un miembro del grupo al fuego una roca le agregó todos quedaron mirando, pero ninguno puso objeción.
La roca que era inmensa a los que se encontraban frente a ella sombra les ocasionó, algunos se quedaron quietos aceptando esa imposición, otros se corrieron un poco hasta sentir de nuevo el calor.
Solo uno de ellos vio en la roca la posibilidad de cambiar para mejor, así que en los días de lluvia la usaba como protección, en las noches de verano se colocaba en su sombra para evitar el calor y durante el invierno la alejaba un poco del fuego y la usaba como calentador.
Esto lo hacía delante de todos sin generar en los demás ninguna reacción, por lo que siguieron padeciendo de frío y en verano de calor, mojándose en las noches de lluvia por no tener protección. Para muchos de ellos el cambio nunca fue una opción, así nacieron, así eran felices, no había necesidad de andar girando en torno al calor.
Gabriela Motta.
Bella Unión.
11-09-19.