Sonozaki miraba por la ventana de hospital, hoy sería el día en que le diesen de alta; a decir verdad, se sentía un poco nervioso.
Recordaba a la perfección las palabras que Katsuko le había dicho, cuando ella se había ido en su búsqueda y, por consiguiente, rescate.
"- Quédate a mi lado a observar y a entenderlo poco a poco. Quiero compartir mi dolor y mis dudas contigo, Nao-kun; quiero que hablemos y pensemos juntos, ¡te quiero mucho!; No te dejaré solo; seguro que tú, también me quieres."
Llevó una mano a su corazón, sintiéndose tranquilo ahora. Escuchó el sonido de las muletas, volteando a verla.
A pesar de estar aún en la bata del hospital y con esas muletas, ella se veía tierna y de cierta manera, hermosa.
-Te ves hermosa.
La de cabellos blancos se sonrojó, pero sonrió levemente. Por alguna extraña razón, sentía que aún faltaba algo por hacer.
Naoko se acercó a la Agata, y la abrazó con cuidado. Siendo ahora que Katsuko se sostuviera de él; se sintió mejor.
Naoko creyó en sus palabras. Él confiaría en Katsuko. Porque ella nunca le dejó de lado.
- Creo en ti, Katsuko-chan.
-Traumada Taisho
