Habría sido para el imposible conseguir el sueño en aquella víspera de su revolución.
Sin pensar tomo su capa, de manera mecánica, como tantas y tantas veces lo había hecho, y se encaminó hacia la azotea del edificio. Aún no amanecía, el pálido azul del cielo comenzaba a resaltar y en el horizonte, donde el posaba su mirada, jirones de rosadas nubes le anunciaban la llegada de un día despejado. Fue cuando entonces sintió que le faltaba la respiración, no volvería a ver un amanecer como ese nunca. Evey no había vuelto a la galería desde que la liberó de su particular método para descubrir su valentía y él sabía que sin ella, cumpliría su venganza y moriría esa noche.
La ciudad despertaba ajena l dolor de V. las tintineantes luces que habían en un alumbrado la oscura noche de Londres, comenzaron a apagarse mientras el inconfundible ruido del tráfico que nacía a los pies del edificio.
Hacia frio, pero a V no le importó, la capa seguía descansando sobre el muro de piedra. Con un aparente gran esfuerzo, se llevó las manos a la parte posterior de la cabeza y deslizo el nudo que ataba su máscara a su rostro.
Alzó la cabeza, cerró los ojos y aspiró el precia do y gélido aire de aquel cuatro de noviembre. Quería tener mientras más recuerdos mejor, de hecho, esos eran sus únicos recuerdos, los que construía en su rutina diaria. Lamentó no poder recordar a su familia, sus amigos o del lugar de donde nació. Trató con todas su fuerzas traer a la memoria un pequeño hilo del que tirar, pero no fue capaz ni de recordar su propio nombre.
Frustrado, abrió los ojos y se asombró del radical cambio que presentaba el cielo. -¿Tanto tiempo he pasado en mis no-recuerdos?- pensó mientras se frotaba, ligeramente, el ojo derecho con su mano enguantada. El día había adquirido ya el inconfundible matiz amarillento de un amanecer inminente; las nubes y las estrellas de los aviones, brillaban como lo habían hecho momento atrás los faros de la calle.
V conocía bien poco del Londres diurno; pero sabía que le amaba tanto como el nocturno.
Al recordar a Evey, su corazón se encogió y sintió como se formaba un fuerte nudo en el estómago que le tomo a tomar una gran bocanada de aire. Centro sus sentidos en que quería su último amanecer y prestó atención a todos y cada uno de los detalles.
En realidad no quería la llegada de ese día. Habría vendido su alma al mismísimo demonio si con ello hubiera conseguido detener el crepúsculo y hacerla volver; pero la naturaleza, imparable, le mostró que son otras las cosas que la voluntad del hombre puede cambiar.
El vibrante y repentino canto de un pájaro, situado en la cornisa del edificio frente al que se encontraba, le hizo pensar de nuevo en ella. V arqueo una ceja y sonrió con amargura a imaginar que aquello era una perfecta alegoría a la libertad de Evey, una libertad que el mismo la había concedido tras mostrar ella su valentía y que, ahora, les mantenía tan distanciados como el día de la noche o la luna al sol.
Su mundo, desde que el él podía recordar, había sido nocturno. Siempre al resguardo de las sombras, siempre evitando que alguna luz mostrara las horribles consecuencias de su pasado. Actuaba de igual modo que la luna, dejando su genial brillo tras su velo de oscuridad, mostrándose tal cual; pero siempre difuminando en la nocturnidad. Y luego, durante el día, tal como satélite, no era más que una inevitable huella en el cielo de la ciudad.
Evey, por el contrario. Era luz.... Clara como el día, brillante y visible como el sol. No tenía por qué ocultarse del mundo. Ella era libre, preciosa e inocente de todo mal, no como él. Durante las noches de V. Evey descansaba y vivía cuando V e refugiaba el calor de su peculiar escondite y hogar.
¿Qué podría ofrecerle de todos modos? Tan solo podrían estar juntos durante las dos breves franjas del tiempo en las cuales sus mundos coincidían escasos minutos en el amanecer y otros pocos al atardecer. Demasiado poco tiempo para tanto amor. Era ese un pensamiento tan doloroso que llegaba a resultar romántico. Evey era el amor de su vida ese no era un hecho innegable. Era el mayor regalo que el destino habría podido darle; pero sus actos les mantendrían alejados para siempre. Esos crímenes, esa venganza les había llevado a la imposibilidad de forjar su amor... o al menos eso pensaba V.
-¿V?- Por un momento pensó que se trataba de una mala jugada de su mente. Cerró los ojos y trato de contener las lágrimas -. V ¿estás bien?, no había sido producto de su imaginación.
-¿Evey?- se dio cuenta que no traía la máscara y trató de que ella no se acercara. –Por favor, Evey... -Ella reparo en que la máscara descansaba sobre la capa y sonrió.
-No respondió cortando la distancia y abrazándole por la espalda. –No quiero que te la pongas.
-Evey, no puedo... -ella depositó un beso en su espalda. Y fue tan fuerte que V no pudo notar la vibración a través de la ropa.
- He vuelto porque no quiero que lo hagas –susurro Evey con el rostro escondida debajo de la capa-. He vuelto porque te quiero.
- He de hacerlo, Evey. Es algo difícil de detener –respondió él con la voz quebrada.
- No hay nada imposible, V. Déjame demostrártelo –V inmediatamente giro la cabeza cuando noto las intenciones de Evey; pero no pudo hacer nada. Unos segundos después, Evey había entrado por completo en su verdadero mundo. Lo había mirado a los ojos sin máscara de por medio.
- Evey, por favor... - cerro los ojos y le mostro su disgusto llevándose su mano derecha al rostro.
- V, por favor... - susurro ella, imitándole, mientras apartaba con suavidad su mano. Cuando de nuevo, sus miradas volvieron a conectarse, ella de regalo una sonrisa.
- No puedo darte lo que tú deseas, Evey.
- ¿Tú me quieres? – V tragó saliva mientras desviaba la mirada-. Entonces si puedes darme lo que deseo.-No lo entiendes. Este no es el final que merezco.
- Nadie sabe cómo serán sus finales, V. pero yo sé que no es morir esta noche
- Es mi destino...
- tu destino está junto al mío, y no voy a permitir que anules ese futuro – de los ojos de Evey comenzaron a brotar lagrimas que se dispararon en el alma de V-.
- No puedo...
-Por favor –suplicó abrasándole-. Esto es lo mejor que puedes hacer con tu vida V. No me obligues a vivir sin ti, porque no podré –las lágrimas cubrían el rostro de Evey, sin pensárselo, V paso su mano por la nuca de Evey y la deslizó hasta su mejilla para silenciar aquellas dolorosas palabras-.
Comprendió entonces que su venganza no tenía el mismo significado en su destino. Debería cumplir con una promesa, pero no podía morir. Evey era más importante que todo aquello. Era su libertad y se aferró a ella con todas sus fuerzas.
El beso se prolongó hasta que el primer rayo de sol les baño con su calidez. Sin separarse de ella y sin abrir los ojos, V dibujo una sonrisa de satisfacción en su rostro.
-Hay cosas imposibles- susurró V, apoyando su mejilla frente de Evey.
-¿Seguro? – le preguntó ella con fuerza a su cuerpo-. ¿Qué es lo imposible?
-Detener el tiempo, tratar de detener durante toda la vida un solo instante – movió la cabeza para besar su frente y sonrió de nuevo-, y que yo me separe de ti y deje de amarte.
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V For Vendetta (fanfiction)
Romanceeste es un fragmento de la novela gráfica y película "v for vendetta". Fragmento en del que se decidió usar una escena con mayor afecto entre "V" y Evey en la madrugada antes del cinco de noviembre, antes, de que v ponga en marcha su plan.