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—Se está haciendo tarde, ¿Que te parece si termino el tour de ayer?

—Bueno, aunque no sé si me va a dar el tiempo para sacar las fotos que quiero, va a empezar a oscurecer dentro de poco.

—No hay problema, dejamos para otra ocasión las fotos, un día que puedas venir temprano.

—Dale, muchas gracias.

—Por favor vecina.—Contestó para luego ponerse de pie.—Venga por acá.

Y así la guió hasta la sección donde habían quedado hace dos días. Enseguida se pararon frente al cantero, Brian aprovechó para poner una mano sobre la cintura de la joven. Adrienna al sentir la mano sintió un excitante escalofrío el cual su vecino notó enseguida.

—¿Tienes frío querida?— Aprovechó para frotar su mano de arriba abajo en la cintura de la chica y atraerla un poco más cerca hacia él. —No creo que esta brisa te vaya a hacer mal.

—No, no es nada, está un poco fresco nada más.

Y él tenía un calor tremendo.

Continuaron el tour que les había quedado pendiente, si bien era una oportunidad perfecta para el viejo sentir el cuerpo de la joven, él no descuidó de todas formas su muestra y exposición del lugar. Sentía cierto orgullo ante lo que había logrado crear con años de trabajo y eran muy escasas las ocasiones en las cuales podía mostrarle su creación a alguien. Además de sentir orgullo también se sentía exultante, no todos los días un hombre como él podía pasearse por el jardín agarrado de una chica tan linda y joven.

—Mira, tienes que oler esta flor, te va a encantar.

Brian tomó la rama floreada de un melocotonero y la puso frente a la cara de Adrienna. Ella con una mano acomodó su pelo detrás de la oreja para darle una mejor vista de su rostro al viejo y se acercó sensualmente a oler la flor. Cerró sus ojos y se dispuso a absorber el aroma.

—Mm, que rico.

—¿Sabes qué es más rico todavía? —Guió e introdujo su dedo meñique en el interior de una de las flores para sacarlo embadurnado de néctar. —Esto.

Colocó su dedo frente a la cara de la joven y luego bajó su nariz para que lo oliera, lo cual ella hizo mientras los dos mantenían un intenso contacto visual. Adrienna también notó como la otra mano de su vecino iba bajando cada vez más desde la cintura hasta quedar descansando en su cadera, donde parte de su mano ya podía sentir la parte lateral de uno de sus glúteos.

—¿Por qué no lo pruebas?

Tímidamente Adrienna recogió un poco del néctar con uno de sus dedos y le dió una probada. Era delicioso, aunque no sabía si eso se debía al gusto dulce de la sustancia o a la creciente tensión de la situación.

—Está muy rico verdad, ¿Por qué no pruebas el resto? —Su vecino le ofreció su dedo.

El ambiente estaba cargadísimo y la situación estaba escalando rápido. Ella se sentía cada vez más inquieta, no sabía cómo podía terminar todo si no ponía un freno a eso. De todas formas se sentía excitadísima junto con ese extraño cosquilleo de cuando se hace algo prohibido y morboso. Optó dar el siguiente paso.

Abrió su tierna boca y mientras mantenía sus ojos en los de Brian, se acercó suavemente hasta envolver la punta del dedo meñique de ese hombre con sus labios, luego succionó ese preciado y dulce néctar.

Una sonrisa lujuriosa se dibujó en la cara de Brian mientras sucedía esto, no podía creer lo que estaba pasando y su entrepierna ya estaba portando casi ya una poderosa erección. Rápidamente movió la palma de su otra mano que descansaba en la cadera de la chica hacia su nalga derecha donde le dió una buena repasada para después dedicarle un buen apretujón lo cual hizo que Adrienna se levantara brevemente sobre la punta de sus pies y soltara el dedo del hombre de su boca.

Dirty Old ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora