6: Llamas ígneas

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Phoebe y Finn se sentaron junto al lago. Ninguno podía hablar. Se mantenían alejados uno del otro.

—¿Entonces cómo está Jake?—Preguntó la reina con timidez.

—Muy bien, supongo—Respondió Finn arrojando una piedra al lago para matar el tiempo—. ¿Princesa, por qué viniste a buscarme?

—Finn yo soy una Reina ¿verdad?—Fue una pregunta más para sí misma—. El reino del fuego depende de mí y tengo demasiadas obligaciones que inundan constantemente mi cabeza. Me sofocan—Suspiró—. Mi familia organizó una "fiesta"—Hizo comillas con sus dedos— para que eligiera a alguien como esposo. No es justo—Protestó—. Nunca podría imaginar estar con alguien que no seas tú.

Finn se ruborizó. ¿Había escuchado bien?

—¡Por dios!—Escondió su sonrojado rostro—. ¿Lo dije en voz alta?

—No.

—Mentiroso—Comenzó a reír.

Finn le sonrió. Adoraba verla feliz y divirtiéndose de esa manera.

—Hace mucho que no sonreías, Phoebe.

—Dijiste mi nombre—Comentó asombrada.

—Sí. Es uno muy bonito.

Quedaron en silencio por un rato. Miraban las hermosas estrellas de la noche.

Finn se sentó a su lado y tomó una de sus manos.

—Princesa, mi amor por ti arde como llamas ígneas. Sigo enamorado de ti, Phoebe—Le reveló.

—Ya lo sabía—Apretaba la carta con su otra mano.

Finn palideció.

—¿Me estás ocultando algo, Princesa?

—No.

—Mentirosa—Le hizo cosquillas—. ¡Habla, Phoebe!

—No quiero—No podía parar de reír —. Ya basta. Me rindo, fue una carta.

Finn paró.

—¿Una carta?

—Sí.

—¡Debió haber sido Jake!—Alzó la voz—. ¡Voy a matarlo!

Phoebe volvió a reír. Era tan adorable cuando estaba enojado.

—Finn, quiero decirte algo—Soltó—. ¿Recuerdas que me prometiste que serías completamente sincero conmigo?

Él asintió.

—Yo no lo fui contigo, Finn. Te mentí —Apretó su mano—. Porque la verdad es que te amo. Te amé antes y lo sigo haciendo ahora.

Silencio entre ambos que no podía ser roto.

Finn la atrajo más para sí. Ella apoyó su cabeza en su hombro y cerró los ojos.

La noche era perfecta, con estrellas más brillantes que cualquier otra.

—También te mentí en ese entonces, Phoebe. Te amaba y te amo ahora—Besó su frente.

—Somos unos mentirosos,Finn—Se acercaba lentamente a sus labios.

—¿Tú lo crees, Princesa?—Cerró los ojos.

—Sí—Lo besó.

Se unieron en ese profundo beso cargado de aquellas viejas emociones.

Porque el tiempo había pasado. Sin embargo, nada había cambiado.

“Querida princesa, mi amor por ti sigue ardiendo como llamas ígneas ”.

Fin

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