43. Lo que me hiciste hacer (primera parte)

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Solae

            

Luego de separarme de Alex evité por completo mirarlo a los ojos. Ni a él ni a Trinidad ni a nadie más. Solo miraba hacia el suelo, en estado de shock. Mi cabeza ardía. Todo en mí era un incendio. Solo quería gritar.

Había besado a Alex y él me había besado de vuelta y lo peor era que había sido aún mil veces mejor que en el sueño. ¡Oh my fucking dear God Jesús bendito en un pesebre! ¿Qué había sido todo eso? ¿Se suponía que el juego fuese así?

Escuchar la voz de Trinidad mencionando a Anton había sido como un balde de agua fría. Recién ahí fui consciente de lo que acababa de hacer. Fuck. Había traicionado a mi novio y a mi mejor amiga ¡delante de ella! todo al mismo tiempo. Me sentía como si acabara de ser descubierta asesinando a alguien, al mismo tiempo que me informaban que había ganado la lotería. Sentimientos tan contradictorios que podían matarme de un infarto.

Miré a Alex de reojo, buscando algún gesto de apoyo o de rechazo, pero él solo miraba hacia el piso, evitando también cualquier contacto visual conmigo. Su amigo Joto le hablaba, dándole palmadas en la espalda, pero él no le respondía.

¿Quién había iniciado todo esto? ¿Cuándo comenzó? ¿Cómo demonios permití que ocurriera, teniendo a Anton a mi lado?

Yo amaba a Anton y en ningún minuto había dejado de hacerlo.

No. Todo esto solo había sido un juego. Un juego que se nos fue un poco de las manos, pero que no significaba que Alex sintiera algo por mí ni que yo sintiera algo más por él. Todo debía ser culpa del alcohol... Tenía que serlo. ¿verdad?

¡Pero cómo podía serlo cuando aún no había bebido nada!

No me atrevía a mirar a Trini a los ojos. No me atrevía a pensar en Anton. No me atrevía a enfrentar a Alex. Nada parecía justificar lo que acababa de hacer. Sin darme cuenta apretaba el cojín que estaba debajo mío. No logrando aguantar más, me levanté antes de que el juego se reanudara. Sentí cómo Alex se levantaba detrás de mí y luego murmullos efusivos detrás de ambos.

Salí casi corriendo de allí.

Fingí no darme cuenta que Alex me seguía y, como no me llamaba, no me resultó tan difícil. ¡No quería verlo! ¡Pero sí quería verlo! Pero no frente a todos...

Me mezclé un poco entre la gente, la música, y salí hacia el hall principal, cuando de pronto sentí que me tocaban el hombro. Giré con el corazón en la mano, pensando que era Alex, pero no. No era él.

—¡Soli! ¿A dónde vas tan apurada? —me saludó con entusiasmo mi amiga y ex-compañera de colegio, Natalia—. ¡Qué lindo te queda el cabello suelto, te ha crecido mucho!

—¡Nati! —exclamé sorprendida de ver a mi amiga después de tanto tiempo.

Miré brevemente alrededor, aún esperando ver aparecer a Alex, pero comprobé, no sin decepción, que en realidad no me había seguido. Luego de eso, me volví a mi amiga y la abracé con genuina emoción—. ¡No sabía que vendrías! —le dije. Desde que se había ido a vivir al norte que nos habíamos distanciado por la falta de comunicación, pero nuestra amistad, en esencia, seguía intacta.

—Perdona Soli, sé que he estado ultra desconectada. —se disculpó. Nati nunca se caracterizó por ser muy amiga de las redes sociales ni de internet, así que el alejamiento era algo bastante esperable—. ¡Pero igual me enteré! Trini no me dio más detalles, pero me adelantó que me tenías buenas noticias ¡Ya me imagino de qué se trata! —chilló emocionada, agarrándome las manos—. ¡¿Será verdad que por fin ya son novios?!

No me conoces, pero soy tu mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora