Día 1.

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Me desperté al amanecer, la habitación del hospital en el que me encontraba siempre estaba fría, y las sabanas no calentaban en lo más minimo.
Me levante de mi cama con paso tambaleante y me dirigí a la ventana, habrí las cortinas y mire hacia afuera.
La neblina inundaba el patio y entrada delantera.
Me puse a imaginar quien entraria por aquella puerta con tal de visitarme, saber como estoy y si me encuentro mejor. Imagine a Esley mi mejor amiga y a su herma Angie entrar por aquella puerta, peleando como usualmente lo hacián, preguntarian a los doctores en que habitación me encontraba, quizas se perderian un poco pero se que llegarian, entrarian y se emocionarian de ver que aun estoy de pie, me darian ánimos para no rendirme y seguir viviendo.
Despues imagine a mi madre, trayendo a mi gata en una caja para que yo la volviera a ver, ella tambien me diria que debo de luchar para salir de este horroroso hospital, y que toda la familia espera a que me recupere pronto.
Quizas tambien vendria mi primo Stuart, pues con él jugaba desde la infancia, traeria algun juego de mesa consigo o algo de plastilina para hacer figuras, aún nos gustaba jugar aunque no fuera con los mismos juguetes que de niños utilizabamos.
Vendrian más amigas de mi salón de clases, más familiares, hermanas de mi madre, mis abuelos, amigos de distintos lugares, amigas de la escuela con las que aún mantenia amistad y en fin, personas importantes para mi. Esperaba que yo tambien fuera importante para ellos y llegaran a visitarme.
Me sentí mareada y regrese a mi cama, al cabo de unos segundos entraron las enfermeras con sueros y más medicamentos.
Desataron las vendas de mis muñecas y brazos, una enfermera me colocó una vía intravenosa en el brazo derecho y la otra puso una igual pero esta no consistia en suero, traía sangre para mi cuerpo.
¡Yo no queria medicamentos!, yo queria ver a las personas que con tanto amor extrañaba. Me quite todo lo que las enfermeras me pusieron en cuanto ellas salieron de la habitacion , me levante de la cama y fui hacia la ventana, queria esperar para ver quien pasaba por aquella puerta. Mi brazo izquierdo estaba escurriendo de sangre y mi brazo derecho solo tenia unas pocas gotas de la misma, el suelo se mancho de un tono carmesi en incluso mi vestido logro mancharse un poco, pero no me importaba en lo más absoluto, de todas formas las enfermeras nunca prestaban atención a eso, ellas solo venian y hacian su trabajo con tal de que les pagarán.
El tiempo pasó y las enfermeras nunca volvieron, eran las 8:00 de la noche lo supe por que en mi habitación había un reloj.
Nadie llego a visitarme...¿es qué acaso ya se habian olvidado de mi, tan pronto lo hicieron?, yo no les importo en lo más absoluto ¿verdad?...necesito respuestas y nadie me las da...
Me sentía un poco perdida, apenas era el comienzo.
-No vinieron-dije sintiendo un gran nudo en la garganta.
Las lagrimas acudieron a mis ojos, pero no las deje salir, seguramente tuvieron cosas importantes que hacer y por eso no puedieron venir.
Cosas...más, importantes que yo...
Una lagrima logró escapar del rabillo del ojo, resbalandose por mi mejilla hasta llegar a la tela de mi vestido. No dormi en toda la noche, me quede ahí, parada, mirando hacia el patio, aún con la esperanza de que llegaran.
Me pregunto...¿Como se hubieran sentido ellos si yo les hiciera lo mismo?...
La oscuridad comenzó a inundar mi habitación poco a poco, demonios acudían tambien, destrozando mi corazón en mil pedazos al igual que un espejo. Me susurraban al oído cosas que ninguna chica de mi edad deberia escuchar o pensar.
-El suicido es la respuesta, acaso creeias que ellos te querian, te abandonaron por tu forma de ser, nunca debiste haber nacido, bla bla bla...los demonios seguian, hasta casi gritarme al oído.
Una mano emergio de la oscuradad tomandome por él cuello. Me impedia respirar y gritar. Lagrimas comenzaron a salir de mis ojos sin remedio alguno, me sentía completamente inútil, los que me atacaban eran mis demonios, ¿cómo es posible que no pueda luchar contra ellos?...se supone que yo soy más fuerte, no deberian de estarme ganando tan facilmente.
La mano me soltó y termine derrumbada en el suelo, pero eso no era todo, los demonios me atacaron en cuanto me vieron debil, comenzaron a rasguñarme y a golpearme por todas partes. Abandonaron la habitación en cuanto el amanecer llegaba.
Me arrastre hasta mi cama y tambaleandome logre sentarme en la orilla, vi los rasguños de mis brazos de los cuales escurrian mares de sangre; y de mis piernas, pequeñas líneas de color carmesí salían a la luz por los poros de mi piel, temí que esto volviera a pasar, temí que yo lo volviera ocasionar, temí que esto sucediera todos las noches, y algo me decía que así seria, tendría que enfrentarme a ellos de nuevo y no me creía capaz de volver a hacerlo, estaba completemente sola, no había forma de que yo los venciera y menos en las condiciones en las que me encuentro.
El sueño comenzó a llegar a mi cuerpo...pero yo queria llorar, queria desahogarme, así que me recoste sobre la cama y llore hasta quedarme dormida. Se que esto no me ayudaria a resolver mi problema pero por lo menos, me ayudaba a no pensar en eso, a no lidiar con ellos y a no extrañar a los que a mi parecer comenzaban a abandonarme.
Todo esto era culpa mía.
Mi mente ya lo sabía y lo aceptó, mi corazón tambien lo sabía por más testarudo que fuera.

Sin Cura (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora