Dia 2

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Desperté a mitad de la tarde..no se veian regalos en mi habitación y parecía que tampoco habia recibido visitas, el doctor entró y rebisó los medicamentos, todos estaban bien, solo metio unos cuantos más. Ni siquiera notó mis heridas y eso que estaban totalmente al descubierto.
Dinero, eso era todo lo que él quería.
-Doctor-dije con tono sutil.
-Dime, Liz-dijo.
-De casualidad,¿no recibí visitas en el tiempo que estuve dormida?-pregunte.
-No, ninguna.
-Oh-exclame. -Ya veo-dije.
-Y...de casualidad...¿tampoco vinieron a preguntar como me encontraba, verdad?-volvi a preguntar.
-Lo siento mucho, Liz, nadie ha venido desde que te has quedado aquí internada-finalizo y se fue de la habitación sin despedirse.
-Nadie...-dije en tono de voz bajo.
Las lagrimas volvieron a acudir a mis ojos.
-Nadie ha venido a verme...¿¡es que acaso solo me trajeron aqui para abandonarme!?-grite en tono de voz triste. Lagrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, el pecho me ardia, quizas de coraje, de dolor o por el simple hecho de que todas mis teorías se convertían en realidad, no lo sabia pero dolia, dolia demasiado,puse mis manos en mi pecho y lo apreté con fuerza, lagrima tas lagrima recorrian mi rostro, suspiros salian de mi boca y un nudo gigante inundaba mi garganta.
Los doctores y enfermeras tampoco vinieron a ver por que me encontraba llorando. Estaba completamente sola en este cruel mundo, pero decidí no perder las esperanzas...aunque en la noche de ayer las estuviera perdiendo, no las dejaría ir tan facilmente.
Al cabo de unas horas de lagrimas y gritos, me quede dormida...(una vez más, Dormir...para desconectarme del mundo real).
Un sueño...
Me encontraba bajo la sombra de un gran roble, sentada en una de sus raízes que salian como grandes trozos de madera desde las oscuras penumbras de la tierra, el pasto verde se movia al par del viento, las flores tambien se movian de un lado a otro felizmente, el cielo era azul claro y las nubes pequeñas y blancas como un algodon de azucar.El canto de las aves reinaba el lugar y uno que otro animal se veia a la distancia.
Se convierte...En una Pesadilla...
Las hojas del roble comenzaron a caer de una en una, completamente secas, dejandolo solo con ramas desnudas, el pasto comenzó a secarse, las flores también se secaron, el canto de las aves desapareció al igual que los multiples animales, el pasto comenzó a arder en llamas rodeandome por completo, estaba asustada; logré subir a una rama del árbol pero el fuego intentaba alcanzarme. No se daba por vencido y era más que obvio que no lo haría hasta verme arder dentro de él.Volteé a la distancia y vi personas burlandose y susurrando cosas que no lograba alcanzar a escuchar por el ruido de las llamas.
-¡Ayudenme, ayudenme por favor!-les grite. Pero parecian estar ignorandome, una ola de miedo y tristeza inundo mi cuerpo y entonces...
Desperte. Me incorpore de un salto hacia la ventana, la abrí para que entrara aire y respire hondo, necesitaba calmarme.
Eran las 10:00 de la noche...me quede dormida todo el día, ni una sola visita...Me estaban...olvidando.

¿¡Cómo era posible que me olvidaran tan facilmente!?...
¿¡Qué podía hacer yo para olvidarlos de la misma manera!?...
Se alejaron de mi sin lamento alguno. Había dedicado la mayor parte de mi vida a saber como se encontraban, que hacín, en que podia ayudarles, ¡siempre estuve ahí para ellos!....¡Ellos!...¡me....
Tome aire y trate de calmarme.
Lagrimas seguian cayendo por mis ojos. Mi mente no podía terminar la frase, no quería dañar a mi corazón, así que me limite a terminarla, sequé mis lagrimas y salí al patio delantero escabulliendome por los pasillos.
No quería dormir, ellos estaban ahí...esperando para atacarme.
Mientras me dirigia al patio, ne puse a espíar por las pequelas ventanillas de las demas habitaciónes.
Me di cuenta de que todo el hospital estaba repleto de adolescente y niños, no había adultos y mucho menos ancianos.
Algo andaba mal en este hospital, así que comenzé a sospechar, la mayoria de las personas dormia mientras unos pocos jugaban en sus habitaciónes o leían algún cuento, no comprendía que era lo que ocurría pero sin duda alguna sabía que no era algo bueno.
Salí al patio delantero y subí al árbol que daba a la ventana de mi habitación.
La Luna parecia un gran foco que  alumbraba desde lo alto del cielo oscuro inundado de pequeñas luciernagas, las cuales eran las estrellas.
Los grillos cantaban en un tono un tanto irritante, (al menos para mi).
La oscuridad era acogedora mientras los demonios no me atacaran, mientras las pesadillas no me asfixiarán y mientras mi mente no me atormentará.
Todo giraba a mi alrededor sin detenerse ni un solo instante por mi, ojalá asi fuera cuando realmente lo necesitará.
Entre a mi habitación unas horas antes de que llegara el amanecer.
El doctor que me atendía logro devisar que la luz de mi habitación estaba encendida. Así que decidio ir a examinar.
-Liz-dijo con voz grave e intimidante.
-¿Sucede algo?-dijo mientras recorria la habitación con la mirada.
-No, ninguno.-dije algo temerosa.
-¿Y esa mancha en el suelo?-dijo apuntando con la barbilla.
Era la sangre que había salido de mi brazo el primer día que llegue aquí y apenas él lo había notado.
-Ya estaba cuando llegue-dije mirando el charco de sangre seca, mientras intentaba disimular mi mentira.
-Esta bien, llamare a las enfermeras para que la limpien, ahora vete a dormir.-dijo con voz intimidante mientras se alejaba de la habitación.
Al cabo de unos largos minutos las enfermeras llegaron, limpiaron la mancha del suelo y antes de salir por la puerta apagaron la luz de mi habitación y cerraron la puerta tras de si.
Me levante de la cama de un salto y fui a rebisar que la puerta no estuviera cerrada con llave, por suerte para mi, no lo estaba. Me sentí un poco aliviada.
Solo un poco....no queria ir a dormir, los demonios ya comenzaban a rondar por mi habitación, decidí abrir la ventana la Luna aún brillaba ferozmente e ilumino mi habitación de una manera muy agradable.
Los demonios salieron corriendo de mi habitación y pude ir a cama para dormir aun que no fuera del todo seguro. Pues las pesadillas me atacaban mi mente mientras esta caía en el transe del sueño.
Necesitaba a alguien que me ayudara a olvidar todo eso.
Era incapaz de salvarme por mi propia cuenta, o al menos, era lo que yo creía.

Sin Cura (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora