Dia 3

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Al dia siguiente salí al patio delantero desde muy temprano, los doctores no me tienen permitido salir. Pero de todas maneras no ponen atención a mis acciones, ademas de que ayer me escabullí para salir al patio por la noche. Era obvio que yo no les importaba en lo más absoluto, (o quizas sabian que era imposible para una chica de mi edad escapar de un hospital como este).
Duré varias horas esperando a que alguien entrara a visitarme. Me dormí bajo el árbol, jugue un rato y en un intento de escalar más arriba del árbol, me caí, causando que mi brazo se cortara y comenzara a sangrar.
Al volver a mi habitacion eran las 6:00 de la tarde...me detuve en la entrada de mi puerta. Habia un chico ahí, tenia el cabello color café claro rizado,era unos pocos centimetros más alto que yo, tenia pecas en las mejillas y unas cuantas en la nariz, era de piel  blanca y ojos color cafe oscuro, llevaba un short blanco y una  camisa del mismo color de mangas cortas y tambien llevaba los pies descalzos, parecia confundido pues volteaba a todas partes como si no reconociera el lugar.
-¿Puedo ayudarte?-pregunté.
Él volteo instantaneamente.
-¿Qué habitacion es esta?-preguntó.
-La número 17.
-Oh...-exclamó.
-Lo siento mucho, mi habitación esta al otro lado, por eso es que  notaba algo diferente.-dijo y de sus labios salio una sonrisa que al instante me cautivo.
-¿Comó te llamas?-me preguntó sin dejar de sonreir.
-Lizbeth...pero puedes decirme Liz-dije y note como al instante me sonrojaba.
Solto una risilla y dijo-Lindo nombre...Liz-
Senti como me sonrojaba todavia más.
-Mi nombre es Scott.
-Scott...
-Tambien es lindo...-
Solto una carcajada.
-Lindo...-dijo repitiendome.
-¿Dije algo malo?-pregunté confundida.
-No, para nada, solo que me gustaria llamarlo...mmm...más varonil-me dijo con una gran sonrisa en su rostro.
-¿Tienes algún amigo en este hospital?-
-No...y creo que nunca los tendré, suelo pasar el tiempo sola.-
-¿No crees que necesitas... un amigo?-preguntó clavando su mirada en mis ojos.
-¿Me estas pidiendo que sea tu amiga?-pregunte algo emocionada, evitando que él lo notara.
-Sí...solo si tu lo quieres.-
-¡Sí!-afirme dando un brinquito de emoción.
Era justo lo que necesitaba, un amigo.
Así podría olvidarme de mis problemas y concentrarme en las travesuras.
Había estado en este hospital tres días, sintiendome totalmente deprimida. ¿Cómo no se me había ocurrido antes amistar con los chicos y chicas del hospita?. Supongo que estaba muy concentrada en mis propios problemas que olvide por un momento todo lo demas, ( o mejor dicho unos días).
-Perfecto.-dijo sin contener mucho su emoción.
-Sabes eres la primera amiga que he conseguido desde que llegue aquí.-dijo mientras saliamos de mi habitación y caminabamos por los pasillos.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?-pregunté interesada.
Se quedó pensando por unos minutos.
-Cuatro días y una noche-dijo mientras examinaba el área, para no encontrarnos con algún doctor o enfermera.
-¿Y en todo este tiempo no habías conseguido ningún amigo?-dije algo impresionada.
-Nop, tú eres la primera. Ademas siento que eres una buena persona.-
Entramos a la sala de doctores, no había nadie ahí.
-Al parecer hoy hubo cumpleaños.-dijo sarcasticamente mientras metía el dedo en el betún del pastel que se encontraba en una mesita.
-Nos van a castigar.-dije asutada.
-Vamos, no pasa nada.-tomo el cuchillo que estaba al lado del pastel y corto dos grandes rebanadas.
-Señorita Liz, tome su parte de este delicioso manjar, traido por los mismisimos doctores a los cuales nadie obedece.-dijo bromeando mientras me entregaba mi rebanada de pastel.
Una risa breve escaspo por mis labios, al igual que nosotros escapamos al patio tracero mientras comiamos del  pastel.
-Estuvo deliciso-dijo mientras relambia sus dedos.
-¿Haces cosas como estas todo el tiempo?-dije con una sonrisa sarcastica en mi rostro.
-Sip-dijo desvergonzadamente.
Solte una carcajada, mientras Scott seguia relambiendoce los dedos.
Acababa de conocer a Scott ese mismo día pero algo me decía que él y yo nos la llevariamos de maravilla.
Era divertido, desvergonzado a más no poder, travieso, bromista, amable y sabía que aún me faltaba por conocer muchas otras cosas de su personalidad.
El anochecer estaba saliendo justo encima de nosotros. Me quedé mirando al cielo, era bellisimo. Comenzó a tornarse oscuro, dejando que la Luna y las estrellas relucieran con su brillante luz, adornandolo todo.

Scott se levanto un poco y se sentó, yo lo imite.
-Antes de llegar aquí...¿cómo era tu vida?-preguntó mirando un punto indefinido.
-Buena, tenía muchas amigas y una gran amiga. Despues llegue aquí y se olvidaron por completo de mí.-dije notando mi propio tono de voz, triste.
Scott me acaricio el hombro comprendiendo mi dolor.
-Solo llevas aquí tres días, quizas no falte mucho para que vengan.-dijo tratando de darme esperanzas. Yo solo pude sonreir debilmente.
-¿Cómo era tu vida?-pregunté. Yo tambien queria saber sobre él antes de su llegada al hospital.
-Podría decirse que era... regular-dijo intentando no levantar sospechazas.
-Me estas mintiendo-dije algo enojada.
-Despues te lo explicare, ya que tengamos más tiempo para hablar tranquilamente-dijo levantandose de un brinco.
-Debemos irnos a nuestra habitación, las enfermeras comenzaran a vigilar las habitaciónes informandose de que todos duerman.-
Entramos de nuevo al hospital y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Su habitacion estaba al lado de la mia, ¿cómo es que no lo habia notado? ( sera por que nunca había hablado con alguien desde que llegue).
Nos despedimos y nos dispusimos a entrar a nuestras habitaciónes.
Apague la luz y abrí la ventana, la luz de la Luna espantaba a los demonios, ayero no tuve pesadillas y esparaba a que hoy tampoco las tuviera para mi suerte:
Un sueño...
Todo era oscuro, no lograba diferenciar muy bien los colores y menos los rostros de las oeraonas que me rodeaban.
Me encontraba en el patio con mi primo Stuart, jugando con una pelota.
De repente me golpeo la cara fuertemente, yo caí al suelo retorciendome del dolor. Stuart solo se burlaba.
Vuelve a ser una pesadilla...
Abrí mis ojos y volteé a mi alrededor,eran mis demonios, habían entrado a mi cabeza para atacarme.
Me levante de prisa y comenze a correr asustada. Ellos me seguían el paso.
¡Por dios, eran muy veloces!.
Me alcanzaron en pocos segundos y empezaron a empujarme mientras reían y me rasguñaban.
Traté de despertar pero no lo conseguía, entonces...
Caí de la cama...
Me levanté con las piernas temblorosas y volvi a recostarme en la cama. Eran alrededor de las 3:00 a.m., no volvi a dormir hasta que salio el Sol por completo.
Despues de desayunar iria con Scott para despejarme de los problemas.
Era bueno por fin tener un amigo.

Sin Cura (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora