Harding se separó lentamente de Cristal. No quería hacerlo, desde luego que no , pero faltaban seis días para su boda y estaban calados hasta los huesos, si seguían ahí podían no llegar al gran día , así que le dio un beso en la mejilla a Cristal y a punto estaba de decirle que tenían que irse cuando notó como a ella le fallaban las rodillas.
No, definitivamente nada le iba a salir bien esa noche.
Gracias a Dios reconoció la calle en la que se encontraban puesto que la lluvia había amainado un poco mientras estaban ... ocupados.
Aún así , los diez minutos que tuvo que caminar con el peso muerto de una desmayada Cristal y su vestido en brazos los recordaría siempre como los más angustiosos de su vida.
-¡Charles! Suba una bañera y muchas jarras de agua hirviendo a mi cuarto . Que la ama de llaves traiga mantas, y avisa a alguien para que vaya a encender el fuego.- su mayordomo , un anciano señor con todo el pelo ya blanco, era la clásica figura de aquel que desempeñaba su empleo, desde el nombre hasta su regia postura , por no hablar de lo rápida, discreta y eficientemente que desempeñaban sus funciones.
Por lo que , si se escandalizó por la entrada a la casa de su señor con una dama desmayada en brazos y ambos estando como estaban calados hasta los huesos , no lo demostró .Todo lo contrario de la atolondrada ama de llaves . Esa mujer, que había visto crecer a Harding , gritaba órdenes del todo escandalizada por la situación .
Pero ajeno a todo , el señor de la casa seguía con la cabeza metida de lleno en el asunto que requería de su máxima atención en este momento , hacer que Cristal entrara en calor rápido antes de que pillara una pulmonía o algo peor. Que se hubiera desmayado y en todo el camino no hubiera reaccionado no era el mejor de los presagios, y Harding, ya de por sí nervioso por todo lo acontecido esa noche , sentía una agobiante preocupación por todo el cuerpo.
Si la caminata hacia la casa fue mala, la subida por las escaleras de caracol, que tanto le habían gustado de niño y tanto odiaba ahora, fue aún peor .
Por no hablar de la maniobra que tuvo que hacer para abrir y cerrar la puerta sin dejar a Cristal en el suelo.
La tensión acumulada a lo largo de todo el día parecía no hacer mella en él, quien sin dilación alguna se sentó con ella en el diván de su cuarto y fue poco a poco desabrochando cada uno de los minúsculos botones del vestido hasta que quedó completamente suelto y la dio desenfundado de él.
Al vestido le siguieron los pendientes el collar y los cientos de horquillas , o esa cantidad le pareció a él, que recogían su cabello hasta que este quedó completamente suelto.
Los zapatos, las calzas y las medias se fueron dispersando por el suelo hasta que solo quedaron la camisola y el corsé .
Y una sola mirada a los doscientos mil lazos de colorines fue suficiente para colmar la paciencia de Harding , quien sin penárselo dos veces agarró él materias con las dos manos y lo desgarró de arriba a abajo.
Y después , como si de una pluma se tratase, la dejó suavemente en el diván mientras se deshacía de su propia ropa , quedándose solo con los pantalones ,no vaya a ser que ella despertara y se escandalizara . Ya suficiente tendría con la reprimenda que de seguro recibiría por haberle quitado la ropa .
Impaciente por la tardanza y preocupado por Cristal y por su falta de reacción , Harding se volvió a sentar en el diván y la cogió en brazos , apoyando su cabeza en su hombro y sentándola en su regazo .
Los segundos que paso frotando su espalda de arriba abajo fuertemente para intentar que entrara en calor antes de que aparecieran sus criados lo agobiaron y angustiaron aún más de lo que ya estaba .
ESTÁS LEYENDO
Lady Habladora Adams (Saga héroes de guerra 1)
Historical FictionLady Cristal Adams, más conocida entre la sociedad como Lady Habladora, es la pequeña de una familia formada por un conde sin condesa, un despistado heredero y cuatro hermanas cada cual más diferente que la anterior. Cristal, que acaba de salir de l...