El frío metal me rozaba la frente. No sabía donde estaba, ni qué había pasado en las últimas 24 horas. Solo recuerdo la imagen de esas dos personas, imponentes, acercándose a mí y a Brenda.
¿Y Brenda?
El aire olía a acero, pero no podía ver nada.
Y, anulado el sentido de la vista, me sentía totalmente despojada de cualquier protección. Indefensa.
La sensación familiar de su voz me provocó escalofríos.
Porque sí, escuchaba su voz.
Una voz que provenía de ninguna parte, y de todas, al mismo tiempo.
- Alfred - pronuncié ese nombre al aire, y este, ejerciendo la función de canal mejor que ninguna otra vez antes, sacudió a su vez un grito de alegría.
Un grito que se ahogó con un golpe.
Un golpe que lo calló, que hizo que esa alegría que se había instalado en la base de mi pecho se transformase en miedo, en miedo infinito y absoluto.
El miedo a lo desconocido.
El miedo que sentí toda mi vida a los verdes.
Aunque ahora...
No.
Ahora dejé de sentirlo.
Porque entendí en ese momento que existía una fuerza más grande, una fuerza capaz de hacer más daño que los verdes.
Y esa fuerza era la que había callado el grito.
- ¿Dónde estoy? ¡Ayuda!
- Cariño, tranquila. No grites, por favor.
Calor. Calor fue lo que embargó mi alma, mi cabeza, que empezó a dar vueltas sin control. Pero sobre todo, amor.
Olí el aire a mi alrededor. El acero se tiñó de matices. Ya no era solo hierro. También era miel, era cerveza rancia y era metal de trombones. Era papel destrozado y era todo lo que en algún momento había soñado, aunque inconscientemente, con volver a oler.
Porque olía a ellos.
__________
No sé quién me estará escuchando ahora. Sigo sin saber dónde estoy, quién está a mi alrededor, e incluso, sigo sin saber que ha sido de Brenda. Sigo sin saber qué ha sido de mí.
Me pareció escuchar la voz de los dos hombres, los ladridos y jadeos de Buck, el extraño perro, que parecían avisarnos. Ahora escuchaba muchas cosas, pero no era capaz de encontrale el sentido a ninguna de ellas.
Abrí los ojos con pesar. Esta vez, el frío era mucho más intenso, y no solo lo percibía en mi frente. También en el resto de mi cuerpo.
Un pinchazo en el antebrazo siguió a una caricia tierna.
- Déjala, por favor - pedía otra voz.
Mamá. Era mi madre.
- Mamá...
Otro golpe, mi grito instantáneo y la caricia tierna, que ahora me hacía temblar de pánico, de inseguridad y de ganas de huir de allí.
- Ya está. No le hemos hecho daño. Solo hemos extraído algo de sangre.
No entendía nada.
- Ya te puedo quitar la venda.
El hierro se retiró de mi frente y al instante el frío se desapegó de mí.
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Efecto Mariposa - OT 2017 - @beyourlaugh & @MunayGirl23
FanfictionSupongo que has oído hablar alguna vez del efecto mariposa. El aleteo de las alas de estos insectos en una punta del mundo que provoca a su vez un huracán en la otra. Así inició una nueva era. Cuando el Caos comenzó a reinar. No queda nada del mundo...