En otra vida (continuación)

Capítulo VIII: La fiebre del romance

En el capítulo anterior de "En otra vida":

Alexander se da cuenta de su verdadero interés amoroso, Laurens. Así que se prepara para decir lo que siente por él...

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(Narra Alexander)

–Me pregunto cómo es que lograron poner árboles aquí arriba–. Dije a la vez que Laurens me tomaba de la mano, las almohadillas en sus dedos estaban frías, así que entrelacé nuestras manos.

–Bueno, ya conoces a Washington–. Sonrió.

–Sí–. Le di un beso en la frente a mi compañero y observé la luna, que estaba en todo su esplendor, posada de manera elegante sobre el cielo, siendo testigo de mis acciones.

–Wuou, el cielo estrellado desde aquí se ve tan impresionante que da vértigo–.

Ojalá Laurens se hubiera visto a sí mismo, como sus ojos dorados brillaban más que las estrellas, su simple presencia era algo tan majo que opacaba cualquier cosa a su alrededor.

–... Ahora puedes sentir como me siento yo–.

–¿Hmm?–.

–Es... cuando te miro a los ojos, Laurens, es tan bello que... –. Me puse nervioso al ver que me estaba escuchando con mucha atención.

–¿Sí?–. Sus mejillas se veían cálidas, pues estaban rojas.

–Tus ojos son más bellos que las estrellas–. Me tapé el rostro con ambas manos.

–Aww, eres tan lindo, gracias–. Tomó mis manos, las quitó de mi cara y entrelazó nuestros dedos una vez más.

Estaba tan cerca de mí que sentía su respiración. –Oye, Lau, admito que estoy muriendo por besarte ahora mismo–.

Sus mejillas se sonrojaron aún más y soltó una risita muy dulce. –Alex, yo soy un romántico y creo que los besos sólo se deben dar cuando amas a alguien, así que... si sientes algo por mí...–. La expresión de su rostro se volvió muy coqueta.

Cielos, no podía dejar de mirarlo, sus ojos brillaban con deseo y sus labios se veían más dulces y rojos que nunca. –Laurens–. Lo tomé de la mejilla, que estaba caliente.

–¿Sí?–. Se apoyó en mi mano.

–John, cierra tus ojos–. Sentí como mis orejas se ruborizaron.

Él obedeció, dejándome contemplar sus largas y rizadas pestañas, retiré un mechón de cabello de su rostro y lo puse tras su oreja.

...Lo besé.

Mis labios chocaron suavemente contra los suyos. Sentí una oleada de calor abrazar mi cuerpo, moví sus labios a la par de los míos lentamente, ellos me correspondieron y se apegaron más a los míos, cambié de posición y lo volví a besar, le di una pequeña lamida y él abrió sus labios, dejándome entrar, lo tomé del rostro e introduje mi lengua lentamente, él la probó y mordió con delicadeza, la saqué para volverlo a besar, Laurens rodeó mi espalda con sus brazos e intensificó el beso, robándome el poco aire que yacía entre nuestros rostros.