Once.

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Era su último día en Hogwarts, todos los alumnos se encontraban reunidos en el Gran Comedor para escuchar el discurso que Dumbledore tenía que darles. 

Había hablado sobre la desaparición de Percy y la perdida de Cedric, deseo que todos los alumnos pudieran regresar con bien el próximo año.

Y entonces, finalizó con la peor noticia, Voldemort había regresado. 

Antes de acompañar al resto de alumnos fuera del castillo para abordar al tren y regresar a casa, Harry se encontró con Dumbledore y conversaron por un rato, enfocándose principalmente en los hechos que habían sucedido en el cementerio y en su mayoría sobre Voldemort, incluso hablándole sobre el fenómeno que había ocurrido cuando sus hechizos habían conectado, permitiéndole ver a sus padres. A esto último, Dumbledore no parecía muy feliz y le dijo que no podía intentar aquello otra vez.

Por último, decidió compartir lo que le había dicho su padre.

—Mi padre me dijo que encontrara a su hermana —le reveló a Dumbledore—. Creía que la única familiar que tenía viva era la hermana de mi mamá, ¿no es así?

Harry preguntaba sin estar seguro de cual quería que fuera la respuesta. Si era cierto que tenía más familia, significaba que podía encontrarlos y salir por fin de casa de los Dursley, pero aquello querría decir que esa familia nunca había hecho nada para encontrarlo en primer lugar, ¿y no quería decir eso entonces que no lo querían?

—No hay mejor consejero sobre problemas familiares que la propia familia, Harry —fue la respuesta que Dumbledore le dió, volteando su rostro y caminando unos cuántos pasos lejos de Harry, escondiendo su expresión del menor. 

Con eso, se despidió de él, y Harry no tuvo ninguna duda de que Dumbledore sabía algo más, pero también estaba seguro de que no podía hacer nada para que le dijera. 

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Después del accidente en Nueva Roma, las cosas en el grupo se habían calmado lentamente, muy lentamente. Si Annabeth tuviera que culpar a alguien, sería a su bonita novia hija de Poseidón, pero claro, ella no podía enojarse del todo y solo ayudaría al resto a tranquilizarla cuando estuviera presente. 

Pero cuando no estaba presente, el temperamento de Percy simulaba al incontrolable y cruel mar, nunca mejor dicho siendo su padre el dios de este. 
La azabache parecía no tener compasión para nadie que no fuese su novia, y dos de los romanos a bordo, Hazel y Frank. Le había reprochado a Leo sobre el ataque a Nueva Roma y el hijo de Hefesto había estado tan aterrorizado en ese momento que Piper tuvo que intervenir e incluso usar su embrujahabla con la hija de Poseidón para ayudar a que se calmara, y no habían sido solo unas cuantas palabras, Piper había tenido que hablar con Percy por unos minutos hasta convencerla de que había sido un accidente y que no tenía que meterse con Leo porque no había sido su culpa. Al final, Percy simplemente había chasqueado la lengua y se había ido. Lo que la hija de Afrodita había aprendido de ese incidente era que la azabache parecía cargar con una enorme furia que parecía estar a punto de explotar hacia quien quiera que se atravesara en su camino. 

Y cuando tuvieron su parada en Kansas, Piper le había rezado a todos los dioses que aquel no fuera el día en el que la azabache decidía explotar. Jason había sentido la ansiedad de su novia, y sabiendo quién era la razón, el ambiente se cargó de tensión. Hijo de Júpiter e hija de Poseidón ya habían tenido uno que otro encuentro donde las chispas saltaban entre ellos, literalmente; como la vez que ambos intentaron sentarse en la misma silla en la cabecera de la mesa, habían saltado chispas del brazo de Jason, y afuera se había escuchado como las olas del mar se movían más furiosas. Al final le habían cedido el asiento a Annabeth. 
Más tarde en Kansas, cuando habían sido poseídos por los Eidolons y obligados a pelear, la victoria se había inclinado del lado de uno de ellos demasiado rápido. Cuando Piper vió a Jason desarmar a Percy, una pequeña parte de ella se sintió aliviada, seguida de culpable por sentirse así, pero aquellos sentimientos se verían reemplazados por un terrible miedo una vez que vió a Percy responder. Sin importar que no contara con su espada en ese momento, todo el cuerpo de la azabache ya era un arma, lo supo cuando vió como la espada de Jason volaba lejos de su mano después de que Percy pateara su mano con una fuerza abrumadora, y ambos sin espada, se enfrascaron en un combate cuerpo a cuerpo en el que Percy demostró completa dominancia. La azabache tiró a Jason al suelo, y antes de que pudiera seguir golpeándolo, el cuerpo de Piper se movió hacia ella por si solo, intentando detenerla con alguna llave que pudiera recordar en ese momento, pero Percy se deshizo rápidamente de su agarre, volteó levemente su cuerpo para verla mejor y sin darle tanta importancia, extendió uno de sus brazos hacia ella, como si fuera a golpear su pecho para apartarla pero su mano ni siquiera la tocó cuando Piper sintió su cuerpo siendo lanzado hacia atrás varios metros. Cuando Piper se enderezó, vió que la azabache se encontraba encima de Jason, subiendo y bajando sus puños hacia el rostro del rubio.
Entonces había visto al pegaso de Percy saliendo de su escondite entre los matorrales y usó su embrujahabla para que noqueara a su jinete y los llevara de regreso al Argo II. 

Harry Potter y la Hija de Poseidón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora