Instinto Animal

Capitulo tres

—Stark. Ahg... No te atrevas.

El alfa gruñó.

El omega río suavemente y con falsa inocencia.

—Tú me retaste Buckaroo.

Los dedos de Stark se movían en la entrada del alfa mientras dejaba besos en la espalda de este.

Un omega estaba sometiendo a un alfa de rango superior.

El gran soldado de invierno estaba en cuatro para un jodido omega.

Y maldición, Tony lo hacía bien, pues Barnes aunque detestaba la idea estaba disfrutando de la agilidad con la que se movía el omega.

—Mierda. Stark no te atrevas a meter nada más. —El alfa gruño aquella orden y el omega tocó un punto en su interior que lo hizo gemir fuertemente.

—Cariño, voy a meter mi pene en ti aunque odies la idea. —Dijo con dulzura Tony. —Yo te lo advertí, amo someter alfas, volverlos sumisos ante mí.

Barnes seguía tironeando de las cadenas que no le permitían liberarse.

Si pudiese soltar sus manos estaba seguro que podría tomar ventaja y ser el quien follara al omega.

Su plan había cambiado, sus ambiciones también, antes eran gritos ordenando matar y ahora su ideal era cogerse a ese omega hasta desfallecer.

Al diablo las ordenes.

Por un momento, aunque sea por solo uno y en las circunstancias más insólitas el haría lo que quisiese, cumpliría con sus deseos y caprichos.

Creció cumpliendo órdenes y complaciendo los deseos de los demás.

Siempre fue controlado, pero esta vez no.

Le haría caso al instinto.

A ese instinto animal que le carcomía por dentro.

Él se follaría a Stark.

—Me librare de estas cadenas y te cogeré duró Kotenok.

—Pues hasta que no lo hagas yo seré el que te coja a ti.

El alfa jadeo.

Joder, ese omega era malditamente perfecto para él.

Retador, dominante, orgulloso, fuerte y sexy.

Stark eliminaba todo estereotipo que pudiese haber sobre los omegas sumisos.

—James. Lo voy a meter.

—Yo soy el alfa Stark. Yo debería follarte a ti. — Gruño molesto Barnes.

—Me vale un carajo eso. Hay que ser versátil en esta vida cariño. —Musito coquetamente el omega.

El alfa no alcanzo a responder cuando sintió los dedos de Tony salir con brusquedad de su entrada, luego las manos de este sobre su culo y sentir algo grande rozarle las nalgas.