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Red se sentía extraño. No paraba de mirar sin prestarle atención a la televisión, la cual sintonizaba el programa aburrido de Mettaton, que a su parecer, estaba más irritable que de costumbre.
Papyrus pasaba de vez en cuando, restándole atención a su hermano. Aunque no lo admitiera, le preocupaba de cierta manera que desde que llegó del trabajo estuviera esa conducta. Ni siquiera le respondía con su humor de malas pulgas que siempre tenía, era como si nunca hubiera existido.
Un suspiro escapó de su boca sin darse cuenta, tomando el control remoto que estaba un poco lejos de su brazo para apagar la televisión. Tocó sus pies el suelo para incorporarse.
Caminó vagamente hacia la puerta y la abrió, sintiendo como el viento golpeaba su rostro pero no sentía el frío.
—Hey, estás menos malhumorado de lo normal.
La voz de uno de los niños que vivían antes en snowdin lo sacó de su burbuja de pensamientos, los miró por un momento para volver a observar sus propios zapatos.
—Piérdanse.—contestó con desinterés.
Se retiraron sin rechistar, dejándolo solo con la compañía de las flores echo. Después de haber subido a la superficie, pudieron subir varias y por mera suerte no se marchitaron. Quedando un grupo en un parque bastante alejando. Las observó, admirando en silencio el brillo que desprendían y su belleza sin igual. Tocó uno de los pétalos inferiores.
—No estás solo. —repitió la flor.
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Aunque pasaban de vez en cuando monstruos o personas para comprar en las tiendas que se encontraban cerca de su ubicación, no conseguía algo en la cual entretenerse. Trabajar era sin duda agotador.
Mantuvo su cabeza recostaba sobre sus brazos cruzados mientras buscaba su celular de su suéter, pasando lentamente por los contactos. ¿Quién estaría libre un sábado por la tarde? Nadie seguramente, pero valía la pena intentarlo.
