Era Otoño. Época en la que se montaba la feria.Emma había insistido tanto en que viera los encantos de la feria que no pudo resistirse. Y ahí se encontraba, mirando la enorme noria con los ojos a rebozar de ilusión.
Llevaba un vestido blanco a rayas, un collar de perlas, pintalabios rojo vivo y tacón negro medio.
Lucía una sonrisa tímida con unos atemporales brackets y la melena con tocado.
La noria paró y como si algo la hubiese llamado se volteó y lo vió.
Vió al hombre más guapo que había visto nunca. Éste que con paso decidido se acercaba hacia ella.Él... Bueno, él tenía la sonrisa más hermosa y cálida que ella había visto nunca, y eso es lo único que necesitais saber.
-Vaya vaya, así que esto es lo que trae el viento del trópico... unos ojos verdes cristalinos que se han anclado en la mirada de un apuesto joven combatiente.
Que capricho del destino te ha traído hasta aquí muñeca? - Dijo con voz grave.-La muchacha sonrió ligeramente- No conocía California, y mi compañera de piso me convenció para venir hasta aquí, ya que nunca había visto la feria de cerca. Soy Núñez - extiende la mano- Melanie Núñez. ¿Y usted es...?
-La picardía se apoderó del rostro del jóven. - Manuel Curtó, así es como me llamaban los profesores cuando se enfadaban conmigo por lanzar aviones de papel en clase. Pero usted, señorita, me puede llamar Manu. La cercanía es un privilegio en estos casos, y el tiempo apremia.
Yo la feria ya la conozco -lanzó una mirada fija a los ojos de la muchacha- pero lo que no sabía es que una persona pudiera revolucionar mis sentidos más que una montaña rusa. Enhorabuena.
-Melanie sintió como el color le subió a las mejillas y sonrió con vergüenza. Nadie antes se había referido así a ella y la cogió por sorpresa.- Entonces tú puedes llamarme Mel. Encantada Manu. - lo miró a los ojos, le echó una sonrisa tímida y quitó la mirada. - ¿Qué hace un jóven como tú en un sitio como este?
- Éste agachó la cabeza como si algo le abrumase- No es tanto lo que hago, sino de lo que huyo. Para mí el tiempo se mantiene estático mientras mi mente piensa en todo lo que he dejado atrás. Las atrocidades de la guerra todavía me quitan el sueño.
- Levantó la cabeza mirando al frente con decisión para reafirmar su posición de galán.- Pero lo que arrastro no es razón para dejar que afecte mi futuro. Ya cumplí con mi servicio, resulté herido en combate y ahora intento rellenar mi tiempo abordando a desconocidos para tener algo de conversación. No es lo más noble que puede hacer un hombre, pero por lo menos me permite que la oscuridad se vaya difuminando de mi vida.Vaya... - Sintió una punzada de compasión y sin esperarlo tuvo ganas de aliviar su dolor. - Pareces tan seguro de ti mismo que cualquiera diría que tienes tus demonios detrás... - esto último lo dijo con un hilo de voz casi imperceptible. Ella también tenía los suyos, pero eso nadie lo sabía. -Supongo que yo lo que más tengo es conversación... Así que si algo puedo ofrecerte es una buena charla. - Sonrió. Curiosamente no podía parar de sonreír. Se sentía abrumada.
-La tensión acabó con esa última sonrisa. Si antes existía algún tipo de dominancia, ahora la calidez gobernaba la conversación. Las máscaras desaparieron y eran las almas las que hablaban-. La seguridad no es más que el resultado del entrenamiento que proporciona el dolor. Si te soy sincero, la empatía es algo que me cuesta desarrollar en una conversación. Al igual que con mi seguridad, voy a entrenar afrontando situaciones que la requieren. Y por ello es que te pregunto ... -El galán no era tan galán, y como si se tratase de la primera vez- ¿te gustaría tomar algo? Conozco un local muy interesante que está a dos manzanas de aquí.
- Me encantaría. - Por un momento dudó en si aceptar o no la invitación del apuesto jóven, pero la sinceridad de éste la cautivó de tal forma que no pudo negarse. Ella no era de aceptar ir con desconocidos, pero él, después de aquella conversación parecía ser alguien por quien valía la pena correr el riesgo.