Disclaimer: Avatar: The Last Airbender, sus personajes, secuelas y cómics no me pertenecen.
NA. Centrado al final del cómic "Norte y Sur"
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Su sonrisa amplia pareció ser lo primero en entrar a aquella habitación, donde a pequeños saltos casi involuntarios anduvo a prisa hasta el fondo. Sokka entró detrás y miró igualmente feliz como Toph dejaba caer todos esos muñecos de felpa sobre la cama improvisada que le pertenecía durante su estancia en la tribu agua del sur, los lanzó todos juntos como si fuese lluvia y luego los revolvió con las manos a lo largo del colchón, extendiéndolos y acariciando por lo menos una parte de cada uno de ellos.
— ¡Me encantan! — dijo en su conmoción casi sin darse cuenta, pasando de nuevo sus manos curiosas por todas las texturas esponjosas que se encontró. Sokka la miró complacido por su reacción y se acercó un poco para contemplar más de cerca el rubor que pintó sobre las mejillas pálidas de Toph, ese que salpicaba sus mofletes redondeados por toda la adrenalina y por su revoloteada felicidad, lucía demasiado activa y agitada a pesar de que incluso en ese lugar hacía mucho frío, al menos demasiado para alguien como ella.
— Me alegro mucho, parece que realmente valió la pena haberme dislocado un brazo — bromeó el moreno y movió su extremidad en el aire con un gesto un tanto dolido por todo el esfuerzo que había estado haciendo largas horas para obtener aquellos premios.
— Yo lo habría hecho mejor — soltó ella solo para intentar burlarse de su fuerza y masculinidad, mostrando sus dientes en esa sonrisa juguetona y burlesca que sólo ella podía dar. — Pero, ya sabes... no puedo ver a donde tengo que apuntar — ambos rieron un poco ante esa broma que a su vez era una cruda verdad, sin embargo y por supuesto, ninguno de los dos le tomó verdadera importancia. Toph se giró en su lugar y tomó asiento en la orilla de la cama, motivando a Sokka a hacer lo mismo, al lado de ella. — Así que gracias, cabeza de carne — agregó en voz baja y se dejó caer de espaldas sobre los múltiples peluches esponjosos, aun sonriendo casi por inercia.
— No es nada, Toph, mis fuertes brazos dan para eso y mucho más — respondió a su provocación anterior levantando su aludida extremidad e inflando sus músculos para dar énfasis en su punto, olvidando por completo que en ese momento acostada sobre la cama ella era incapaz de sentirlo fanfarronear.
Se quedaron un momento en silencio y escucharon a lo lejos el bullicio de la feria y la música que aún tocaba en aquella celebración poco común de la tribu agua del sur. Sokka sonrió ampliamente y contempló desde la corta ventana el exterior del cielo oscurecido, bañado con estrellas salpicadas que parpadeaban vacilantes en el lejano firmamento, que un segundo, le dieron la impresión de que tiritaban al ritmo de la música de viento. Toph, desde su lugar en su cama y rodeada de comodidad no pudo evitar pensar de más, no pudo hacer más que escuchar la respiración de su amigo y las risas lejanas que le recordaron a las suyas propias, a las que le generaba él, a lo increíblemente divertida que había sido esa noche. A lo feliz que estaba. A lo feliz que siempre quería ser. No pudo una vez comenzada esa idea impedirle a su mente darle vueltas a las cosas, emocionarse y fantasear como la niña ilusionada e idealista que aún era. Se movió en su sitio y volvió a sentarse en la orilla de la cama. Sus pies cubiertos esta vez por botas para evitar el frío tocaron el suelo pero apenas y pudieron apreciar la borrosa silueta del guerrero del sur, quién la miró por el rabillo del ojo, conmocionado.
— ¿Por qué me los diste, Sokka? — preguntó repentinamente y el otro arqueó una ceja, dudoso ante esa cuestión. — Estos regalos, los ganaste tú... entonces ¿Por qué...?
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A colores
RomanceToph siempre ha sido ciega y se ha perdido más de lo que todos piensan debido a su condición, Sokka trata a su peculiar manera de enseñarle como luce la parte del mundo que se pierde. Sokka x Toph. Tokka.