Se recuesta en la cama, cruzando las manos detrás de su cabeza mientras mira a Gabriel revolver bolsas, el sonido del plástico es lo único que cuelga en la habitación. Renato se traga una sonrisa, y solo disfruta de ver a su amigo tan contento por una fiesta de disfraces, la edad de Gabriel algunas veces no se acerca ni un poquito a su verdadera personalidad.
Sigue en su contemplación silenciosa, viendo como frunce el ceño y murmura en vos baja. Llevaban una hora allí, ya se había probado un disfraz de hombre lobo, pero no, muchas partes y demasiado caluroso. Le siguió uno de jugador de fútbol, tampoco, era muy básico a criterio de Renato, y él estaba ahí para ser objetivo, por lo que su opinión debía contar ¿No?
Así que ahora tocaba el tercero, no entendía por qué el mayor estaba tardando tanto.
—¿Y? Dale, ya me estoy aburriendo —canturrea mirando su celular. Lo escucha gruñir.
—Creo que me voy a quedar con el de jugador de fútbol —suspira tirando la bolsa que tenía en la mano lejos, está cae cerca de donde está Renato.
La toma mientras se incorpora hasta quedar sentado en medio de la cama doble donde se encuentra.
—Que exagerado me saliste, Conde ¿Por qué no te querés probar el último? —se rie hurgando dentro de la bolsa. Solo ve una tela marrón y otra cosa que parece un pañuelo con estampado o algo parecido.
Sus ojos vuelan de nuevo a la figura que está a los pies de la cama, no hace falta que Gabriel le diga nada para que entienda por qué no quiere probarse ese disfraz.
—Daleee —le insiste solo para disfrutar de la vista y de paso avergonzar un poquito a Gabriel.
Este solo refunfuña mientras vuelve a agarrar la bolsa y desaparecer en el baño que está contiguo a la habitación. Renato se acomoda mejor en su lugar, esperando.
Entonces el mayor vuelve y él se descoloca un poco al ver el disfraz que no es más que una especie de boxer que se ajusta en los lugares correctos, dejando poco lugar a la imaginación. La parte del torso va descubierta.
Se muerde el labio intentando contener cualquier palabra que pudiera decir de más, solo se limita a mirarlo de pies a cabeza antes de verlo a la cara. Gabriel está sonrojado, se alborota un poco los rulos, sus ojos no lo miran, vagan por la habitación, concentrándose en todo, menos en Renato.
—Esto es muchísimo —murmura bajando la vista por su propio cuerpo.
El castaño sigue en silencio, tiene en la punta de la lengua tantas cosas para decir pero las contiene en su garganta, estan de nuevo en esos momentos cómicos donde él mira a su amigo encandilado y el otro solo parece tan ajeno a todo. Renato a veces piensa que aunque tuviera un cartel neón donde se leyera todo lo que le hace sentir Gabriel, este no captaria el mensaje. Es triste y divertido porque llevan meses así y él siente que en algún punto va a explotar y todo cambiará después de eso.
—Yo creo que te queda bien, el mejor de los tres —suelta, todavía cargando los efectos de tenerlo así, justo en frente. —O sea, la intención de estas fiestas es llamar la atención ¿No? Y este es el que te va a hacer destacar —trata de arreglarlo, aún sabiendo que Gabriel no nota nada raro en sus palabras.
—Creo... pero ¿Que se supone que soy? — se ríe, dejando de lado un poco de los nervios. Se nota en su postura, que se relaja un poco.
Renato lo observa unos segundos, solo se le viene a la cabeza un personaje.
—Pareces Tarzán —lo dice en broma pero lo vuelve a mirar, y realmente no está lejos de la verdad. Los rizos alborotados son el complemento perfecto para ese pequeño disfraz, dándole ese aspecto salvaje que haría suspirar a más de uno si lo vieran.
—No jodas —pero sonríe, pareciendo complacido con la respuesta. —Igual siento que voy muy descubierto —se pasa una mano por el estómago plano, Renato puede escuchar los engranajes trabajando en la cabeza de Gabriel. Está buscando una excusa para no usarlo y él siente que debe convencerlo de lo contrario.
—Falta una parte —murmura acercándose hasta los pies de la cama, donde queda de rodilla con el mayor frente a él. Le arrebata la bolsa que lleva en la mano y si, allí se encuentra el pañuelo con estampado, que recién ahí nota, es de leopardo. —Veni —le pone una mano en la cintura y tira de él más cerca. Gabriel se deja observando todo en silencio.
Le da una forma triangular a la tela y se la coloca alrededor de las caderas, uniendo todo con un nudo a un costado. Ahora sí parece Tarzán y ha cubierto buena parte de todo lo que el boxer ajustado dejaba ver, es una lastima pero sabe que así es la única forma de que se sienta cómodo.
—Listo —murmura alejándolo un poco para poder ver mejor. Pone sus manos a cada lado de la cintura del mayor y lo acaricia suavemente. —Ahora si vas más cubierto ¿Ves? —levanta la vista cuando no obtiene respuesta y se encuentra con los ojos de Gabriel fijos en los suyos. Lo está mirando de esa forma que le hace pensar que no es muy ajeno a todo lo que pasa entre ellos dos y que no es sólo Renato quien ve y siente cosas en esa amistad. Le sonríe de lado, aún si responder, un mechón rebelde le cae sobre uno de sus ojos y el menor no puede evitar correrlo y terminar con la mano hundida en el montón de rulos suaves.
—Pero el protagonismo lo tienen estos —le tira suavemente el cabello, intentando distraerlo y que deje de mirarlo tanto.
—Veni a le fiesta —le susurra mientras coloca sus manos a cada lado de la cadera de Renato.
Este tarda en unos segundos en procesar lo que acaba de decir porque está obteniendo una mínima atención por parte de Gabriel y ya es suficiente para que se descoloque.
—Sabes que no me gusta todo el temita de Halloween —sigue acariciándole los rizos porque puede, por unos instantes se permite flaquear ante el mayor.
—¿Por mi? —y está frunciendo los labios en un puchero tan lindo que Renato solo piensa en besarlo y decirle que si a cualquier cosa que le proponga.
—¿Y que gano yo? —estira un poco más todo, así no queda tan en evidencia que por este chico haría lo que sea, hasta ir a una fiesta disfrazado.
—Lo que vos quieras, hago lo que sea —lo mira espectante y es en ese momento, donde todo cae y Renato se da cuenta que Gabriel no es tan ajeno a todo lo que baila entre ellos dos. No puede serlo si está mirándolo así, instándolo con sus ojos y su sonrisa, diciéndole sin palabras que a él también le pasa. Así que solo eso le basta para aceptar, se siente un poco vulnerable de ser así con una persona, jamás experimentó el sentimiento enorme que se instala en su pecho cuando lo ve sonreír feliz y lo escucha planear qué harán esa noche y qué disfraz debe usar Renato, él escucha todo a medias, solo disfrutando de la voz y la presencia del otro.
Cuando el efecto que siente cerca de Gabriel se disipa un poco, ya es tarde porque se encuentra en el patio de una casa que no conoce, rodeado de gente disfrazada y alborotada solo por eso y él piensa que a veces es el amor actúa en uno de formas muy raras. Se fuma el tercer cigarrillo en un plano de dos horas, mirando las arañitas que cuelgan del techo, las calabazas con caras malvadas que solo lo hacen sonreír un poco, la dueña de la fiesta se ha tomado el trabajo hasta de hacer comida con la temática, uno cerebros rojos parecen ser de gelatina y hay algo que luce como dedos verdes pero está seguro que son palitos de pan. Vuelve su atención a las personas que bailan y ríen, intentando encontrar un motivo por el cual todo eso parece ser tan divertido; sabe que está actuando como un cascarrabias, gruñendo y murmurando por lo bajo, pero su corazón se calienta y ablanda un poquito cuándo llega Gabriel con una botella de cerveza para cada uno y lo abraza por los hombros, haciendo que Renato acepte que no la está pasando tan mal.
—Gabi te tengo que felicitar, desde que lo conozco, creo que nunca aceptó ir a ninguna fiesta de Halloween —dice Ángela que está disfrazada de alguna especie de extraterrestre, aunque podría ser confundida con una hormiga, piensa Renato mientras le mira las antenitas que sobresalen de su cabeza. Algunos de sus otros amigos asienten, dándole la razón a la chica.
—Bueno, ahora me siento muy orgulloso de mí mismo, aparte hice que se disfrazara ¿No queda lindo vestido de vampiro? —bromea Gabriel. Hace rato que perdió cualquier rastro de vergüenza por su disfraz, se lo ve cómodo y totalmente ajeno a todas las miradas evaluadoras que está recibiendo. El castaño sonríe sin saber que decir, le da otro trago a su cerveza y mira a su alrededor, distrayendose un poco de la conversación.
Siente una mano que le aprieta el hombro suavemente.
—¿Todo bien? —le susurra Gabriel que aún lo tiene abrazado, es cómico lo natural que se siente estar así con él. Ahora están solos, los demás de han esparcido por el patio de la casa, algunos beben, otros bailan, hay quienes llegan y quienes se van.
—Sip, solo observo qué me estuve perdiendo en todos años en que no fui a una fiesta de Halloween —sonrie de lado, solo está bromeando, la verdad es que se siente a gusto, de a poco el peso de sus hombros se va. Quizás es por las cervezas o porque el mayor no se alejó de él en toda la noche.
—Son divertidas, usar disfraces hace todo más... —se detiene buscando una palabra adecuada. —¿Misterioso? ¿Excitante? —le guiña un ojo y Renato se siente mareado, confirmando que Gabriel es mucho más potente para su cabeza que cualquier tipo de alcohol.
—Puede ser, tampoco es que lo haya corroborado todavía —bromea apoyándose en la pared que tiene cerca, en el movimiento se lleva al mayor con él que termina apoyado en su pecho. —Cuidado, Conde. —lo sostiene por la cintura, no lo aleja, quiere ver si Gabriel lo hace por su cuenta.
—¿Cual parte no corroboraste todavía? —le susurra en el oído, le apoya las manos en los hombros y se deja caer un poquito más sobre Renato, este mira a los demás, pensando que alguien puede notar el cambio de postura, pero no pasa nada, todos están en la suya, Angela baila con alguien disfrazado de astronauta, ve a Gastón vestido de Mickey que ríe mientras le saca una foto a Stefi que va vestida de Minnie, cree que es Agustín el que baila disfrazado vaquero pero no está seguro, hay muchos disfraces y mucha gente que le es irreconocible con ellos puesto.
La oscuridad baña el lugar, y con las luces de colores es poco probable que alguien note algo, para los ojos ajenos ellos deben lucir como un par de amigos algo borrachos que necesitan acercarse para hacerse oír sobre la música fuerte.
—Adivina —aprieta su agarre, acercándolo un poquito más a él, se está permitiendo avanzar como nunca lo había hecho antes.
—Decime —vuelve a insistir rozandole la nariz por el cuello.
Es ahí cuando Renato reacciona y se da cuenta de lo que están haciendo, se da cuenta e intenta alejar a Gabriel de él, mañana se va a arrepentir pero prefiere eso a que el mayor lo ignore cuando después recuerde todo o se de cuenta de lo que realmente siente por él
—Estas borracho, Gabi —lo sostiene por los hombros.
—¿Posta crees que estoy en pedo? —se ríe y el sonido calienta al menor desde adentro hacia afuera. —Cuando querés hacerte el boludo, te sale genial, Tatito — se mueve, alejándose y llevándose con él cualquier posibilidad que había surgido en esos minutos.
—Pará —lo agarra del brazo, detenidolo antes de que se vaya. Gabriel lo mira, con los ojos brillantes de expectativa y Renato sabe que no está pensando con claridad pero tiene la oportunidad de mostrar lo que realmente le pasa. —Vamos a otro lado, acá no —murmura.
El rizado solo sonríe y asiente antes de caminar hacia el interior de la casa, el menor lo sigue, dejando atrás la música alta y a toda esa gente disfrazada que seguramente no los van a extrañar en lo absoluto. Recorren un pasillo hasta llegar al final de este donde hay una sola puerta, Gabriel la abre sin golpear y tira de Renato haciendo que entre antes de cerrarla detrás suyo. Lo apoya contra esta, con las manos a cada lado de su cuerpo, acorralandolo y él siente como la excitación recorre sus venas, cosquillandole la espalda y los brazos. Quiere tocarlo.
Así que lo hace, le pone las manos en la cintura por segunda vez en la noche, acercándolo un poco más, hasta que se están rozando las narices y no queda más que ropa entre sus cuerpos.
—¿Acá si? —lo provoca, el calor aumenta en el cuarto y Renato no puede decir nada, solo lo besa y su corazón se acelera cuando es correspondido, siente los labios de Gabriel duros y demandantes sobre los suyos. Se besan volcando meses de frustración y tensión. Es ahí cuando se da cuenta que un par de miradas y palabras no dichas pueden llevar a un estado como este, donde de repente nada es suficiente y necesita más del otro. Le muerde el labio inferior, logrando que Gabriel suelten un gemido bajito que muere cuando vuelve a besarlo, esta vez se mueven y terminan acostados en la única cama que hay allí.
Termina con el mayor sentando a horcajadas sobre él, así que coloca sus manos en el culo de este, apretándolo suavemente; agradece que se quedará con ese disfraz porque es tan fácil sentirlo y tocarlo. Renato siente que nada es real, no cree que es Gabriel a quien tiene encima suyo, moviendo sus caderas, buscando más fricción entre sus cuerpos y besándolo como si su vida dependiera de eso. Se ríe, nervioso y feliz de tener en esa posición al único chico con el cual ha estado soñando en los últimos meses.
—¿Que pasa? —susurra sobre sus labios, acariciándolo el rostro.
—Nada —intenta volver a besarlo pero el mayor se aleja un poco, quiere un respuesta y él no tiene la cabeza totalmente lucida en esos momentos así que solo dice: —Es que me cuesta creer que estás acá, besándome y que pueda tocarte el culo —lo aprieta justo ahí para que sus palabras tengan más énfasis.
Gabriel se ríe, es todo rulos y cara sonrojada, Renato no quiere seguir hablando, solo besarlo y quizás estar dentro suyo. Pero no se anima a decir nada de eso, solo lo observa y piensa que ese disfraz debe tener algo, como un encantamiento o alguna de esas cosas que aparecen en los libros de fantasía que lee su hermana, y hacen que el mayor actúe así, correspondiéndole los sentimientos.
—Lo que tenés de lindo, también parece que lo tenés de ciego —lo besa en la mejilla, luego en el mentón y por un ultimo un reguero de besos en el cuello es lo que está recibiendo y él quiere seguir escuchando lo que el otro está diciendo pero en ese instante su cerebro no es el órgano más activo en su cuerpo, sino uno que está mucho más al sur y que se pone un poco más duro cuando Gabriel le lame la oreja. Renato gruñe frustrado, guardando cualquier posibilidad de hablar para más tarde, ahora quiere hundirse en el interior de su amigo. En un movimiento que es impresionante hasta para el mismo, logra acostar al mayor y ponerse entre sus piernas, vuelve a besarlo, esta vez un poco más ansioso. Se permite ser atrevido y toca toda la piel descubierta que sus dedos van sintiendo, el calor que irradia el cuerpo de Gabriel es casi mágico y Renato aún piensa que todo es alguna clase de sueño donde él va a despertarse en su cama, completamente solo y con el sol calentándole la cara.
Pero algo lo lleva de nuevo a la realidad, son un par de manos ansiosas que hurgan dentro de su pantalón y luego siente dedos sobre su miembro que lo aprietan y acarician hasta que él solo puede gemir. Imita a Gabriel, tocando ansioso e intentando que todo lo que está sintiendo sea recíproco, quiere llevar al mayor al grado de excitación que él está sintiendo solo por unas leves caricias. Funciona cuando esté gime, moviendo las caderas en un pedido silencioso; no hace falta nada más, Renato retira las piezas del disfraz que tanto conoce, de ese que siente mágico porque no encuentra otra razón para que Gabriel de repente este con él, a punto de hacerlo.
Se saca el chaleco y la camisa que complementan su vestuario y vuelve a besarlo, sintiendo ahora mucho más el calor del cuerpo ajeno, su piel desnuda está tocando la del mayor y un acción tan simple lo hace sentir a punto de acabar. Con movimientos rápido busca en el bolsillo de su pantalón y saca una billetera, está seguro que tiene ahí lo que necesita y si, efectivamente tiene en sus manos un paquetito de lubricante y un preservativo.
Sabe cómo hacer lo que sigue a continuación, sin embargo los nervios lo atacan y mira a Gabriel que está jadeando debajo suyo, tiene los ojos brillosos y los labios hinchados, a Renato se le cierra un poco el pecho, lo último que quiere es dañarlo.
—¿Estas seguro de esto? —su voz suena tan ronca, le es difícil respirar con normalidad y aún más pensar con claridad. Desea que el mayor diga que si y así poder continuar.
La respuesta no viene en palabras, solo le basta que Gabriel tire de él hasta tenerlo otra vez encima, besándolo de nuevo, para que sepa la respuesta.
Lo prepara con cuidado, comportándose como jamás lo hizo antes, deja besos por todo el rostro del mayor mientras poco a poco va tocándolo. Cuando el otro gime y se mueve buscando más, Renato sonríe orgulloso, sabe lo que está provocandole, necesita estar dentro suyo ya.
—Ya, dale, ahora —jadea Gabriel, su voz es un sonido ronco que solo lo pone más caliente. Así que le hace caso, y luego de ponerse el preservativo, comienza hundirse lentamente en el cuerpo del rizado. Se apoya en sus codos, así no deja caer todo el peso de su cuerpo sobre el del otro. Poco a poco logra estar en el interior del mayor. Ambos gimen cuando Renato comienza a moverse suavemente, dejando que Gabriel se acostumbre a él, le está costando no dejarse llevar pero entonces le dice "más rápido" y es todo lo que necesita. Se besan, se mueven y se transmiten a través de un acto tan carnal, todo lo que no son capaces de hablar de frente, el menor vuelca toda la frustración que lleva meses arrastrando.
Cuando ambos acaban, solo pueden sostenerse e intentar respirar con normalidad, hasta que Renato sale de Gabriel y se deja caer a un lado de la cama, unos segundos después el rizado hace lo mismo y lo abraza. Cierra los ojos, poco a poco su respiración se normaliza. De a poco se va volviendo consciente de lo que acaba de pasar, ahora que la calentura pasó y solo queda la razón, se siente nervioso.
—Deja de pensar tanto, te hace mal —murmura el mayor.
—No estoy pesando en nada —miente acomodándose mejor en los brazos ajenos.
—De la nada te pusiste tenso, o sea que algo estabas pensando —bosteza y le acaricia el cuello, dibujando círculos imaginarios sobre su piel.
—Supongo que tengo miedo, no quiero que nuestra amistad termine por esto —le confiesa apoyando la mejilla en su pecho. La habitación ahora está en silencio, el olor a sexo es lo único que puede sentir, ahora el pudor le invade y sabe que está sonrojándose.
—Pensé que después de esto, algo en nuestra amistad iba a cambiar —Gabriel suena divertido y eso hace que Renato deje de estar tan nervioso. Se incorpora un poco hasta quedar sentado, lo mira allí acostado, sus rulos ahora están descontrolados, aún sigue un poco sonrojado y sus ojos lo miran llenos de algo que él no sabe descifrar porque hasta ese momento jamás lo había mirado así.
—Me gustas, mucho —confiesa, es la primera vez que lo dice en voz alta y sonríe orgulloso por eso.
—También me gustas mucho, desde hace tanto —suspira de manera dramática haciendo reír a Renato.
—¿Por qué no me lo dijiste? —ahora se siente tonto, perdió tantos meses intentando sacarse el sentimiento que le causaba Gabriel por miedo a no ser correspondido.
—Creí que estaba siendo bastante obvio, me puse ese disfraz horrible solo por vos, fui a cada una de tus obras de teatro, te compré el libro que querías para tu cumpleaños, sé cuáles son tus bandas favoritas ¿Sigo? —arquea una ceja, se están divirtiendo con toda la situación pero Renato nota algo de inseguridad en sus ojos.
Se le acerca y lo besa, porque ahora puede hacerlo en cualquier momento, sin miedo.
—No, me quedó claro que soy bastante despistado y no se notar una señal —se ríe, sintiendo un calor que sube por su estómago y se instala en su pecho. Le gusta, así como también los labios de Gabriel y como este sonríe volviendolo a besar.
Y entonces todo parece indicar que las cosas poco a poco se van acomodando y él no va a necesitar fingir más cerca del rizado, ahora puede mirarlo y besarlo, decirle que es el chico más hermoso que conoció y que quiere pasar todos los fines de semanas en cama, para recuperar el tiempo que perdieron por despistados y cobardes. Renato piensa que después de todo ir a una fiesta de Halloween no está tan mal, si todas terminaran con Gabriel sonriéndole y besándolo, él habría asistido a cada una de ellas.
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Besos y disfraces || Quallicchio ||
FanfictionDonde son amigos y en una fiesta de Halloween cambian las cosas.