Capítulo 1.

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Todo comenzó hace seis años, cuando tenía diez, para ser exactos, recuerdo ese día a la perfección.

21 de agosto del 2008.

-¿Cómo les fue en su primer día de clases a mis dos amores?-dijo mamá.

-Mamá, ya estoy grande, no me gusta que me digas así. -dijo Tessa con una cara de disgusto.

-No eres grande, sólo tienes 12.-dije haciéndole una mueca.

-No estoy hablando contigo, Dylan. Por cierto, mamá, ¿recuerdas la chica de la que te hablé?-mamá asintió con la cabeza-bueno, ella es nueva por aquí y se va a ir sola caminando a su casa, ¿crees que podríamos llevarla?

-Por supuesto que sí, cariño, no puedo creer que haya padres que dejen a ésta edad ir solos a sus hijos con todos los peligros que hay.

Para ser sinceros, no tenía idea de quién era esa niña, pero si le caía bien a Tessa eso quería decir que sería gruñona como ella, eso me enfadaba, porque no quería a otra Tessa sentada a mi lado.

-¿Ése lindo niño es tu hermanito?-preguntó una linda voz.

Y entonces, ahí fue cuándo la vi.

Cabello negro hasta los hombros, ojos color avellana, nariz pequeña y labios lindos.

-Hola, tú debes ser Rebecca.-saludó mi mamá.

-Así es, mucho gusto.-contestó Becca mientras se subía al coche y se sentaba a mi lado.

-Siento que te tengas que sentar con Dylan.-dijo mi hermana con una mueca.

-No te preocupes, es una ternura.-dijo mientras pellizcaba mis mejillas y me sonreía. A decir verdad, podría decirse que sí era una ternura, estaba muy pasado de peso, pero no me importó hasta que la conocí.

Agosto del 2014, presente.

He pasado seis años de mi vida enamorado de Rebecca Martin, seis años sin poder dejar de ser un "hermanito menor" para ella.

Yo ya no era el chico regordete de hace años, crecí, hice ejercicio y la pubertad hasta ahora no me ha fallado. Mido 1.85 y no tengo un gran cuerpo, pero tengo con qué defenderme, los frenillos funcionaron y así podía al fin sonreír sin que se burlaran de mí, mis ojos grises nunca cambiaron y mi cabello castaño oscuro lo corté un poco.

No tuve novias en la secundaria, salí con una chica, sí, fue agradable, pero no funcionaría si no la amaba, así que terminamos. Becca salió con chicos, dos para ser exactos.

Mis amigos dicen que es un capricho y que debería superarlo, pero sinceramente, ya intenté superarla, me fui un verano entero a la casa de mis abuelos en Chicago, pero la distancia aumentó mi cariño hacia ella.

A los diez años, intenté conquistarla con dibujos, a los doce, con cumplidos y a los catorce, comencé a decirle indirectas, demasiado directas, diría yo, pero ninguna funcionó.

18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora