1✓ Siempre sola.

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Estuve toda mi vida sola, así lo recuerdo desde pequeña.

Según la madre Cecili llegué al convento cuando tenía alrededor de dos días de nacida; me dejaron allí y jamás se supo quien. Crecí como una niña normal, me nombraron Celeste, solo Celeste, ¿Qué apellido podría tener?

Al pasar los años mi comportamiento abrumada y preocupaba a Cecili, ella pensaba que era anormal, que Dios no me había bendecido al momento de mi nacimiento, que por esa razón mi conducta y yo éramos tan raros.

Yo me sentía bien, sentía que era como cualquier otro niño, no necesitaba jugar para calmar cierta adrenalina, no necesitaba que nadie me abrazara para calmarme las pocas veces que lloraba. No necesitaba de nadie, ni siquiera para comer, porque recuerdo que desde los cinco años yo entraba a la cocina y tomaba mi propia comida, por lo que Cecili pensaba no solo que estaba loca, también que era una ladrona. 

Jamás jugué con otras niñas o niños cuando se hacían integraciones, nunca hablaba con nadie o sonreía. Cuando tenía diez años una pequeña niña (aún más pequeña que yo) me ensartó su pequeño tenedor en la parte derecha de mi labio... No lloré, no reclamé; me le quedé viendo por un minuto y luego mi puño se estrelló en su nariz; fueron doce puntos para ella y un tabique desviado.

Para mí una pequeña cicatriz en mi labio, pero siempre que veía esa maldita niña tenía que desquitarme de alguna manera esa cicatriz que había quedado en mi labio inferior, no fue hasta que por fin la adoptaron que la odie más que a nadie en la vida. Ese era mi principal problema según Cecili... Mi agresividad.

Ella quiso investigar sobre mi, estaba obsesionada conmigo, creía que yo necesitaba un exorcismo.

Tonterías.

Jamás encontró nada, los registros de mis padres o algún familiar estaban completamente desaparecidos; mi procedencia era todo un misterio. Mis muestras de sangre, que fueron muchas no dieron ningún resultado con parentescos de ese viejo pueblo; yo era el experimento de Cecili. 

Hoy, tengo diecinueve años, escapé del orfanato a los quince y mi vida es una total mierda. Trabajo de mesera en un restaurante, pago un cuarto para poder dormir y soy adicta a la comida que me hace daño. En mi estómago solo entran frituras y comida chatarra.

Increíble.

¿A caso sentir que no perteneces a este mundo está mal?

¿Sentir que todo a tu alrededor es una mierda y querer tirarte de un puente está bien?

¿Pensar en que toda tu existencia solo fue una pérdida de tiempo y oxígeno que alguien más pudo haber aprovechado?

Todos los días me preguntaba aquello, y siempre mi respuesta era la misma.

No, no pertenezco a este mundo.

Si, si quiero tirarme de un puente.

Pero aparte de que mi existencia es una mierda también soy una increíble gallina y no tengo los cojones para hacerlo.

Luego de pensar, solo queda levantarme y trabajar; las hamburguesas no se compran solas. El día de hoy es como todos, una completa mierda. Atender a viejos verdes, que creen que porque eres mesera pueden tocarte...Y lo peor es que a mi jefe lo único que le importa es vender.

Tras un día lleno de trabajo decido caminar a casa, y no, no tengo auto, así que lo único que me queda es recorrer kilómetros hasta llegar allí.



Otro maldito día.

No es justo tener que despertar, no es justo que las hamburguesas no sean gratis.

De nuevo, de camino al trabajo...

—¡Celeste, maldita sea, esa bandeja era para la mesa cinco!—Mi jefe gritando me hace entrar en razón, santa mierda, hoy estoy más confundida y desubicada que todos los días.

Pongo la bandeja correspondiente y me alejo hacia la cocina.

—¡Harás que te saque a patadas de mi negocio si no te concentras bastarda!—Grita Jeff, mi jefe.

No aguanto más.

Mi saliva escupiendo su rostro hace que una mueca de asco y una mano estrellándose en mi mejilla me sorprenda.

Me largo.

—¡Puedes introducirte esta porquería por tu punto pasivo!—Grito y lanzo mi delantal.

Salgo agitada del restaurante, solo quiero irme a casa, a la morgue o a donde sea. 

Maldita sea.

Cruzo la calle con agitación y sin pensarlo todo se vuelve lento.

Un auto.

Ese auto.

Me derribó, y lanzó lo más lejos posible.

Quedé en el piso sintiendo como todo mi cuerpo dolía, dolía tanto que es indescriptible.

Mis ojos llenándose de agua y cerrándose lentamente.

Era mi fin.

¿Quería estar muerta en realidad?

Ya no había tiempo de pensar una respuesta.






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Inicio obra: 24/Mayo/2023

AnyiLi 🌻

Después De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora