Capítulo 2 Precipitación

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"Tú no estás solo,

Solo que yo

No puedo salvar nuestros corazones esta noche"

Black Veil Brides- Carolyn

**Dorian**

Era como si hubiese pasado una verdadera eternidad desde la última vez que estuve en este frio y desolado lugar. Muchos han hablado del infierno pero nunca lo han visto en carne propia. No es el típico lugar recubierto de llamas sofocantes y almas penando suplicando por sus vidas.

Aquí las almas de los pecadores no tienen lengua, algunos no tienen ojos, otros les han cortado las orejas. Algunos son usados como esclavos para nuestra comodidad. No hay lamentos, solo el irrevocable eco del silencio y del castigo eterno.

Un palacio oscuro tapizado de piedra caliza teñida de un rojo sangre donde quiera que se pueda ver. La sangre de millones de condenados que sus atrocidades, asesinatos, violaciones y ofensas ante Dios en la tierra las pagan con sangre en el averno. Es un lugar húmedo, frio y atroz donde es fácil perderse a menos de que conozcas cada rincón como la palma de tu mano. La parte baja para los castigos imperdonables. Los demonios de medio y bajo rango se divierten, gozan las penas de las almas. En la parte media se encuentran los demás demonios resguardándose y preparándose para cuando llegue la oportunidad de volver a la tierra en su verdadera forma, algunos al igual que yo, pueden salir a la superficie para causar caos por cuenta propia solo por diversión. Muy cerca del palacio principal de alto rango esta la arena del juicio donde en ocasiones especiales se reúnen todos para condenar algún demonio que haya cometido traición; y era ahí donde todos ellos solo me estaba esperando. No me imaginaba un recibimiento mejor y el mismo Samael sería el juez y verdugo.

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**Eunice**

Esto no podía ser real, ya me era imposible creer que él estuviera aquí que me costó un par de segundos reaccionar y dejar de aferrarme a su camisa, no podía soltarlo con temor a que se marchara nuevamente. Su perfume de menta me era irresistible, tan relajante que me hizo olvidaren que lugar me encontraba.

Cuidadosamente acaricio mi hombro solo para acomodar los tirantes de mi blusa que me resbalaban por el hombro. Yo no sabía que decir. Podría quedarme todo el día contemplándolo desde mi altura, debía alzar un poco la vista solo para ver sus ojos claros, el rojo carmesí de su cabello, quería tocar su piel clara de su rostro, acariciar sus mejillas suaves y esos labios carnosos que me llegan a cautivar. Pero claramente esa no era algo que comúnmente yo haría, esa no era yo, ese demonio me había hecho esperar demasiado tiempo y era el momento de hacerle ver su suerte. Lo tenía en mis manos, ni si quiera se imaginaba cuando mi mano toco su mejilla y le sonreí como si nada antes darle una buena bofetada en la cara que hasta mi mano se quedó marcada en su piel; no me dijo nada, solo re rio de mi entre dientes que me hizo romper en cólera que no me pude controlar estamparlo contra la pared con fuerza, no me importaba romperle los huesos y arrancarle la cabeza con mis poderes Bien merecido se lo tenía. Debía hacer que todo el edificio se le vinera encima, pero luego pensé que también terminaría matando a Garrett aun que también debía morir el bastardo por tocarme de esa forma. Y hablando del susodicho, me sorprendió que después de una paliza se incorporara, escupiendo sangre pero se repondrían. Miro como si nada como torturaba a Dorian si ni siquiera tocarlo, estaba encolerizada, casi fuera de sí. Las paredes, hasta el mismo suelo estaba temblando de la presión que estaba ejerciendo contra él, lo hacía muy sencillo ya que no hacia el mínimo esfuerzo por defenderse. Era como si aceptara el castigo que le daba por mi propia mano. Es difícil describir su mirada, una mezcla de muerte y resignación que no hice más que aminorar mi energía. Libere al demonio de mi presión mágica. Cayo al suelo y caería de boca de no haber sido que ante puso sus manos a tiempo y le costaba recuperando el aliento, estaba lleno de polvo y ceniza. Había dejado un gran hueco en el muro, algunas piedras y cemento seguían cayendo sobre él, y la tierra dejo de temblar sobre mis pies. Aunque por dentro yo no me había calmado. Aun quería matarlo.

Cenizas de un conjuro ( La Era de la magia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora