7.Juntos

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—¿Cuánto tiempo dijeron que estarían fuera? —inquirió Draco comenzando a besarla en la zona que sus dedos acababan de explorar.

Ginny sentía como si olas de lava estuviesen rompiendo en su interior, y jadeó, arqueándose hacia él, mientras contestaba con voz ronca:

—El suficiente...

Draco consciente que ya no podría soportarlo más, se detuvo para mirar a Ginny, viéndose reflejado en esos hermosos pozos chocolates, en esas pupilas que flameaban resultado de la excitación y el deseo que en esos momentos los envolvían. Las llamas de la pasión les estaban exigiendo que dieran rienda suelta a lo que sentían. Draco esperó alguna señal por parte de Ginny, quien sonrió extasiada y sólo susurró.

-Draco, te necesito, ya no puedo esperar más!

Esas palabras fueron más que suficientes para él, se paró del sillón llevándose con su cuerpo a Ginny, quien de un solo movimiento se alzó y enredó sus piernas alrededor de la cintura de Draco. A velocidad casi magica ya se encontraban al pie de las escaleras que conducían a los dormitorios, pero el intenso beso en el que se encontraban los llevó a detenerse cada ciertos escalones, arrimándose contra la pared sintiendo sus cuerpos y el fuego impetuoso de aquel acto.

Con gratificante esfuerzo, lograron llegar a la habitación de Ginny. Junto a la cama de ella, Draco fue bajándola de sus brazos amorosamente hasta estar frente a frente. Esbozó una sonrisa ladeada de las que a ella le quitaban la respiración y se unió en aquel lecho lenta y pausadamente hasta quedar sobre ella pero sin permitir que su dulce amor aguantara un solo gramo de su peso.

—No había estado en tu habitación desde los años de universidad —murmuró inclinando la cabeza y empezando a imprimir ligeros besos en su garganta— Creo recordar que tenías un camisón de algodón con un dibujo de un oso en la parte de delante. Era endiabladamente sexy.

—¡Dios! —se rió Ginny—. ¿Aquel camisón te parecía sexy?

—Cualquier cosa que tú llevaras puesta me parecía sexy Ginns —farfulló Draco entre beso y beso.

Ginny gimió suavemente dejándose llevar por tan placentera sensación.

—¿Ya entonces te parecía sexy? —inquirió sorprendida.

—Weasley, no tienes ni idea de lo que le hacías a mi libido cuando tenía veinte años —murmuró él, haciéndole cosquillas con el aliento.

Ginny sonrió al recordar la conversación que había tenido con Hermione, y enredó los dedos en el cabello de Draco, echándole la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos.

—¿Ah, sí? ¿Y ahora?

—Ahora —contestó él sonriendo con picardía—, puedo decirte como hombre o como amante, que eres la mujer más sexy que he conocido en toda mi vida y que te deseo como nunca antes he deseado a nadie.

Las palabras de Draco dieron alas a la joven, que se apoderó de sus labios en un beso húmedo, mientras le revolvía el rubio cabello con los dedos, para descender después hacia los hombros, hacia su espalda que parecía esculpida en la mas fuerte de las rocas, resaltando cada perfecto músculo recubierto por la suavidad de una piel exquisita. Le tiró desesperadamente de la camiseta y gimió:

—Mmmm... esto... fuera!... -dijo ella divertida pero inmersa en aquella situación tan deliciosa.

Draco obedeció su orden al instante, sacándosela por la cabeza, descendiendo otra vez sobre sus labios, piel contra piel. Ya que la blusa de ella había sido hábilmente abierta por los expertos dedos de Draco en la sala. Ella sólo alzó sus brazos para deshacerse de aquella inservible prenda.

Desafío de Amigos |ADAPTACION|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora