Tres.

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—Ya sé que no lo dijiste, pero supongo que habrás mirado dónde comprar comida ¿no? —preguntó Samantha desafiante. Reí nerviosa esperando que supiera qué significa esa risa, pero a veces se me escapa que tiene un leve retraso... con cariño Sammy, yo te quiero.

—Pues no, no soy la chacha, podrías haberlo mirado tú, vaga —digo contenta por mi respuesta.

—¿Y ahora qué hacemos?

—A ver, lo cierto es que no podemos ir a ningún sitio a comprar, son las siete de la mañana de, si no me equivoco, un martes, ningún supermercado en su sano juicio estaría abierto ahora —respondo haciéndome la lista, cosa que Sammy y yo sabemos que no me pega mucho.

—En España sería ahora mismo la hora de casi cenar —dice ella—. Y yo —dice señalándose—, tengo en mi cuerpo un horario español.

—Yo también, pero no esperarás que durante todo lo que vamos a pasar aquí, desayunemos a las once de la noche, comamos a las tres de la madrugada y cenemos a las siete de la mañana, ¿no? —pregunto irónica—. Habrá que acostumbrarse al horario, que no vamos a estar aqui una semana sólo. Tú "desayuna" —digo alzando mis dedos en forma de comillas— a las once de la mañana de Nueva York evidentemente y ya veras como en dos días nos acostumbramos —dije convencida de mi muy buena respuesta.

—Mmm... buena respuesta, Thomson.

—Te has perdido ¿verdad, Colemann? —digo siguiéndola el juego de los apellidos.

—Sólo me ha quedado claro que tengo que acostumbrarme —ruedo los ojos pero contenta de que al menos haya pillado algo de lo que la he dicho.

—Suficiente, Colemann.

Sugerí irnos a dormir ya que así este tiempo de espera se nos haría más ameno, pero, obviamente yo no podía dormir, y creo que Samantha tampoco. Intenté hacer tiempo mirando mis redes sociales pero no había nada interesante. Me metí en el twitter de Nash, hacía siete horas que no lo visitaba... Sí, en el avión me sugirieron apagar el móvil, sino ya lo habría mirado unas cien veces.Suerte que no me había perdido nada, él no había tuiteado nada más que lo de su nuevo vídeo, el que vi antes de subirme al avión, en la sala de espera y por el que me estuve riendo una media hora seguida en mi mente. Él es tan gracioso.

Las siete y media todavía... con suerte a las nueve habrán abierto algún supermercado -claro que mientras busquemos y busquemos y busquemos algún supermercado seguro que nos tiramos horas. Ya llamaría a Allyson, ella sabrá dónde hay alguno.- y no tengo que hacer mucho tiempo haciendo tonterías o ver cómo pasa el tiempo.

—¡¿Estás despierta?! —grita la idiota de mi mejor amiga entrando por mi puerta.

—Si, pero si no lo hubiera estado ya me habrías despertado tú misma, gallina.

—¿Gallina por qué?

—Porque tienes voz de pito y estás todo el día incordiando —intento guardarme la carcajada pero ha sido intento fallido, pero me alegra que Sammy me acompañe.

—¿Qué tienes contra las gallinas? —pregunta una vez deja de reírse.

—No, no, será qué tengo contra ti —vuelvo a reír.

—Estúpida zorra —reímos las dos. Y en esto se basaba nuestra amistad, en insultarnos, reírnos, mofarnos... confianza máxima, eso os lo puedo asegurar.

Las ocho de la mañana.

—¿Crees que deba llamar a Ally ahora para lo del supermercado? —pregunto a Sammy y antes de que pueda contestar agrego:— Ella debe estar despierta... Yo no lograría pegar ojo una vez me despierto en la noche y mucho menos si salgo a la calle a enseñar un piso —pongo una cara rara y me río de mí misma.

More Than A Travel (Nash Grier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora