La fuerte bofetada que recibió Draco Malfoy en su mejilla derecha se escuchó por toda la estancia de la gran mansión Malfoy. El rubio se llevó una mano a su mejilla, que se puso roja por el golpe. Lucius lo miraba con mucho enojo y rencor, mientras que Narcisa con una enorme decepción.
—¡Esto es indignante! Te lo dimos todo y lo único que te pedimos a cambio fue que no mancharas el nombre de la familia.
Para ese momento las lágrimas comenzaron a escapar por sus ojos. Se llevó una mano al vientre, acababa de decirles a sus padres que tenía dos meses de embarazo. Era Navidad y aunque no esperaba que lo tomaran bien, tampoco esperaba que fuera tan mal.
—Al menos dinos quien es el padre —Pidió Narcisa. Pero Draco solo agachó la cabeza —Sabes quien es el padre ¿Cierto? ¿Lo sabes?... ¿Draco?
Una nueva bofetada estalló en su rostro, no, no lo sabía, ni siquiera recordaba el momento en que lo hizo, solo recordaba que la fiesta de Slytherin se descontroló, cada casa celebró a su manera la derrota del señor tenebroso, además de que ese sería su último año. Recuerda el momento en que Blaise lo provocó para que bebiera más de la cuenta, luego salió, no recordaba a donde, pero salió solo, en el pasillo se encontró con alguien, y ya no recuerda más, ni siquiera a la persona con la que se encontró, solo que al despertar estaba en un salón en deshuso, desnudo y con varios chupetes (ematomas), cubierto únicamente (casi con pudor) con una chaqueta que desconocía de quién era.
—¡Eres una vergüenza! —Draco se cubrió al ver que el puño de su padre se alzaba.
—¡Lucius! ¡No! —Lo detuvo Narcisa —Le harás daño al bebé.
—¿¡Y a mi que me importa ese bastardo!? ¡Lo haré abortar!
Draco se cubrió el vientre, no quería abortar, era su hijo. Sea de quien sea, era su hijo.
Lamentablemente ese no fue su peor día, no... Sino todos los demás, su padre lo obligo a salir de la escuela, muchos en ella crearon rumores, claro que ninguno fue acertado, su padre se la pasaba en su oficina tratando de arreglar el mejor matrimonio, no importando si era hombre o mujer. Aunque por supuesto, todos se negaban, pues no aceptaban que el chico ya estuviera preñado. Cada vez que Lucius veía que el vientre de Draco crecia llegan insultos nuevos, amenazas, y de no ser por su madre, incluso hechizos para hacerlo a abortar. Finalmente se llegó uno de sus peores días, el mes de junio, ya las clases había terminado en Hogwarts, y ya tenía 8 meses de embarazo, su padre, no soportando más, lo corrió de casa, así que con una sola maleta se dirigió a cualquier lugar, no sabía a donde ir, Blaise no estaba en el país, Pansy tampoco, no sabía qué hacer ni a donde ir, tomó el autobús noctámbulo, llegando a un parque, en dónde se quedó durante unas horas, estaba por quedarse dormido, hasta que una voz lo llamó.
—¿Malfoy?... ¿Eres tú...? ¿Malfoy?
Abrió los ojos lentamente, ese cabello y esos ojos son inconfundibles, principalmente esas horrorosas gafas.
—¿Potter?
—¿Qué haces aquí? —Draco comenzó a debatirse entre pedirle ayuda o no, tenía hambre, y mucha, claramente su bebé también —¿Estás bien? —Draco agachó su cabeza y negó lentamente.
Puso sus manos en su vientre por costumbre, desde que se les dijo a sus padres, lo ha hecho, como protegiéndolo contra su padre. Fue entonces que Harry reparo en su embarazo, pero no dijo nada, solo se quedo viendo asombrado.
—Se que no debería, pero... ¿Podría quedarme contigo esta noche? —Pidió Draco con una nudo en la garganta.
Harry asintió, lo ayudo a levantarse y lo guío hasta su casa, la antigua casa de su padrino. El lugar era acogedor, simple, pero muy acogedor.