✾Capítulo 11: Perdóname.

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Siento que no puedo moverme, que mis piernas se niegan a obedecer cualquier orden que les dé. ¿Voy a morir aquí? El hombre me observa con una mirada llena de odio, como si le hubiera arrebatado lo más valioso de su vida. Me agarra del brazo con fuerza, clavando sus uñas en mi piel, y luego me golpea en la nariz con un puñetazo tan rápido que apenas tengo tiempo de reaccionar. La sangre brota al instante, y el sabor metálico invade mi boca, mezclándose con las lágrimas que amenazan con escapar de mis ojos.


Toco mi nariz y esta palpita de dolor, abro la boca tratando de respirar mejor pero la sangre se cuela por ella y siento el sabor metálico que me hace querer vomitar.

—¿Dónde está la cámara? —pregunta el hombre, con un acento extraño británico, mientras se quita la correa que llevaba consigo. 

La cámara, la dejé debajo del cuerpo de la chica. Pero él no se da cuenta, está demasiado concentrado en golpearme. Estoy nerviosa, pero mi mente corre a mil por hora, buscando una forma de escapar de esta pesadilla. Mis músculos están tensos, listos para el momento en que pueda hacer algo.

—¡VEN AQUÍ! —grita el hombre, y su voz hace que un escalofrío recorra mi espalda. Intento alejarme de él, pero sé que no puedo escapar. El hombre está seguro de sí mismo, sabe que no podré salir de aquí sin su permiso.

Con un movimiento rápido, me lanzo sobre él, golpeándolo con todas mis fuerzas. Pero él me aparta con facilidad, y luego me tira sobre la cama, agarrándome del cabello. Siento el dolor agudo en mi nariz y mi labio. Mis puños golpean su cuerpo, pero él apenas se inmuta. Estoy perdiendo fuerzas, y el miedo se apodera de mí.

No.

No.

No.

Tenía que luchar, tenía que salir de aquí.

El hombre intenta meterme unas pastillas en la boca, pero me resisto con todas mis fuerzas, pataleando y gritando. Pero él es más fuerte, y pronto estoy debajo de él, luchando por respirar mientras siento su peso sobre mí. Mis ojos se cierran lentamente, y sé que estoy a punto de desmayarme.

Cerré mi boca, sentí como sus uñas se enterraban en mis labios tratando de abrirlos; pero esa era mi última fuerza.

Pero entonces, algo cambia. El hombre es tirado con fuerza al suelo, y veo a Jacobo, con la mandíbula tensa y los puños apretados, enfrentándolo con una ferocidad que nunca antes había visto. El alivio se mezcla con el miedo mientras lo veo luchar con el hombre, golpeándolo con una violencia que me hace temblar.

El hombre no tiene la suficiente fuerza para ser rival de Jacobo, sumado a que lo tomó desprevenido, intenta lanzarle puñetazos pero Jacobo los esquiva con agilidad.

Jacobo saca un cuchillo de la pretina de su pantalón y lo clava en el cráneo del hombre con una precisión escalofriante y sin ningún tipo de duda. Luego, como si no fuera suficiente saca un arma y dispara, y el sonido del disparo apenas me llega a los oídos, ahogado por el silenciador. El hombre cae al suelo, y la habitación se llena de sangre en cuestión de segundos. 

—¡HIJO DE PUTA!—Repite esto mientras sus dos puños cerrados se estrellan en la cara del psicópata.

Escucho huesos romperse y de nuevo las arcadas vienen a mi.

No sé quién está más loco aquí, si el hombre que tiene a su víctima debajo de la cama y posee vídeos mientras la asesina o Jacobo, que asesinó a su familia y me tiene secuestrada.

—Perdóname por no estar aquí—Susurra mirando los golpes y tratando de ayudarme pero no sabe que hacer, por primera vez lo ve nervioso. 

No respondo nada, no puedo, estoy conmocionada y a la vez tengo mucho, mucho miedo, fui testigo de un asesinato, pero lo único que quiero es sentir a Jacobo, cuando tengo miedo me aferro a algo, y en este lugar, en este caso, me aferró a él. Lo abrazo lo más fuerte que puedo, tal vez mi mente esté demasiado golpeada para pensar con claridad. Jacobo al sentir su abrazo se tensa, pero no me despego.

Luego de varios minutos, ya tengo vendaje en mi nariz y mi labio ya no arde tanto, al fin y al cabo Jacobo es doctor y sabe hacer estas cosas, por suerte encontró un botiquín en algún lugar de la casa.

—Quiero irme de aquí —digo, mirando el charco de sangre en el suelo.

Jacob se levanta y saca el cuchillo del cráneo del hombre.

—Entonces vámonos—Responde y me presta su mano para levantarme de la cama.

Salto el charco y me acerco a él.

Lo miro pero el sostiene la mirada en su mano esperando que yo la tome. 

Y eso hago.

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora