Susurros de mariposas

Hay silencios como pájaros

Hay silencios como pájaros nocturnos; nadie los ve, pero se sienten pasar en el aire. Silencios que vuelan a través de nuestros ojos y no los podemos detener. Son tantos los caminos que pueden tomar y tantas las formas, que es mejor contemplarlos y ver qué pasa.

Un silencio vino a posarse una tarde en mi ventana. Lo vi, posado en las partituras que componen los cables con los pájaros parados sobre ellos, como notas musicales. Miré el silencio, mezclado con cantos de pájaros y esperé, a ver qué me decía.

Llegó como un susurro de hojas caídas y trajo un recuerdo de algo que aún no había pasado.

Fue entonces cuando lo vi, esperándome con su maleta, llena de libros, a punto de subirse al tren. Corrí para alcanzarlo, pero mis pasos no fueron suficientes y se alejó entre silbatos y vendedores ambulantes.

Tomé mi maleta, también llena de libros, y esperé al siguiente tren. Quizás en algún punto se mezclaran las estaciones del tiempo y lográramos encontrarnos. Subí al medio de un vagón y me dejé avanzar por el bamboleo constante de las líneas; paralelas de un universo paralelo.

No había pasaje de regreso, sólo una certeza disfrazada de incertidumbre; buscar y esperar que de todas las probabilidades pudiéramos coincidir apenas en una.

Pasaron las estaciones, los mapas estelares y el viaje continuó a veces lento, a veces rápido, a veces detenido. Hasta que de pronto, por una rendija abierta del universo, lo vi deslizarse entre gentes apuradas.

Salté con mi maleta hacia ese vacío que parece un océano, para tan sólo rozarlo y decirle todo lo que, en silencio, me había guardado. Pero su mirada no reconoció la mía y la dejó pasar, con un silencio escondido en notas de pájaros...

Miré a su silencio alejarse y volví a mi ventana. La lluvia comenzó a mezclarse con el viento, entonces, la abrí y dejé que entrara a enredar la piel, a mojar los ojos y mezclarlos con mi pelo que gritaba, ocultando los silencios de esta nueva historia.