Vuelta a Malfoy Manor

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Capítulo corregido.

25. Vuelta a Malfoy Manor.


P.V. Draco.

Atravesamos el jardín por el camino de grava. Los pavos reales pronto se acercaron a nosotros, extendiendo sus colas frente a nosotros, ¿qué les pasaba? Nunca se habían comportado así. Uno de ellos se acercó hasta mí y permitió que Rose pasara la mano por su cola riendo, en una de esas se llevó una pluma. El pavo real se alejó de mí y se acercó a Hermione, Scorpius acabó con otra pluma.

-Vaya, vaya -se oyó la voz de mi madre tras los pavos, que no dejaban de gluglutear. Pronto apareció frente a nosotros, ahuyentando a los pavos a base de palmadas- Al fin llegáis.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y su boca se abrió ligeramente. Pronto su dedo alternaba entre Hermione y yo, entre Scorpius y Rose- ¿Que ocurre madre? ¿Sorprendida? -una pequeña sonrisa asomó en sus labios.

-No me habías dicho que eran dos -comentó, con un tono demasiado amable, cosa que consiguió que todos mis nervios se pusieran alerta- Es un gusto volver a verte, Hermione -saludó mi madre, abrazando a mi chica por los hombros y dándola dos besos.

-El gusto es mío, Narcissa -respondió mi chica, sujetando a Scorpius con una mano y la otra pasándola alrededor de mi madre. Pronto el niño comenzó a jugar con un mechón de pelo de su madre.

-Vaya, vaya -sonrió mi progenitora separándose y acariciando la mejilla de mi hijo- Un Draco en miniatura.

-Es idéntico al padre -reí, llegando a la gran puerta de roble. Rose, con la pluma del pavo iba golpeando las cosas, hasta que en frente nuestro estaba mi padre, al que tendió sus pequeñas manitas para que la cogiera, sin embargo, Lucius Malfoy se dio la vuelta con un gruñido y desapareció por las escaleras.

-No está muy contento con la situación -susurró mi madre, detrás mío, colocando su mano en mi hombro- Solo dale tiempo.

-Tiempo tiene todo el que quiera -respondí, siguiendo a mi madre hasta la sala, donde unas tazas de té nos esperaban humeantes.

Herms y yo nos sentamos en el sofá de cuero negro, mientras que mi madre se sentó en el sillón individual con Scorpius en su regazo. Herms dejó a Rose en la alfombra, no sin antes quitarle la pluma, y la dejó a su libre albedrío. Pronto comenzó a gatear entre las patas de la mesa, entre nuestras piernas y demás objetos que encontraba.

-Bueno -sonrió mi madre, acariciando el ruloso pelo de Rose, que se había sentado sobre los pies de mi madre. Ante esto, Herms susurró un pequeñísimo "lo siento" que fue acallado por la risa de mi madre- ¿Y no me vais a contar nada?

-¿Qué quieres saber, madre? -reí, ante la mirada que me echó, evidenciando que la pregunta iba dirigida a Herms- Lo entendí -murmuré, jugando con Scorpius sobre mis piernas.

-Pues... -comenzó Hermione, pasándose la mano por el pelo, síntoma de que se encontraba bastante nerviosa- Es un tanto... extraño todo.

-No te preocupes, querida -la tranquilizó mi madre, ganándose una sonrisa por parte de la castaña- Me han contado a grandes rasgos... no es tan raro, si mi hijo fuera un poco listo nada de esto hubiera pasado.

-¡Oye! -protesté, sin embargo no me dejó, con un gesto de la mano indicó a Hermione que continuara, o más bien, comenzara. ¿Qué yo fuera un poco más listo? Pero bueno... cierto que me comporte como un imbécil, pero no es necesario que me lo estén recordando cada dos por tres, bastante tengo ya con recordármelo yo solo.

-Pues, fue un par de días antes del baile de Navidad... -ante esto me quedé sorprendido. ¿Por eso estaba tan rara? Sí soy imbécil, sí...- Ya sabe usted, el día del baile se lo fui a decir a Draco, pero su hijo se me adelantó con sus cosas, diciendo que si estaba con otro y demás sandeces.

Dejamos el Pasado Atrás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora