Cero

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Era muy oscuro, las paredes del edificio a medio despintar eran reflejadas por la luz de algunas lamparas al mínimo de su libertad.

Una niña de camisón blanco largo con cinco primaveras en su haber caminaba descalza sin hacer mucho ruido, tener insomnio he hiperactividad no era algo que le agradara, pero podía presumir de que gracias a sus escapadas nocturnas y recorridos conocía una que otra cosa interesante del lugar.

Un flash que iluminó toda la sala al momento en que un rayo caía en una de las tantas antenas de los pararrayos instalados en los alrededores le hizo voltear hacia la ventana.

Sus ojos almendra inspeccionaron todo mientas se escondía bajo una de las mesas cercana a ella, y justo a tiempo, una señora de camisón oscuro y albornoz verde pasó rápidamente por la estancia hacia las escaleras, seguramente al tercer piso.

De repente escuchó un ruido, un pequeño gimoteo, su ceño se frunció levemente, se dio cuenta de que el sonido venía desde la puerta, alguien se encontraba en la puerta del orfanato con una tormenta eléctrica desatandose.

La pequeña espero un momento, tal vez alguna de las hermanas saldría, pero después de unos minutos no sucedió, sostuvo con sus manitas la larga coleta baja que suele hacerse cada noche y se decidió.

La puerta se abrió despacio, con un cuidado digno de una porcelana fina, al asomarse se dió con la sorpresa mas hermosa y triste en toda su corta vida, en una canasta de mimbre un pequeño de mas de un año con unas prendas que le quedaban inmensas se encontraba abrazándose asimismo hipando.

-¿Estas bien?- Artículo con los labios pero ningún sonido salió de ellos.

Hizo sonar la campana de la entrada mientras jalaba la canasta dentro del recibidor, el pequeño no pesaba mucho, eso no era bueno.

-¿Qué esta pasando? Ópal ¿Porque tocaste la campana?- Dijo la misma mujer que vio hace un momento.

-Lo encontré en la puerta, estaba llorando- Señaló con las manos mientras dirigía su mirada al piso en dónde se encontraba el canasto.

-¡Cielo santo que hacía este niño fuera!- Se escandalizó la mujer prácticamente corriendo hasta sentarse al lado de la niña examinando al pequeño.

-Lo escuché llorar por eso salí, sólo estaba él no había nadie más- Articuló la niña mientras miraba la puerta de reojo, tal vez esperando que la tocarán.

-Gracias a Dios y a tus escapadas nocturnas, este niño pudo haber muerto-

Mientras oraba sostuvo al niño con una mano mientras que con la otra tomó a la pequeña para llevarlos a ambos al mismo cuarto, no era un gran lugar pero era suficiente para los que dormirían allí.

Siendo ambos los más pequeños podrían quedarse juntos, además se encontraban en el primer piso.

Los dejo ambos en la cama pidiéndole a la mayor que cuidara de él mientras iba por un poco de agua caliente, mantas y tal vez algo de comer para el pequeño.

-Eres muy pequeño y ya estás solo- Señaló la niña con sólo los labios, esa era su penitencia; se juro no volver a decirle nada más a nadie, no pedir nada más, si lo hubiera hecho antes tal vez seguiría con sus padres.

-Bien pequeño veamos cómo te encuentras- Parloteo la religiosa al momento de llegar con dos de toallas en un brazo y una cazuela con un pequeño biberón dentro en la otra.

Dando un par de indicaciones a la niña ambas se encargaron de limpiar y alimentar al recién llegado, abrigandole en la cama cuando ya estaba todo terminado.

-Será mejor que ambos duerman, ya ha sido suficiente por esta noche, en la mañana le avisaré a la madre superiora y a las demás.
- Hasta más tarde Ópal- Finalizó la mujer mientras arropaba en la misma cama a la pequeña y apaga las velas antes de cerrar la pequeña puerta y dirigirse su cuarto.

...

De eso ya habían pasado tres semanas y ambos niños y llevaba muy bien, había un papel dentro de la canasta que indicaba su nombre y apellido pero apenas y era legible debido a lo desgastado y arrugado que estaba, al parecer el niño es lo estrujo durante su viaje o su estancia en la puerta, nunca se supo, parecía tener más de un año tal vez año y medio pero no llegaba a los dos.

Harryson Vitore era su nombre, porque era lo que a la pequeña se le había ocurrido durante la noche y al parecer a él le había gustado; sus ojitos verdes inusuales brillaban cada vez que escuchaba ese nombre más no sonreía, al menos no completamente.

He ahí que a la niña se le gustará ponerle el apodo "Rison", al parecer el niño nunca llegaba a reír así que para molestarlo hacia ese juego de palabras con su nombre.

Pero no siempre todo es bueno, los niños mayores tenían problemas para aceptar de que no tenían la misma atención como antes de que llegara el pequeño Harrison al orfanato.

Pero no era algo de lo que los más pequeños se asustaran, porque cada vez que les iban a hacer una mala broma o resultar lastimados algo raro pasaba, cosas se rompían o se caían e incluso aparecieron en otro lugar.

Las quejas de lo que pasaba en torno a los niños eran variadas y "disparatadas" lo que provocaba charlas por parte de las cuidadoras acerca del respeto y protección hacia los más pequeños.

Pero lo más preocupante paso que estando en el jardín una tarde, Harrison gateando había llegado hasta unos arbustos donde la niña lo había encontrado con una serpiente bebé entre sus manos y él estaba muy divertido jugando con ella.

-¡¿Rison estás loco?!- "Gritó" ella muy asustada pero no se acercó, no quería que por asustar a la serpiente el niño fuera mordido.

~Ssssh no pasa nada ella es igual a mí~ Trato de decir el niño pero no precisamente en su idioma de bebé o en español, esto la alarmó.

-¿Qué... Que dijiste?-

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