Capítulo IX

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El Palacio Park destellaba con aquel brillo mal habido en los salones, adornando hasta uno pequeño, sin importancia.

Jimin se encontraba tomando el té amenamente con Yoongi, platicando de sus respectivos progresos en la apuesta.

—Taehyung ha probado ser un adversario formidable— el conde rubio comentó, cuando una doncella silenciosamente le sirvió una taza humeante.

—En efecto, ahora parece que tengo las de ganar— Yoongi le sonrió de forma arrogante, al tomar un macaron.

El contrario solamente rió por lo bajo mientras bebía su té.

El salón permaneció en total silencio por un momento.

—¿Quién diría que aquel con sonrisa de idiota sería el que haría colapsar mi imperio?— exclamó, con dramatismo de por más exagerado.

—Yo creía que eras un chico dulce e inocente por como te ves, pero resultaste ser nada más que un demonio— sin él perder aquella superioridad, arrogancia e indiferencia que lo caracterizaba, el rubio no escatimó al hablar —Ahí está la prueba de que no deberías juzgar al libro por su portada.

El bello Conde Park tomó una de las servilletas de seda para colocarla en su frente, en una posición dramática.

—Me siento como se sentía el Rey Seonjo* al observar como su reino era diezmado por los japoneses invasores y caía en la anarquía de su pueblo— el rubio comentó, mientras que trazaba el borde dorado de la taza de porcelana con uno de sus delicados dedos.

Con esa acción, ordenaba que una de aquellas doncellas allí presentes le sirviera más.

—Es cuestión de tiempo para que nuestro querido barón se haga con la prueba de su gran victoria ¿no?— Yoongi, con la misma sonrisa burlona en sus finos labios, preguntó.

Con sus dedos delgados de un pianista, llevó la taza caliente de oscuro líquido sin crema a sus labios hasta que una idea se cruzó en su mente.

Regresó la taza de porcelana europea a su plato.

—¡Si es que todavía no lo ha hecho! Después de todo, han pasado mucho tiempo juntos en la misma casa— Yoongi le recordó, sabiendo que una de las cosas que Jimin detestaba era perder una apuesta.

Sobre todo... si se trataba de perder una apuesta ante uno de sus tantos ex amantes.

Jimin frunció sus labios, con evidente irritación, pero solo le regaló una sonrisa.

—Recuerde que el Rey Seonjo se erigió de entre las cenizas de sus palacios arrasados por los invasores y reconstruyó el Palacio Deoksu— siguiendo la línea de su anterior analogía, el rubio comentó.

—Por supuesto, sino, ninguno de los dos estaría hablando en coreano ahora mismo, sino en japonés ¿no?— Yoongi, menos interesado en las analogías de su antiguo amante que en las alas de una mosca, preguntó.

—Eso quiere decir que todo lo que cae, aunque catastrófico, se puede volver a levantar— concluyó el rubio, una sonrisa agraciando sus belfos rosados hacia los que llevó un dulce.

—Y asimismo, todo aquello en tan alto y etéreo lugar, puede caer de forma estrepitosa— el marqués comentó casi sin dar importancia a sus palabras, y jugando con una cuchara de plata —Como Sir Jeon.

El Affair | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora