II

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II.

   Oscuridad.

   La oscuridad me rodeaba como un cálido manto. Arrullándome como hace una madre con su hijo recién nacido. Sentía paz y tranquilidad en ella, nada podría hacerme daño si permanecía ahí.

   ¿Cuánto llevaba en este pacífico lugar? ¿Unos segundos? ¿Unas pocas horas quizás? ¿O había pasado más tiempo del que era capaz de contar? No podía discernir el período pasado aquí. Intenté contar los latidos de mi corazón para poder llevar la cuenta, pero no los sentía. ¿Dónde estaba mi corazón? ¿Estaba muerta? Si era así no quería volver a vivir. En este instante no tenía preocupaciones y el dolor que estaba sufriendo antes de llegar a este estado se había ido. Intenté recordar de dónde procedía ese daño mas sólo podía recordar pequeños destellos de luz. Un coche. Un choque. El dolor. En mi mente no había más, no obstante no quise ahondar en mis recuerdos al rememorar el suplicio pasado.

   Flotaba a la deriva en una quietud de la cual no quería salir. Sin embargo, una fuerza extraordinariamente poderosa tiró de mí. El dolor que una vez creí exterminado volvió con una potencia imparable.

   ¿Por qué sufría este tormento? ¿Qué había hecho mal en mi vida? ¿Era este el infierno del que tantos hablan?

   Tanta aflicción me hizo sumirme en una oscuridad aún más profunda, alejándome de esta agonía.

***

   No sentía mi cuerpo.

   ¿Dónde se encontraban mis manos? ¿Mis piernas? ¿Mi boca? ¿Mis ojos…? Era como si no existiese.

   Aún sin el sentido del tiempo intenté buscarlos por lo que parecieron siglos. ¿Dónde se hallaban?

   Un sonido rítmico me distrajo en mi objetivo de encontrarlos. ¿Qué era ese ruido? Tenía un tempo: dos sonidos seguidos, uno más fuerte que el otro, y se paraba. Vuelta a empezar: dos sonidos, silencio, dos sonidos, silencio, dos sonidos… ¡Mi corazón! Los latidos habían vuelto.

   Pronto empecé a tener frío. ¿O era calor? No lo sabía.

   Como un murmullo empezó poco a poco a aumentar el sonido de un piano. ¿De dónde provenía esa música? No me gustaba la música clásica, por lo que la suave melodía me hizo fruncir el ceño.

   ¡Había encontrado mi ceño!

   Sin perder el tiempo me dispuse a buscar el resto de mi cuerpo. Un poco más abajo… sí ahí se encontraban mis ojos. Pude comprobar que tenía los ojos cerrados, por eso la oscuridad me rodeaba. Intenté abrirlos, sin éxito. Los sentía tremendamente pesados. Probé a buscar mis manos y piernas.

   Gracias al ritmo de mi corazón pude discernir ahora el tiempo. Luego de setenta y dos latidos encontré mis manos. Traté de moverlas pero un intenso dolor hizo que apenas lograra un pequeño movimiento en los dedos de mi mano derecha. ¿O era la izquierda? Aún no tenía muy claro qué era la izquierda y qué la derecha.

   Exhausta me sumergí de nuevo en esa tranquila melodía que tocaban en un piano…

***

   Una tierna caricia en mi mano me hizo salir de nuevo de esa oscuridad. Ahora sabía cuándo estaba despierta y cuándo inconsciente aunque este negro intenso siguiera rodeándome.

Start of time |Niall Horan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora