Capítulo 41

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RED KADJAR

Tras marcar el número, presiono el teléfono contra mi oreja y aguardo. Entonces, alguien al otro lado de la línea descuelga.

— ¿Diga? —responde una voz seria y escueta.

Junto al coche, Kane y Jay me observan con detenimiento. Afianzo el teléfono con ambas manos y me giro dándoles la espalda. Inclino la cabeza hacia delante, con los ojos fijos en los finos cordones de mis zapatillas blancas, y mis cabellos rodean mi rostro como si fuesen una delgada cortina.

Dante... —me aclaro la garganta de repente sintiéndola algo seca —. Soy Red Kadjar

¡Red! —exclama él y, de repente, su voz se transforma adquiriendo un tono amable y educado —. Es maravilloso escuchar tu voz. ¿Cómo te encuentras? ¿Llamas desde del hospital?

Casi puedo imaginarlo andando por la calle vestido con uno de sus elegantes trajes y portando un pañuelo colorido en el bolsillo de su americana mientras esboza una brillante sonrisa.

— No, exactamente... Estoy fuera de la ciudad

Se hace el silencio al otro lado de la línea y mi corazón se inquieta. Cambio el peso que mantenía sobre el pie derecho al izquierdo mientras aguardo.

— Oh. Ya veo... —responde simplemente como si no fuese nada del otro mundo. Entonces, Dante ríe. Un sonido cálido y melódico que atraviesa la línea para alcanzar mi oído. Los latidos de mi corazón se aceleran —. ¿Sabes, Red? Estoy verdaderamente curioso por saber el motivo de tu llamada.

— Necesito que me hagas un favor

De nuevo silencio y, entonces:

— Tú dirás —responde él con voz tranquilidad.

Dante es una de esas personas que portan una máscara, como Falcón, pero en cierto modo diferente a él. De cara al público y hacia sus amigos es un hombre educado y amable. Dicen que la paciencia y su astucia son sus mayores virtudes. Sin embargo, estoy convencida de que no soy la única que ha escuchado los rumores. Bajo esa actitud educada se esconde un serio hombre de negocios. Tiene ojos y oídos en cualquier parte. La información es su mayor arma y su más valiosa moneda de cambio. También puede ser tuya... por un módico precio.

— Cuando mi padre descubra que no estoy en el hospital y que he dejado la ciudad, contactará contigo y te pedirá que me encuentres...

— ¿Qué es lo que me estás pidiendo exactamente, Red? —pregunta Dante a pesar de inquirir de antemano lo que necesito de él.

Probablemente se haya detenido en medio de la acera mientras la multitud le rodea. Con una de sus manos en el interior del bolsillo delantero de sus pantalones de traje mientras que con la otra sujeta el teléfono móvil contra su oreja. Su ceja elevada mientras escucha mi voz nerviosa al otro lado de la línea.

— Sé que no tendrás problemas para hallarme, pero... —dudo. No tengo muchas esperanzas de que esto salga bien —... necesito que le ocultes esa información.

— Quieres que le mienta —el tono amable que impregnaba su tono se desvanece y la seriedad lo sustituye provocando que el acelerado latido de mi corazón retumbe en el interior de mis oídos —. ¿Te das cuenta de lo que me estas pidiendo, Red?

— Lo sé, Dante. Yo...

— No, Red. No creo que lo sepas —me interrumpe sonando ciertamente cabreado. Muerdo mi labio inferior con nerviosismo —. Soy bien conocido por proporcionar información verídica y honesta. Lo que me estás pidiendo va en contra de mis principios. Si alguien se enterase, dañaría profundamente mi sólida reputación.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora