Capítulo único

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La campana anuncio el receso de manera estruendosa y de inmediato las puertas se abrieron de par en par. Los alumnos salieron amotinados y Bridgette salió de entre sus filas con Allegra tras de ella. Ambas se dirigían hacia el comedor mientras mantenían una conversación trivial después de unas largas horas de estudio donde Bridgette casi se duerme.
Ambas reían de sus propias ocurrencias a las que Claude se había unido solo para volver el momento en algo más divertido y ameno.
Bridgette era la más sonriente mientras que Allegra reía de manera algo sofisticada, como si fuera una dama del siglo XX pues era parte de la educación que le habían instruido desde que tenía memoria, en cambio Claude hacía todo abiertamente pues al igual que Bridgette esa era su naturaleza.
Después de haber llegado al comedor, la mente de Bridgette se distanció de aquella conversación y empezó a buscar con la mirada a un chico rubio, vestido de pantalón y camisa formal y probablemente con un libro en mano.

—Brid ¿Te sientes bien?— dijo Allegra
—¿Mmm...?—murmuro ella distraida, miró a ambos lados buscando a quien le hablaba hasta que se dió cuenta de quién era. Debia ser muy cuidadosa con sus palabras, Allegra podía ser muy insistente si se lo proponía—Eh... Si, si ¿Po-por-porque preguntas?— sonrió nerviosa.

Ella iba a responder pero alguien  se le adelantó.

—Déjala, Allegra. Seguro debe de estar en "Felixlandia"— bromeó Claude mientras hacia un ademán con sus manos, moviendolas frente a su rostro y este se deformaba por muecas graciosas.
Tanto él como Allegra se miraron cómplices.
—¡Uh! Y yo que creía que el acoso ya había acabado. Me sorprende que no te haya puesto una orden de alejamiento— Allegra rió con modestia y bebió su té helado.

Bridgette se mostró ofendida y avergonzada al mismo tiempo. Se sentía como un libro abierto para todos. Sus mejillas se  tiñeron de un color carmesí y cruzó los brazos haciendo un puchero. Estaba dispuesta a replicar.

—Solo estoy preocupada, no lo he visto desde ayer en la noche. Es decir, soy su novia y eso es normal ¿No?. No lo quiero controlar ni nada por el estilo— dijo haciendo gestos raros característicos en ella. Ambos la miraron con ternura y un tanto de burla.
—Awww... Qué lindo de tu parte, Brid— dijo Claude mientras parpadeaba con rapidez y ponía las manos sobre sus mejillas— creo que ya tenemos a nuestro verdadero caballero de armadura brillante.

Ella iba a refunfuñar sino fuera porque su celular dió un ligero pitido. Era un mensaje de parte de Félix. Lo leyó detenidamente y poco a poco sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa de ilusión.

—¿Que pasó?¿Y esa sonrisa sospechosa?— preguntó Allegra con genuina curiosidad mientras la señalaba con un tenedor de manera acusatoria.
—Seguro es de su príncesa de hielo que la está citando. Ve antes de que pase de ser una doncella a una vieja cascarrabias— rió Claude quien se recostó sobre  la silla mientras se pasaba los dedos por entre los cabellos castaños.

Bridgette solo asintió, le sacó la lengua a Claude en modo triunfante e infantil, luego empujó su bandeja de comida, se levantó y se fue por entre uno de los tantos pasillos del lugar.

—¡Hey! ¡Pero si lo dije en broma!¡No tienes que irte en serio!— grito el castaño con falsa molestia mientras que Allegra lo miraba y reía a carcajadas pues sabía que su despistada amiga ya no los escuchaba.

Bridgette se encontraba ya muy cerca del balcón donde se se iba encontrar con él. Dió vuelta por un pasillo intentando controlar su emoción por verlo. Iba a seguir en su trayecto pero ciertas voces familiares, talvez demasiado para ella, la detuvieron frente a la pequeña habitación del conserje.
Se quedó frente a la puerta por unos largos segundos. Por un momento su mente se desconectó de la realidad y empezó a divagar mientras que de manera vacilante acariciaba la puerta. Despertó de su ensoñación y abrió bien los ojos cuando logró captar pequeñas y apenas audibles palabras de quienes estaban adentro.
Sentía que el corazón le latía desbocado y que su propia mente empezaba a devorarla. Sus manos empezaron a sudar mientras que de manera lenta agarraba el pomo de la puerta con miedo de lo que habría detrás y antes de jalar está se abrió por su cuenta.
Dos personas cayeron a sus pies, dos personas que conocía muy bien, su labio inferior empezó a temblar ligeramente mientras que un picor se apoderaba de ambos ojos y unas amargas lágrimas descendían por sus mejillas. Uno de ellos alzó la vista y la miró directamente a los ojos.

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