Prólogo

506 64 27
                                    

En un parque transitado por niños, junto a un gran edificio y cubierto con la ropa de invierno más abrigadora de su armario se encontraba cierto chico rubio en una de las bancas de dicho parque.

-Me gusta la víspera de Navidad.- Con la cara hacia el cielo infló sus pulmones de frío oxígeno. -¿Tú qué dices Avocato?- No dejaba de ver hacia aquel cielo rosado a causa del cercano atardecer.

-Gary, han pasado tres años.- El Ventrexiano veía a los niños jugar. -No puedes estar así dos años más.- El humano volteó a ver a su amigo. Con la mirada gacha buscó la mano de su acompañante.

-Te dije que no lo hicieras...- La acariciaba por encima. -Demonios, me han dado ganas de besarte.-El de ojos ámbar le brindó una sonrisilla para depositar en la frente un beso.

-Al menos que quieras que te llamen raro por besar a la nada, te recomiendo no hacerlo.-

Gary sabía que Avocato no quería besarlo por otra situación, pero solo se limitó a sonreír.

De la nada un ataque de tos le invadió, uno que duró hasta que de su boca salió un líquido rojo. -Dos años...-

-Mira mami.- Habló por lo bajo una niña en otra banca. -Ese hombre se enamoró.- La madre miró con cierto desagrado al rubio. Lo entendía, entendía que en ese mundo jamás debía enamorarse, pero no podía remediarlo.

Un nuevo ataque de tos lo invadió y, en esta ocasión la sangre no fue poca. Sin más remedio escupió el líquido con sabor a metal en el blanco suelo a causa de la nevada.

Viendo lo que su amigo había hecho, Avocato se levantó de la banca y, a paso lento comenzó a alejarse de ahí. -Creo que deberías de ir a casa y dejar de creer que estar enamorado de mí es buena idea.- Y un nuevo ataque de tos invadió a Gary, pero el Ventrexiano solo siguió adelante mientras los copos de nieve comenzaban a caer nuevamente.

VómitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora