Sombra y Llama

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En el corazón de la tormenta de Ragnarok, la diosa empuja su espada contra el Señor de la Oscuridad. Se encuentra frente a ella en el caos, frío y malicioso. Alas como murciélagos se extienden desde su espalda, su carne coriácea sangrando fuego negro.

Mientras salta para golpear, la diosa se da cuenta de que no sabe por qué están luchando. ¿Su aparición, provocada por este apocalipsis, es una amenaza que solo ella puede enfrentar? ¿Es él una montaña para ella, un pico elevado que clama ser escalado? ¿Para ser conquistado? En verdad no importa. Ella está en su elemento, cayendo en el ritmo familiar que nunca ha dejado de hacer cantar a su corazón.

Ella es Bellona, ​​y está haciendo la guerra.

Su espada cae, un corte perfecto, pero el objetivo deja de serlo. La risa le golpea la espalda como el hielo y Bellona se gira para enfrentarlo. Su forma se estremece, convirtiéndose en tres. El trío revolotea alrededor de la diosa de la guerra, riéndose mientras se balancean más allá de su espada.

La ira deforma el arma de Bellona en latón líquido, cambiando hasta que se convierte en su martillo. Ella deja cráteres en la tierra con cada golpe, pero no puede tocarlo.

El Señor de la Oscuridad manifiesta fragmentos de cristal negro, oscuro como el vacío entre las estrellas. Vuelan de sus manos, cantando mientras la golpean. Cada golpe que caen contra el escudo de Bellona sumerge su carne en un frío más allá del hielo.

Libera un largo y estremecido aliento. -'Oh, cómo he esperado para hacer eso. Qué buen sirviente eres, tan ansioso por complacerme-.

Las palabras frenan frio a Bellona. La suya deja sus labios como un gruñido.- 'No sirvo a nadie'-.

-'¿No?'- Él ofrece una sonrisa de colmillo negro. -'Lástima, la marioneta tan ciega que ni siquiera puede ver sus cuerdas'-.

'Tu mientes.'

Levanta una mano, y la tierra se astilla. Los muertos se derraman de las grietas, mirando desde detrás de visores empañados. Bellona reconoce cada cara, y el sigilo se cose en las pancartas hechas jirones.

Es suyo.

'¿No eres el agente del mal, diosa de la guerra, por sembrar tal conflicto? ¿Rechazar el reino mortal a una violencia cada vez mayor cuando bañaste la tierra con su sangre? Nunca te importó por qué se cortó el hierro y se cortaron los hilos. Nunca te detuviste a pensar a quién servías realmente.

Un nuevo fragmento se manifiesta desde fuera del Señor de la Oscuridad. La sonrisa se ensancha mientras la deja volar, más rápido de lo que Bellona puede rastrear.

Tú sirves a Chernobog.

En el último momento ella levanta su arma. El martillo se transforma en espada. La obsidiana se encuentra con el acero.

Y la obsidiana se rompe. Fragmentos de oscuridad giran desde el filo de la espada de Bellona, ​​golpeando contra su placa de combate antes de convertirse en humo.

Chernobog se detiene. 'Interesante.'

Con un movimiento de su muñeca, los otros fragmentos recuerdan, volviéndose a fundir con él. Se da la vuelta, con sus grandes alas estiradas.

'¿Eso es todo?' Bellona se levanta a sus pies. 'No he terminado contigo'.

'Oh pequeña', ríe Chernobog, sonriendo con demasiados dientes. 'No he terminado con nada '.

Chernobog se desvanece con esas palabras, lejos de visitar el horror desconocido sobre el mundo cuya ruina lo ha liberado. Bellona invierte su espada, enterrándola en el suelo para sostenerse mientras se hunde en una rodilla.

A solas, Bellona observa a Ragnarok devorarlo todo. Las almas de los muertos gritan mientras el inframundo se difumina con el de los vivos. Todo lo que queda con la diosa de la guerra son preguntas, el aullido de los muertos y el eco de la risa oscura.

Sublevación DivinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora